¿La moral? ¿Los principios? No hay nada más inmoral que la moral, nada más liviano y tergiversado que los principios. La moral es esa cosa que en base a la cual hace 40 años se encerraba a los homosexuales en un manicomio, después se les permitió refugiarse en sus guetos y hoy en día constituyen una aristocracia que pasea en carrozas doradas por la Gran Via como si fueran los nuevos faraones. Los principios, esa arcilla manoseada y corrupta, establecían hace años que la virginidad de la mujer era la razón de sus existir y su mayor tesoro. Hoy los principios premian la promiscuidad, el zorrerío, la capacidad para tragarse kilómetros de rabos y llegar al altar con un docena de bolas chinas en el coño.¿Debo dirigir mi vida por algo tan voluble e inestable como los principios? ¿Voy a dejar que los libidosos corruptos o los lascivos religiosos y moralistas me digan que lo que hoy esta mal mañana es virtud? Prefiero las leyes naturales. Prefiero el sentido común y la observación de los hechos.
Pena de muerte, esclavitud, virginidad, clases sociales, ateísmo, libertad religiosa,divorcio...¿que decía la moral y los principios éticos sobre estos hechos y que dicen hoy?
[...] Una mujer no es fiel, es lo único que puede ser.
Hablas de la moral como si ésta fueran los valores imperantes de una sociedad. El cristianismo dice lo mismo que hace 2000 años, el judaísmo, ni te cuento. Poco importa lo que haga la mayoría, a 15 minutos en avión de Cádiz la moral imperante cambia por completo.
¿Por ello la rechazas?
DoctorMente rebuznó:
¿Falacia Ad Hominem? ja ja ja, cómo están las cabecitas. Tanto te cuesta asimilar que no eres nadie ni ningún dios omnipotente para juzgar moralmente a una persona que recurres a esas chorradas de pedante (te imagino escarbando con tus patitas la dura tierra, tus ojos abiertos llenos de satisfacción de haber encontrado un tesoro, una respuesta más lógica, matemática, con la que tumbarme y aparentar ante estos sucnors ser el más inteligente de todos ellos) para justificarnos que sí, claro que sí, ¿por qué lo dudo mi amo?, que puedes permitirte la osadía de juzgar a alguien ya que tu existencia está regida por el camino recto y yo todavía no me he dado cuenta, por la máxima sabiduría material y celestial, sumo sacerdote de Puta Locura, ohh rabí, Gran Maestro guíeme con su brillante luz por la oscuridad de mis pensamientos. ¿Cómo puedo no reírme ante alguien que tiene el descaro y la desvergüenza de dar lecciones de moral, y que no bastando con eso, aparece ante nosotros como alguien libre de todo pecado? Dentro de poco hasta se pondrá a hacer milagros, a curar a los impotentes sexuales o a crear de la nada putas para todos.
¿De qué argumentos me hablas? Todavía no he leído un argumento tuyo demostrándonos la magneficencia que bendice la existencia de cualquier persona para juzgar moralmente a los demás. Ya no hablo de tí para que no te molestes. No estamos debatiendo sobre cómo realizar y sin equivocarse una ecuación de segundo grado: A dice que B, B dice que C, y C dice que A entonces A, o de regímenes u ordenamientos legales ¿hablamos de números o de leyes, o hablamos de Moral? Si hablamos de moral lo tienes todo perdido.
Si eres capaz de iluminarme lo que en negrita he señalado, te daré la razón. De lo contrario, puedes bajar de los cielos (si quieres, no te voy a juzgar) y codearte con tus hermanos (ἀδελφοὶ).
¿Por qué se debería abstener alguien de juzgar a otra persona? ¿Por qué debería prohibirse pensar sobre un determinado tema?
El cerebro es el principal instrumento de supervivencia del ser humano. Sin él no habríamos descubierto ni el fuego. La gente que deja de usar el cerebro o lo limita voluntariamente nos aleja de un mundo mejor y nos devuelve lentamente a las cavernas con sus decisiones irracionales.
Un ejemplo sencillo: muchas latinas que viven en España, pueden tener 4 hijos con 25 años, sin estudios, sin forma de sacarlos adelante. Les gustan los niños, se han criado de tal forma que cada familia tenía 4 o 5 mínimo. Pero ahora, ni con condones, ni con el sistema de pensiones que garantiza no tener que depender de tu descendencia... aun así, son capaces de joderse la vida... porque son tontas del culo. Esto afecta a toda la comunidad, podemos observar como muchos de sus hijos son malcriados y se convierten en escoria. Claro, la madre (soltera, claro) tiene que trabajar sin parar sin poder cuidar de ellos. La madre ha tenido varios novios (el William, el Freddy, etc.) pero cortó con todos ellos. Ahora sus hijos crecen en las calles y 2 de ellos son futura carnaza carcelaria, ocasionando un perjuicio a su madre y a todo el sistema.
