Amiguitos …… como echtan uchtedechhhh?
Intuyo que tendréis un cabreo monumental los mandriles. Ideas funestas pasan por vuestras cabezas, ¿vale la pena la vida? , ¿por qué levantarse mañana? , ¿reservo para Benidorm en Agosto?… cualquier mortificación parece tener sentido ahora mismo.
Pues bien. Todo esto viene de una enorme equivocación que sufrís. Pensáis que acabáis de ver un partido de fútbol. Grave error. Lo que ha pasado ante vuestros ojos es una maravillosa performance del Circo del Sol. Ha sido apoteósica, sublime, un espectáculo nunca visto que hemos sido afortunados al presenciar:
Una competición de tirar balones al palo, que hemos ganado con suficiencia.
Negros llorando a lágrima viva.
Jugadores que jamás se lesionan salir fiambres.
Una defensa formada por la cuadrilla de los hermanos Tonetti.
Caídas graciosísimas a puerta vacía.
Goles imposibles (en contra, claro).
Un paralítico jugando al fútbol (creo que alemán y rubio).
Un conjunto de jugadores que no serían incapaces de meter gol aunque jugasen sin equipo contrario (aunque fallando son unos cómicos notables).
Un director del Circo que ante tal espectáculo movía cómicamente las manos diciendo “a jugar, a jugar” (en homenaje seguramente al inigualable Joaquín Prat).
Un estadio que llegado un momento del show no sabía muy bien si animar, silbar, hacer la ola o desaparecer por arte de magia (creo que lo hubiesen hecho de haber sabido cómo).
Expulsiones finales para redondear la obra, lloros, pataleos, diarrea a raudales. EL horror, el horror, el éxtasis.
Me he roto las manos a aplaudir. Qué sentido del espectáculo, que suspense, qué risas más histéricas. Pienso que nadie que ha pagado la entrada se puede haber sentido defraudado. Las representaciones regulares del Circo del Sol son más caras y sin duda mucho menos espectaculares y cómicas. Dinero bien gastado, sin duda.
Por poner un pero a tan magna obra, me ha faltado que en el minuto noventa y cinco, al pitar el árbitro, saliese al campo Florentino, vestido de Charlie Rivel portando tartas de soplillo. Montado en un monociclo y estampando las tartas en los jugadores mientras tocaba con la bocina el himno del Madrid de Plácido Domingo. Pero no se puede tener todo.
Sí, amigos. Ha sido algo irrepetible que no olvidaremos nunca. Disfrútenlo, háganlo con gusto. Y recuerden, quedan dos meses de competición donde al no jugarnos nada, podemos mejorar el espectáculo. Sí, puede ser aún mejor.
¿No es maravilloso?