Como la frustración ajena alivia en cierto grado la mía, entrentego la sobremesa viendo los casting de Fama. Aparte de delietarme con la miriada de jacas prietas y estilizadas que mueven sus caderas mediante lúbricos espasmos, me gusta imaginarme, me gustar gozar a pleno rendimiento con la certeza de que apenas una decena de todos los que lo intentan sacarán algo en claro de las miles de horas que pasan extremando la longitud de sus músculos y la rotación de sus articulaciones. La inmensa mayoría, se quedará en el camino, habrá alcanzado la técnica, la física y la belleza para terminar subidAs a la plataforma de una discoteca mientras recuas de borrachos las azuzan con sus ebrios berridos.
Como me djo ILG cuando Mundele me banneo y le fui a llorar a su buzón. "A mi esto no sólo me parece bien, sino que me parece mejor" Yo pienso lo mismo. No es sólo malicia, es pragmatismo, la conciencia de las necesidades de una sociedad envanecida que precisa más obreros y menos artistas. Y si estos obreros, vienen con un buen equipaje de fracasos y renuncias, aún mejor, más dóciles, más conscientes de sus limitaciones y su lugar en el mundo. Ya sabemos todos el alto valor pedagógico del fracaso, lo mucho que nos enseña sobre nosotros mismos y nuestras potencias futuras.
Por eso encuentro particularmente didacticos estos productos televisivos donde un grupos de jóvenes ilusos y altivos, son domados y puestos en contacto con la vida real y decepcionante. Y así sirven de ejemplo, de advertencia, de pronóstico general para todos aquellos que en algun momento pueden tener la tentación de que han sido bendecidos con algún don que les hace especiales. Si alguna señorita me lee, la aconsejaría que practicara más el arte de felar y pisara menos las escuelas de arte dramático. Pocos escrúpulos y muchas mamadas harán por su carrera más que el método Stalisnasky (o como cojones se escriba)