Pues mi experiencia con las drogas se resume a dos enmongadas, que supongo que es algo muy parecido al LSD.
La última vez, hace mas o menos un año, un amigo que controlaba nos dijo exactamente cuanto debía pesar cada ración, pues bien, a el amigo que pesaba se le fue la pinza y nos dio el cuádruple a cada uno; ni que decir tiene que el hostión fue de órdago. Preguntas absurdas y loleantes del tipo:
¿Pero es de día o es de noche?
¿Hey, tíos, creéis que David Hasselhof tiene ano?
¿Le hace daño a una servilleta cuando le cortas?
Luego nos vino la fase loca, durante dos horas no hablamos entre nosotros, sólo nos observábamos y hacíamos movimientos espasmódicos en los sofás, las caras llegaban a deformidades tales, que llegué a confundir a un amigo con un mono, diciendo: ¿que coño hace un mono en el salón? -hay que reconocer que el colega es un poco simiesco-, un efecto muy curioso fué cuando llamaron al timbre, me acerqué a la puerta y miré por la mirilla, imaginaos la deformación natural de la lente mas la que me proporcionaban las setas.
Y después de todo, pese a que he leído todo lo contrario en algunas otras experiencias, llegamos a la fase buenrollista, tirados en los sofás durante una hora y media, hablando de lo bella que es la vida

, sin quitarnos de la cara esa puta mueca de felicidad, en ese momento, juro que no hubiera importado morir ahí mismo, era la plenitud.
Al día siguiente, reprimenda a el tío que nos las pesó, por su puto despiste casi nos quedamos tocados de por vida, he de reconocer que no pudimos enfadarnos mucho con el, porque la sensación de buen rollo se nos quedó durante unos tres días en el cuerpo.