Moporday
Muerto por dentro+
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Me han pasado dos cosas más o menos curiosas que recuerde ahora mismo en un taxi, exceptuando cuando nos metimos con el botellón y todo.
Una fue ya de madrugada, veníamos bastante cocidos de casa de un amigo y logramos parar un taxi en un puente, justo al lado de una salida hacia la autopista. Nos subimos en estado etílico y, justo cuando iba a arrancar siguiendo nuestros ¿Indicaciones?, mi colega se bajo del taxi ya con algo de movimiento, se repuso de la semicaída y se puso a mear, mientras se excusaba, sobre una especie de lápida en el cesped que no se muy bien que conmemoraba. El caso es que justo apareció la policia en otro coche y en ese instante con mi amigo meando y el taxista cagándose en nuestras madres en arameo. Gracias al señor no pasó de una pequeña advertencia mientras el taxi estaba parado con la puerta abierta justo en la salida hacia la autopista y en curva.
La otra vez fue siendo yo menor de edad, me organicé una "excursión" a la otra punta de la isla sin que mis padres lo supieran y con la única compañía de mi mejor amigo.
Se puede decir que todo salió al contrario de lo esperado, incluyendo el supuesto hospedaje, pero nos lo pasamos mejor de lo esperado, también (Pero eso es otra historia)
El caso es que ya sin tener donde dormir y hechos polvo de caminar hasta una parada de Bus a tomar por culo de los garitos nos sentamos a esperar y, de repente, apareció de la nada un señor de unos cincuenta años diciendo ser taxista y ofreciendonos el viaje a precio de BUS.
Supongo que debido al alcohol y el cansacio o por simple retraso mental interpretamos que era una buena oferta y que, mágicamente, nos quedaba dinero cuando sólo teníamos un bonobus de mierda.
A mitad de viaje, en un taxi grande donde ibamos montados nosotros dos detrás, un chino, dos negros, un guiri y el taxista con música de algo parecido a Camela, se me hizo la luz y mire a mi amigo con terror. Él no me dijo nada, pero vi en sus ojos que me había entendido, no teníamos manera alguna de pagar aquel viaje.
Al llegar al otro lado de la isla y debiendo ya 5000 pesetas de las antiguas no se me ocurrió otra cosa que alargar el viaje y le dije que me acercara algo más al centro y, en cuanto hubo parado, pusimos pies en polvorosa de la forma más patética jamás imaginada. Dos niñatos semiborrachos huyendo amariconadamente a través de una plaza, fue hermoso.
Una fue ya de madrugada, veníamos bastante cocidos de casa de un amigo y logramos parar un taxi en un puente, justo al lado de una salida hacia la autopista. Nos subimos en estado etílico y, justo cuando iba a arrancar siguiendo nuestros ¿Indicaciones?, mi colega se bajo del taxi ya con algo de movimiento, se repuso de la semicaída y se puso a mear, mientras se excusaba, sobre una especie de lápida en el cesped que no se muy bien que conmemoraba. El caso es que justo apareció la policia en otro coche y en ese instante con mi amigo meando y el taxista cagándose en nuestras madres en arameo. Gracias al señor no pasó de una pequeña advertencia mientras el taxi estaba parado con la puerta abierta justo en la salida hacia la autopista y en curva.
La otra vez fue siendo yo menor de edad, me organicé una "excursión" a la otra punta de la isla sin que mis padres lo supieran y con la única compañía de mi mejor amigo.
Se puede decir que todo salió al contrario de lo esperado, incluyendo el supuesto hospedaje, pero nos lo pasamos mejor de lo esperado, también (Pero eso es otra historia)
El caso es que ya sin tener donde dormir y hechos polvo de caminar hasta una parada de Bus a tomar por culo de los garitos nos sentamos a esperar y, de repente, apareció de la nada un señor de unos cincuenta años diciendo ser taxista y ofreciendonos el viaje a precio de BUS.
Supongo que debido al alcohol y el cansacio o por simple retraso mental interpretamos que era una buena oferta y que, mágicamente, nos quedaba dinero cuando sólo teníamos un bonobus de mierda.
A mitad de viaje, en un taxi grande donde ibamos montados nosotros dos detrás, un chino, dos negros, un guiri y el taxista con música de algo parecido a Camela, se me hizo la luz y mire a mi amigo con terror. Él no me dijo nada, pero vi en sus ojos que me había entendido, no teníamos manera alguna de pagar aquel viaje.
Al llegar al otro lado de la isla y debiendo ya 5000 pesetas de las antiguas no se me ocurrió otra cosa que alargar el viaje y le dije que me acercara algo más al centro y, en cuanto hubo parado, pusimos pies en polvorosa de la forma más patética jamás imaginada. Dos niñatos semiborrachos huyendo amariconadamente a través de una plaza, fue hermoso.