Retomo el relato de mis andanzas del último día donde lo dejé: me quedé en que me fui para la Walking Street después de pegarme una buena bifollada a vuestra salud y descansar un poco en la habitación.
A las 22:00 horas se puede ver un poco de todo en Walking Street: nenas vestiditas sensualmente reclamando tu atención (“Hellooo… welcome… handsome man!” con su acento típico, ¡cómo lo echo de menos!), ladyputos tocándote el culo en cuanto te descuidas, filas interminables de turistas japoneses que siguen una banderita con la imagen denigrante de un caniche o similar, gente haciendo break-dance, gente que vende qebabs, borrachos que empezaron a beber ayer, policía y, sobre todo, mucho ruido y mucho color. Creo que el asalto a los sentidos que supone deambular por ese sitio es lo que en buena medida lo convierte en adictivo.
Y es que solamente pasearse la Walking Street de principio a fin sin hacer nada especial, simplemente andar y observar el espectáculo que se ofrece en cualquier lugar al que dirijas la mirada es ya una experiencia molona.
No recuerdo con exactitud en qué club entré primero. El SkyFall, creo. Nada que destacar dentro. Poca gente y poco ánimo, probablemente debido a la proximidad de los funerales. Me tomo allí el primer gin tonic mientras contemplo a 8-10 chavalas moverse junto a las barras americanas, ya que bailar sería mucho decir. Pero eso no es problema, ya que me follaría gustosamente a dos o tres y siempre es un placer tomar una copa en un sitio así. Otros se relajan haciendo sudokus, ¿no? Pues a mí me gusta entrar en putibares.
Como calentamiento está bien pero me voy animando y mi mente calenturienta me pide palpar carne hembril. Total que tiro para un sitio que no defrauda: el BabyDolls.
Allí me saludan efusivamente Noey y su amiga, que ya me conocían básicamente por ser un golfete, ¿por qué iban a conocerme si no? Sin dar tiempo a nada más soy abordado y las dos chicas se sientan cada una a un lado y empiezan a meterme las manitas por debajo de la camiseta, juguetonas ellas. Que si una copa, me dicen. Pues claro hijas, a eso he venido, a meteros y que me metáis mano coño, que corra el pacharán.
Aquí mi amiga Noey, que la he encontrado por Internet. De la otra chica no he encontrado imagen pero es particular por un tatuaje de la estrella de David que le rodea cada pezón.
Pues muy bien en el BabyDolls, un sitio con clase. La distancia entre el culo de Noey y mi mano brillaba por su ausencia. Su coñete estaba húmedo y apetecible. De hecho todavía no he visto a una chica en tanga en ese local, igual es que los tienen prohibidos.
Como una horita estuve allí siendo tratado como todo hombre desea ser tratado. Poco se me vería porque las tías te me tapaban totalmente a base de ofrecerme sus pechos, caricias y restregones y mediante. Como tenía ambas manos ocupadas, mis chicas tuvieron el atino y la buena consideración de acercarme hasta la boca la pajita del cubata, lo cual se agradece porque así no me deshidrato. Como un señor feudal hoygan, no me explayo más.
No me costaría la peripecia más de veinte euros. Tiene lugar una emocionante despedida antes de encaminarme hacia el DollHouse, otra apuesta segura en lo que hacer guarreridas se refiere.
Iba con el plan de follarme nuevamente a Fon, una chica de estilizadas piernas y sublime trasero que me dio placer en una habitación VIP de que dispone el local. Pregunté por ella pero no estaba ni arriba ni abajo. Conque me tuve que consolar con otra niña que no recuerdo cómo se llamaba. A pesar de haberse dejado las tetas en casa, me sedujo su carita angelical y el cuerpo de muñequita más que apetecible que le brindaban sus veinte primaveras, bendita juventud.
Tras media horita de bailotear en el stand solo para mí y de comérmela enterita le sugiero de pasar a la VIP para rematar la tarea. Era mi último día y me apetecía otra follada sin alejarme demasiado de la zona del mercao.
700 la VIP una horita y 1500 para mi musa, copichuelas aparte. Se trata de una pequeña habitación que hay en la parte de arriba que cuenta con dos sofales, una plataforma elevada con una barra americana y una cabina de ducha. Ah y una tele por cierto, donde estaba puesto un guarrivídeo de la web porno de asianstreetmeat.
A mi niña le escandaliza el vídeo que se reproducía, donde una paisana suya estaba siendo percutida sin piedad. “Oh my God”, dice mientras se lleva la mano al corazón. Por cómo miraba fijamente el vídeo diría que yo he visto algo más de porno que ella, criaturita.
Aprovecho para ir desnudándola, besarle cuello y el pecho y sondearle el coñete, que llevaba a ras y con el calor que desprendía era lo más apetecible del mundo.
Total que nos lavamos en la ducha y empieza a chupármela de rodillas. Casi no le cabe en la boca. Lo intentaba pero lo hacía fatal mi princesa.
Como la notaba algo nerviosa me puse todo lo cariñoso que pude y el que hincó rodilla para proporcionar placer fue este servidor, que puso todo su empeño en crear la mejor química posible. Creo que la cosa mejoró aplicando cariño, tranquilidad y caricias.
Bueno, le digo de ponerse los tacones y a follar que el tiempo corre. Despacio al principio y a ritmo de house más tarde, puedo decir que fue todo un placer. ¡Qué cosa tan apretadita y qué manera de moverse y gemir! Eso ya lo percibía como natural, dulcemente congénito a su condición femenina.
Joder, cómo me enrollo, voy a ir sintetizando ya que si no gasto el puto teclado.
Tras hincarle el rabo a ese ángel me fui nuevamente para la Walking, donde me dejé pescar por Aoy en la puerta del Tantra y empecé a invitarla a carajillos. Se quitó la camiseta larga con el nombre del club que llevaba en la calle para captar clientes y se quedó en lencería negra. Iba como de poli, con unas perneras para pistolas a lo Lara Croft y unas esposas de plástico con las que me encadenó a su muñeca en la calle y que no me quitó hasta pasado un buen rato.
“Dónde andas?”, me escribe Jasc. “En el Tantra, como un campeón”, le constesto.
Y aquí es donde encadeno con mi mensaje anterior en plan Crónica de una Muerte Anunciada, ya que es aquí cuando entra Jasc en el local y empieza a contar las chavalas que no se ha follado, ya que así le resulta más fácil de discernir
“¿Qué marcha llevas?”, me pregunta mi compañero mientras Aoy está sentada de frente encima de mí y me come el cuello… Me encojo de hombros. “No sé tío…” Aoy seguía a lo suyo y me tenía hipnotizado con el olor de su pelo y su todo. “Haz marcha”, sentencio.
Puta vida, perdóname de nuevo Jasc. Consciente de que me quedaban minutos de disfrutar de aquello hasta a saber cuándo me envolvió una sensación de melancolía e introversión.
Pasado ya un buen buen rato, a solo media horita del cierre de todos los locales, chapé el Baccara sentado en un sillón con una shinga en la mano mientras los ojos se me humedecían. Al levantarme para irme una chica se despide de mí diciendo algo que no entendí muy bien, pero creo que lo que quería era mandar un caluroso saludo para todos los foreros de Putalocura.
Quién fuera millonario, puta vida.