Mis vecinos de arriba están desquiciados. En un piso de una habitación conviven madre, hijo e hija quinceañeros rollo los de Ortega Cano, y abuela. Ah, y un gatito.
El hijo debe ser gilipollas perdido, hay mañanas que pasa de ir a clase y se pone a discutir a grito pelado con la abuela, que se expresa de manera casi igual a la de este vídeo:
Por las tardes está la madre, y unas dos tardes por semana se pone a gritar también al hijo. Pero se nota que el subnormal se achanta con su madre, y oyendo las ostias que se rifan, yo también me achanto.
La hermana también más de una vez le echa la bronca, más en plan "enderézate macho", pero el nene es carne de Hermano Mayor.
Lo que más me preocupa es que llevo un par de semanas sin oir al gatito. Antes maullaba un poquito cada día con el consecuente estado berserk de la madre, que por sus gritos debía tener espuma blanca en la boca. Pobre animal.
Al lado tenía una pareja de chinos que se mudaron hace un mes. Silenciosos y encima la china, apañada y de culo redondito, me ponía ojitos en el ascensor, lo cual me descolocaba totalmente viendo lo distantes que suelen ser el resto de chinas que trato, cuando pongo los gublins en el mostrador para que me los despache.
A siniestra, una vieja a la que aún no he visto.
A su lado un viejete chandalero que hace sonidos de tener una flema perenne en la campanilla.
Y mi piso se completa con una cuarentona borracha que vive con su padre senil. Hay madrugadas que se trae al novio y se ponen a fumar en descansillo y a charlar, para luego arrastrarle literalmente dentro de casa y follárselo. Esa también me puso ojitos un día, pero sospecho que iba bebida.