PERVERTMAN
The Definitive LOLaster
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A pesar de nuestra presunta displicencia hacia el contacto humano nos las vamos apañando para ser interrumpidos con una dosis de retardo cada vez más a menudo. Tan conectados, pero tan solos.
¿Is this real progress? ¿Comunicaçao vacua a toda costa es el puto truly phuture?
https://www.microsiervos.com/archivo/internet/curva-twitter.html
Lo que Google ha inventado es otro artilugio que ayuda a desestabilizar parejas que no saben que están en crisis. Ya habían aparecido otros servicios similares, igual de crueles y en apariencia inofensivos. Las parejas (sobre todo los matrimonios jóvenes) están resultando indefensos conejitos de Indias de las revoluciones de este siglo.
El amor en los tiempos analógicos necesitaba únicamente de metáforas y tropos. ¿Me amas, Alberto? Mucho. ¿Cuánto? Hasta el fin de mundo. ¿Entonces me regalarías la Luna? Y también las estrellas, amada mía.
¡Ah, los buenos tiempos! Las parejas de los siglos anteriores a éste, en su afán de explicar el tamaño de su devoción, habían inventado la cursilería. Sólo eso, una dulce repetición empalagosa de falsedades. Pero ahora esas décadas ingenuas ya se han ido, y con ellas las demostraciones intangibles del amor.
En estas épocas digitales la lealtad de los enamorados tiene otras dimensiones, y su extensión ya no es hija de la poesía. ¿Me querés, Ricardo? Por supuesto. ¿Cuánto? Infinito. ¿Entonces me darías la contraseña de tu correo electrónico? (Silencio.) ¿Amado mío? ¿Qué? ¿Me darías la contraseña de tu Gmail? Si querés te doy la Luna y las estrellas. No, quiero la contraseña de tu correo.
La tecnología no solamente le ofrece nuevos horizontes al adulterio: también le brinda modernos prismáticos a los celos.
“No hay contraseña que aguante el embate de un craKer celoso”, canta con razón Jorge Drexler en una hermosa historia de infidelidades modernas, una canción que sin embargo ya resulta antigua, porque está escrita antes de que llegase Google y se sacara de la manga este nuevo dispositivo que sirve para que todos sepamos dónde está, ahora mismo, aquel que necesita escaparse un rato de nosotros.
Por supuesto, si "da su consentimiento". Y ahí reside el valor de la confianza, y también el de la extralimitación. Porque podemos estar -o no- en condiciones de darle nuestra latitud exacta a la persona que amamos, nuestra longitud en el mapa a la hora en que supuestamente estamos asistiendo a un congreso médico en Mar del Plata. Podemos o no.
Pero ese “consentimiento” es el que se nos vuelve en contra. ¿Me quieres, Ricardo, lo suficiente como para regalarme la Luna y las estrellas, y para darme la opción a saber dónde estás en todo momento, me quieres tanto como para abrir tu corazón, tu alma y tu carpeta de “enviados” del correo?
Estamos entre la espada tecnológica y la pared del amor.
¿Podemos realmente decir que no, que no queremos que nuestra pareja sepa dónde estamos?
¿De verdad podemos, sin entrar en una crisis de confianza y de valores?
Si la respuesta es no, si no podemos, Google deberá hacerse cargo de muchísimos divorcios causados por crímenes que nunca se cometieron.

https://www.seomarketingtools.org/index.php/2009/09/los-diez-mandamientos-de-las-redes-sociales/
https://ubertinodacasale.wordpress.com/2007/03/31/twitter-la-consagracion-de-la-estupidez/
Twitter: la consagración de la estupidez
Oí hablar de Twitter en uno de los divertidos delirios de Microsiervos. Se trata de una comunidad donde cada cual se crea una paginita y la gracia está en mandar mensajes cortos frecuentemente explicando lo que se está haciendo en cada momento (su lema: What are you doing?). Una idea simple para mentes simples, y fácil de usar. Es muy probable que tenga mucho éxito y ojalá les vaya bien a sus creadores.
A mi modo de ver es una tontería que sólo aporta más ruido a una red ya bastante saturada de contenidos inútiles. Por eso me sorprendió el artículo de Enrique Dans, profesor del Instituto de Empresa, aparecido en Libertad Digital. En él nos informa de las características del nuevo servicio y, después de alabar el ingenio de los creadores y sus posibilidades de rentabilizar el asunto, concluye afirmando que un servicio de estas características nos sobrepasa a los que tenemos mas de 30 años, en sus propias palabras: … la clara demostración de la superioridad tecnológica de sus cerebros 2.0 de nativos digitales [los menores] frente a los limitados 1.0 que llevamos esos inmigrantes digitales que somos sus mayores.
Vamos hombre, el Sr. Dans desvaría levemente. Es comprensible que como profesor de empresariales admire una iniciativa simple (estúpida) que consigue tener éxito (económico), pero de ahí a considerar un producto así como el no va más hay un buen trecho. ¿Qué interés tiene para nadie una lista interminable (y además mal redactada) de nimiedades diarias? Me levanto con legañas y me rasco. Me lavo los dientes y me trago la pasta de dientes. He visto a la Juani pero no me miró. Estupideces. Voyeurismo malsano. Exhibicionismo cutre. Un producto adecuado para los jóvenes que estamos educando en un sistema que los embrutece, analfabetos funcionales en todos los sentidos (no todos por suerte), auténticas máquinas consumidoras compulsivas. El cerebro 1.0 será el suyo Sr. Dans, el mío, siendo muy limitado, le da bastantes vueltas a la mayoría de los 2.0 de los nativos digitales (otra soberana tontería).

Yo que queréis que os diga. Mi modernidad está fuera de toda duda pero cada dia me siento más perplejo y extraño.

Ya no dentro ni fuera de la internec ni por nada concreto ni nada abstracto, quicir en el planeta en general


And now... ¡ F5 TO THE LIMIT !