La muy puta podría haber pensado un poco antes de tragar esperma, pero como no lo hizo, nos jode a todos. Ella no es apta para la supervivencia. Su vida será muy cutre. Eso sí, habrá follado mucho, cómo no.
Por supuesto que hay diferentes gradaciones, las cuales señalan lo apta para la supervivencia que es una persona. Otro ejemplo de moral adaptado a ti: imaginemos un tío que esté cachondo. Ese tío puede decidir ir de putas, gastar dinero y arriesgarse a contraer una ETS, además de perder un valioso tiempo. Otro tío en cambio, pensará: ¿cómo sería mi vida ideal? ¿Y la mujer que quiero? ¿Me gustaría que mi futura mujer haya ido de "putos" (que pueden haber sido gratuitos, simples garrulos que conoces un sábado noche y a los que puedes llamar en cualquier momento)? A mí no. No me molaría que mi futura mujer haya estado follando con 40 garrulazos del MSN, así que no me voy de putas, ya que ofrezco lo que pido. Además no me arriesgo a pillar una ETS ni gasto dinero. Tiene sentido. Por una pulsión sexual, no voy a causarme perjuicio económico, de salud, o mental (porque ir de putas no debe ser muy bueno para la autoestima, y follar con muchas tías cutres tampoco, pues acaba afectando a tu valoración sobre todo el sexo femenino), ¿no? Me hago una paja, y listo.
Exigir un celibato total me parece demasiado para hoy en día, así que acepto que mi futura esposa se masturbe.
Lo que tú has subrayado en negrita proviene de la moral cristiana. La cultura te afecta aunque no quieras. Ese argumento podría suscribirlo un cura.
Pues no: juzga, y prepárate para ser juzgado. Lo contrario sería ir contra tu propia supervivencia. ¿Acaso no juzgas si un alimento está en buen estado o no? Por la misma razón puedes juzgar si una persona está en buen estado o no. Desde luego que una alcóholica, fumadora, que se pule el dinero en ropita, sin miras, que se acuesta con 20 tíos al año, a mí no me parece que esté en buen estado.
La sociedad en la que vivimos le permite sobrevivir, pero esa tía a mí no me conviene. Por supuesto que la juzgo y que tú me juzgarás a mí, quieras o no. Intenta no juzgarme, intenta apagar tu cerebro.
Sobre lo marcado en rojo, copio un fragmento de un libro llamado Himno:
Yo soy. Yo pienso. Yo quiero.
Mis manos...Mi espíritu...Mi cielo...Mi Bosque...Esta tierra mía...
¿Qué debo decir además? ¡Éstas son las palabras! ¡Ésta es la respuesta!
Estoy parado aquí en la cumbre de la montaña. Levanto mi cabeza y abro mis brazos. Éste, mi cuerpo y espíritu, éste es el final de mi búsqueda. Yo quise saber el significado de las cosas. Yo soy el significado. Yo quise encontrar la justificación de la existencia. No necesito justificación para existir, ni ninguna palabra de permiso para hacerlo. Yo soy la justificación y el permiso.
Son mis ojos los que ven y la visión de mis ojos le confiere belleza a la tierra. Son mis oídos los que oyen y mis oídos le dan su canción al mundo. Es mi mente la que piensa y el juicio de mi mente es el único faro que puede encontrar la verdad. Es mi voluntad la que elige y la elección de mi voluntad es el único mandato que debo respetar.
Muchas palabras me han sido dadas, algunas son sabias, otras, falsas, pero sólo tres son sagradas: "¡Yo lo quiero!"
Cualquiera que sea el camino que tome, la estrella que me guía está en mí; la estrella y la brújula que señalan el camino apuntan sólo en una dirección. Apuntan hacia mí.
No sé si esta tierra en la que estoy parado es el centro del universo o una mota de polvo perdida en la eternidad. No lo sé, ni me importa, porque sé que la felicidad es posible para mí en la tierra. Mi felicidad no necesita de un objetivo superior para justificarse. Mi felicidad no es el medio para algún fin.
Ella es el fin. Es su propio objetivo. Es su propio propósito.
Tampoco yo soy el medio para algún din que otros quieran alcanzar. No soy la herramienta de nadie. No soy un servidor de sus necesidades. No soy el vendaje de sus heridas. No soy el sacrificio en sus altares.
Soy un hombre. ¡El milagro del Yo me pertenece!, soy su dueño y su guarda. ¡Es mío, para protegerlo, es mío para usarlo y es mío para arrodillarme ante él!
