España es el tercer país de la UE con mayor número de presos (117 por cada 100.000 habitantes), sólo por detrás de Portugal y de Inglaterra. Siendo aún peor en EE.UU., el país más conflictivo del mundo, donde el número de presos alcanza el millón de personas.
En España hay 77 centros penitenciarios y el número de reclusos crece preocupantemente. Si en 1990 el número de personas encarceladas era de 33.035, en 2003 alcanza la sorprendente cifra de 54.341, de las cuales un 23 por ciento está en espera de juicio. Si hacemos un seguimiento por comunidades autónomas, descubrimos que la mayor cantidad de presos se encuentra, con diferencia, en Andalucía (12.115 presos), seguida de Cataluña, Madrid y Valencia.
El año pasado la población reclusa aumentó en más de cuatro mil presos, por lo que el Gobierno ha decidido invertir 130 millones de euros en la construcción de nuevos centros penitenciarios en las comunidades más problemáticas. Debido a este considerable aumento, cada vez se necesitan más funcionarios que se ocupen de su custodia. Hoy en día el control llega a ser tan precario, que en ocasiones un solo funcionario tiene que encargarse de vigilar a más de cien reclusos, y ésta es una situación de alto riesgo a la que se le debe poner solución.
La pretendida conflictividad que generan los inmigrantes ha dado mucho de qué hablar y aún continúa siendo un tema candente. El número de reclusos extranjeros en las cárceles españolas alcanza ya el 25 por 100, siendo los más numerosos con diferencia los presos marroquíes, seguidos muy de lejos por los colombianos y en tercera posición los argelinos.