Cuanta felichidá gracias a la TV estos días. Como Homer, me reconcilié con ella gracias a cosas como estas:
Renny Harlin lleva un artificiero en su interior. Lo de hacer infrapelículas no es para él un trabajo, sino el medio a través del cual poder sacar su parte fallera desproporcionada. Sabido es por muchos que sus progenitores son naturales del Levante, y que el hecho de que una película haya de tener como escenario principal el
abua y un planteamiento, nudo y desenlace no es óbice para que Renny desfase como cualquier tunante teen con una Super 8 en
falles. ¿Cómo? ¿Que hay que meter tiburzios, negros gangstahs y cierto discursito científico de bolsilibro para dar consistencia al delirante argumento? Pues se hace, coño ya, pero no sin petardos y C4!! Se consigue el dinero, se compran los explosivos, se encargan unos CGI en postproducción a unos juankers de FP II de Yecla y ya tenemos peliculón para gozarlo.
Porque esto es desproporción disparatada de la buena: tiburones listos como sepias, amputaciones inesperadamente previsibles, macarras aussies en camisetas de neopreno sin mangas andando por una base científica con una cocina más grande que las instalaciones reservadas a los estudios (de orden absurdo), CGI con escualos que recuerdan los días de gloria del CDI de Phillips o la 3DO, LL Cool J haciéndose coñas para el público downie a costa de un loro con más flow que él, homenajes
indoors y en miniatura al final de Tiburón 2... y lo importante, lo que decía al principio, lo que siempre cabe esperar en una locura pirotécnica del señor que fue capaz de meter explosiones mil en una película de Freddie Kruegger:
EXPLOSIONES. Un helicóptero por aquí, unas cuantas instalaciones por allá, un cilindro de desalojo por acullá... hasta llegar a la cumbre de su carrera, que no es otra que hacer explotar al tiburzio malote al final de la peli de un modo harto tronchante para los que conocen las leyes elementales de la física, pero no por ello menos disfrutable.
Renny es de los nuestros, y fan del
jit de Los Saicos
Demoler. Como vea su aportación a la saga de El Exorcista y aparezca El Demoño explotando le subo del 6 al 7 esta entretenidísima mierda.
Esto si fue una sorpresa, de veras. Temblores chanaba, era honesta, bien resuelta y siempre se revisiona con ganas, asi que, ¿por qué no ver la continuación, pese a la ausencia de Kevin Bacon y darle cierta cuota de share a Cuatro? Y a ello me puse, provisto de Cigars, gusanitos (no es por hacer la coña, de veras) y libre de todo prejuicio menos aquellos que tienen que ver con los shemalongos. La sorpresa, insisto, fue de las buenas: una peli magnífica, mejor que la primera a años
lulz y digna de todo un ochazo en FA.
¿Qué le hace ser tan buena para mi gusto? Pues, sobre todo, aparte de contar con todas las virtudes de la primera, un magnífico juego metafórico entre el desarrollo de la carrera de Fred Ward y Kevin Bacon, mezclando chanzas que no cuesta adecuar a sus devenires vitales y laborales en la vida real de ambos actores, opuestas en lo que a éxito se refiere como bien sabéis (bueno, redefiniendo el concepto de
éxito o limitando a partir de que cotas usamos ese término, que Bacon tampoco es lo que se dice uno de los 10 más influyentes). Estas coñitas se suceden a un ritmo y con un nivelazo que no disgustaría a todo un, yo que sé, Dan O´Bannon, por decir algún
mostro del género, y por otra parte sirven para trazar perfectamente que pasó, que pasa y, en buena medida, que pasará, con los personajes, dando como resultado un guión perfecto que lo es más debido a la falta de pretensiones de la peli.
Por lo demás, un Fred Ward amérrimo, un Michael Gross inconmesurable (que terminará por erigirse verdadero protagonista de la saga en la continuación de esta secuela, vista ayer con gran deleite también pero sólo merecedora de una seis; esta, siendo notable casi en su conjunto, tiene severos fallos de ritmo en comparacióncon las 2 primeras, aunque es digno realtar otro magnífico guión metaparódico que se centra en la explotación, como concepto y modo de conducirse por la vida y el arte), gracias necias pero que funcionan de puta madre, humor visual que nada tiene que envidiar a Wes Anderson (o viceversa), gusanos que vuelan por los aires como fruto de
avanzadas técnicas destructivas, digievolución de los gusanoides en unos bichos más feos que un Skoda bajo la luz de una farola, absoluta devoción por las armas y la parafernalia militar...
Una puta maravilla, de veras. Si hasta hay un momento al final en el que, tras mítica explosión
Renny Harlin (sic) style que finiquita a los bichos (sordociegos, por otra parte, pero chillones, en simpática alusión al bonito documental que Werner Herzog hiciera tiempo ha sobre esos pobres diablos más cerca del comportamiento de una piedra meona que de un humano), Fred Ward deja de mirar por un instante a los restos de poliespán que continuan llegando para soltar un guiñito (lo juro) pleno de orgullo, en plan
Ey, shavales, hemos sacaú esto adelante... venga esas lonchas!!, a cualquier felatriz o diseñadora de producción que estuviese fuera de plano.
Grande como una elefantiasis genital.