No renuncio a mis tesoros ni los comparto. La fortuna de mi espíritu no será fundida en monedas de bronce ni arrojada a los vientos como limosna a los pobres de espíritu. Yo guardo mis tesoros: mi pensamiento, mi voluntad, mi libertad. Y el más grande de ellos es la libertad.
No les debo nada a mis hermanos, ni ellos tienen deudas conmigo. No le pido a nadie que viva para mí, ni yo vivo para nadie. No codicio el alma de nadie, ni mi alma debe ser codiciada por nadie.
No soy enemigo ni amigo de mis hermanos, pero cada uno de ellos deberá merecerme. Y para ganar mi amor, mis hermanos deberán haber hecho algo más que simplemente haber nacido. No daré mi amor sin motivo a cualquier oportunista que lo reclame. Honro a los hombres con mi amor. Pero el honor es algo que debe ser ganado.
Elegiré a mis amigos entre los hombres, ni esclavos ni amos. Elegiré sólo a los que me gusten, a ellos amaré y respetaré, sin mandarlos ni obedecerlos. Uniremos nuestras manos cuando lo deseemos y caminaremos solos cuando queramos; porque en el templo de su espíritu, cada hombre está solo. Dejemos que cada hombre mantenga su templo intacto y puro. Entonces dejemos que una sus manos a las de otros cuando quiera, pero sólo más allá de su umbral sagrado.
Porque la palabra "Nosotros" no debe ser pronunciada, salvo por propia elección y en una segunda instancia. Esta palabra nunca deberá ser colocada en primer lugar en el alma humana, de lo contrario se convierte en un monstruo, en la raíz de todos los males sobre la tierra, la raíz de la tortura del hombre por el hombre, y en una mentira impronunciable.
La palabra "Nosotros" es como cal viva volcada sobre los hombres que se asienta y se endurece como piedra. Aplasta todo lo que está debajo. Lo que es blanco y lo que es negro se pierden igualmente en el gris. Es la palabra por la cual los depravados roban la virtud del bueno, por la cual el débil roba la fuerza del fuerte, por la cual los tontos roban la sabiduría de los sabios.
¿Qué es mi felicidad si todas las manos, incluso las sucias, pueden penetrarla? ¿Qué es mi sabiduría si incluso los tontos pueden mandarme? ¿Qué es mi libertad, si todas las criaturas, incluso el torpe y el impotente son mis amos? ¿Qué es mi vida si se reduce simplemente a hacer reverencias, estar de acuerdo y obedecer?
Pero yo estoy harto de este credo de corrupción.
Estoy harto del monstruo del "Nosotros", la palabra de la opresión, del saqueo, de la miseria, la falsedad y la vergüenza.
Y ahora veo la cara de dios, y elevo a este dios sobre la tierra, este dios a quien los hombres han buscado desde el comienzo de su existencia, este dios que les garantizará la felicidad, la paz y el orgullo.
Este dios, esta única palabra:
"Yo".
Lo que muchos no veis es que vuestra forma de ver el mundo afecta a vuestro futuro de manera brutal. Una buena forma de juzgar la moral de una persona es observar el bienestar que acaba aportando a una persona o a una sociedad, ver como progresan o retroceden.
Según los valores imperantes en una sociedad se puede preveer el futuro de ésta (a menos que ocurran milagros como encontrar grandes pozos de petróleo o tener diamantes, y aun así todo acaba volviendo a su cauce). Por eso me preocupa España. Porque veo que los jóvenes piensan que sus mujeres son basura, que no son de fiar... Porque como dice El Profeta en su última línea: "Una mujer no es fiel, es lo único que puede ser." Esto trae consecuencias. Esto acaba afectando al carácter a largo plazo. Y cómo este tema, muchos. Por eso los judíos siempre han podido medrar.
Es que ser judío es un chollo. Imagina que naces judío en una ciudad americana, en Seattle, por ejemplo.
Cuentas con una sociedad en la que puedes confiar en tus mujeres, en la que te apoyan por el hecho de ser judío, en la que te financian tus estudios si es necesario, nunca te falta de nada, se te vigila para que no te salgas del redil pero que sin embargo saques el máximo partido de ti mismo (que luego ayuda a toda la comunidad, etc).
Y ojo, que hay judías de todo tipo. Te puedes encontrar judías alternativas en plan rockero, judías empollonas, judías actrices de pasta... Esa gente da lo máximo de sí mismo. Y acaban medrando.
¿Cómo va a competir con un judío medio un español medio en este ambiente de desesperanza?
Se puede intuir la moral de una persona por todo. Desde su forma de vestir, de comer, de qué come, de sus aficiones, de con quién se relaciona, de su pasado. De todo. Yo lo tengo claro, tanto a nivel personal como social: