Amor platónico

Estas vivencias te dejan un regusto agridulce estable, hasta que gracias al feisbu te encuentras un privado con el que te crujen las entretelas, unos tropecientos años después. "Eres tú? Te acuerdas de mí?" :cry:
 
Amor plátonico? que tonteria es esa? es una nueva ironia del foro?
 
La conocí cuando tenía 13 ó 14 años, no más, en la piscina del barrio. No íbamos al mismo instituto (yo estudié la EGB, el BUP y el COU como todo hombre de bien, no como toda esa manada de descerebrados que han surgido de la LOGSE y su puta madre), pero me enteré de que vivíamos cerca, tanto que desde mi ventana podía ver su terraza.

Me pasaba los días mirando, atontado completamente, con la esperanza de verla salir a esa maldita terraza. Alguna vez ocurrió. Alguna que otra vez me crucé con ella por el barrio, pero jamás me atreví a hablarle, ni tan siquiera a mirarla cuando estaba cerca.

Y un día, en un verano de los más calurosos que recuerdo, en la finca de los padres de un muy buen amigo, aparece un matrimonio amigo con tres hijos. Cuál fue mi sorpresa al verla bajar del coche, a ella, en la plenitud de los 16 años, con esa melena rizada, esa mirada de ojos marrones y su sonrisa, música celestial.

Fue un verano interesante, en el que conversamos mucho e hicimos las típicas locuras que hacen los chavales de 16 años. Eso sí, jamás la besé, ni la toqué, siempre pensé que ella me tenía por un buen amigo y por poco más.

Terminó el verano, y la vi muy pocas veces más. Durante el verano siguiente si coincidí con sus padres, pero no con ella. Por lo visto ya no tenía edad para ir a la finca de unos amigos a pasar unos días, y prefería la fiesta de la ciudad. Y le perdí la pista.

Unos años después me enteré de que su hermano pequeño había muerto por una enfermedad, y al día siguiente coincidí, como por arte de magia, con ella. Sus ojos se habían apagado, y su sonrisa no acudía tan rauda como antaño a su rostro. Le di el pésame. Lloramos. Yo había cuidado de ese muchacho un verano entero, y le había cogido mucho cariño. Después sus padres lo enviaron a estudiar fuera, y por eso no supe nada hasta el fatal desenlace.

Quedamos otro par de veces, para charlar de cosas estúpidas, en las que nunca me quedó claro si yo le gustaba o no. Lo que sí tenía claro es que yo la amaba.

Se fue a Madrid a estudiar en la universidad, y volví a perderle la pista.

Tiempo después, estando yo ya emparejado, la vi paseando a un perrito por el barrio, y me acerqué a saludarla. Recordamos los viejos tiempos, nos pusimos al día en nuestras situaciones personales y familiares (ella se había establecido en Madrid definitivamente, y tenía pareja), y, no sé como ni porqué, ya no lo recuerdo, la conversación le llevó a preguntarme: "Pero yo nunca te he hecho daño, ¿verdad?". Ahí lo supe, ahí supe que la muy cabrona había sabido siempre y desde el primer momento que yo la amaba, y que me habría abierto las venas si ella me lo hubiera ordenado. Le agradezco que, al menos, no jugara conmigo. Debí haber sido más valiente y habérselo confesado en su momento, o incluso allí.

Lo único que fui capaz de articular fue un escueto: "Hace mucho tiempo ya de aquello". Ella se me quedó mirando, como diciéndome que lo comprendía, pero que no había nada más que decir.

Le di dos besos, me despedí.

Jamás he vuelto a verla.

Hay días que la recuerdo, a ella y a su hermano, y alguno que otro me cruzo con su hermana pequeña, pero ya es tarde para seguir soñando.

Doy gracias a Dios por haberla conocido.
 
MarXito rebuznó:
Ahí lo supe, ahí supe que la muy cabrona había sabido siempre y desde el primer momento que yo la amaba.
Lo saben, lo saben, siempre lo saben. No son tontas aunque fingir ignorancia siempre les venga muy bien. Les libera de responsabilidad y les deja jugar a su antojo con nosotros - mientras nos dejamos.

Siempre agradeceremos conocer a alguien de quien nos enamoramos porque sólo hay una cosa más triste que estar enamorado de alguien que no nos corresponde; nunca haber sabido qué es eso de poder dejar nuestra vida aparte por otro.
Que sí, que es una putada y te mata por dentro. Pero al final, habrá que morirse de todos modos, no?
Yo no lo hubiera cambiado.
 
Vaserqueno rebuznó:
Lo saben, lo saben, siempre lo saben. No son tontas aunque fingir ignorancia siempre les venga muy bien. Les libera de responsabilidad y les deja jugar a su antojo con nosotros - mientras nos dejamos.


Vaserqueno rebuznó:
Siempre agradeceremos conocer a alguien de quien nos enamoramos porque sólo hay una cosa más triste que estar enamorado de alguien que no nos corresponde; nunca haber sabido qué es eso de poder dejar nuestra vida aparte por otro.

Supongo que por mis ansias y nerviosismo se dio cuenta de que me había llamado la atención... la cuestión es: ¿se dio cuenta ya desde que estábamos en las vías, o una vez que se sentó -¿accidentalmente?- enfrente de mí? Ay.

En lo último no coincido: a veces es mejor creer que esa persona a la que amamos, ya sea fugaz o permanentemente, es tal como la hemos idealizado. Si TODAS PUTAS, entonces mejor no conocer a ninguna. Por otro lado, es que siempre que he conocido a una mujer, he acabado sintiendo asco por ella. Por más bella, dulce, amable, inteligente, etc, etc, que fuera. Siempre suelen ser cotillas, víboras, crueles, etc. Es frustrante.

Hago referencia a las mujeres, porque en el caso de los hombres nunca tuve ningún amor platónico; el amor, en ese caso, siempre vino después del trato y de la correspondencia mutua.
 
Rascayu (el Garrepa) rebuznó:
Supongo que por mis ansias y nerviosismo se dio cuenta de que me había llamado la atención... la cuestión es: ¿se dio cuenta ya desde que estábamos en las vías, o una vez que se sentó -¿accidentalmente?- enfrente de mí? Ay.

En lo último no coincido: a veces es mejor creer que esa persona a la que amamos, ya sea fugaz o permanentemente, es tal como la hemos idealizado. Si TODAS PUTAS, entonces mejor no conocer a ninguna. Por otro lado, es que siempre que he conocido a una mujer, he acabado sintiendo asco por ella. Por más bella, dulce, amable, inteligente, etc, etc, que fuera. Siempre suelen ser cotillas, víboras, crueles, etc. Es frustrante.

Hago referencia a las mujeres, porque en el caso de los hombres nunca tuve ningún amor platónico; el amor, en ese caso, siempre vino después del trato y de la correspondencia mutua.

La única forma posible de que tú llames la atención de alguien es que le robes la cartera cuando se sobe en el tren y se vea forzado a perseguirte.
 
Tengo casi 34 años y no me ha pasado jamás.
Me dais pena.
 
Luego si me animo, lo estropeo con uno de mis ladrillos.

No preguntarte me salva...

No preguntarte me salva.
Si llegase a preguntar
antes de decir tú nada,
¡qué claro estaría todo,
todo qué acabado ya!
Sería cambiar tus brazos,
tus auroras, indecisas
de hacia quién,
sería cambiar la duda
donde vives, donde vivo
como en un gran mundo a oscuras,
por una moneda fría
y clara: lo que es verdad.
Te marcharías, entonces.
Donde está tu cuerpo ahora,
vacilante, todo trémulo
de besarme o no, estaría
la certidumbre: tu ausencia
sin labios. Y donde está
ahora la angustia, el tormento,
cielos negros, estrellados
de puede ser, de quizás,
no habría más que ella sola.
Mi única amante ya siempre,
y yo a tu lado, sin ti.
Yo solo con la verdad.

Pedro Salinas
 
pai-mei rebuznó:
Tengo casi 34 años y no me ha pasado jamás.
Me dais pena.

Es mutuo, Pai. Es mutuo.
Yo tengo 37 y he querido, me han querido, me han dejado y he dejado, me han despreciado y he hecho desprecios, me han follado y he follado.
He sido pagafantas y en alguna ocasión ellas han sufrido por mí, también.
He vivido.

La vida está para vivirla y sufrirla. Lo que no te mata, y esas mierdas.
 
Amor platónico no es si no aquella indecorosa fijación que sentimos hacia una hembra que no nos hace mucho caso o que, simplemente, ignora que existimos. Fijación que viene dada por el hecho de hallarnos en la triste tesitura de:

a) No tener otra cosa en que pensar.

b) No tener a quien arrimarle el ciruelo.

c) La suma de ambas cosas.


Se cura follando, ya sea con la platónica o con cualquier otra.

Fín.
 
Está quedando un hilo apañado con esas experiencias de amores imposibles que estáis posteando (al leer la del hijoputa de Marxito casi le he perdonado ese baneo de dos semanas no muy lejano) pero, realmente, el tema del hilo eran las compatibilidades y no los amores idealizados. En fin, me temo que tendré que sumarme al equívoco y hablaros de uno de mis mejores espejismos.

Fue hace unos 12 años, en mi último año de médico residente. En la última promoción antes de mi marcha entró ella (quizás debería escribir ELLA).

Era alta, tanto como yo, de madre nórdica y padre médico galaico, esbelta, de rubia melena larga, maravillosos dedos de pianista, piel muy blanca. Era residente de una de esas especialidades de laboratorio a las que ves cuando hacen guardias el primer año y luego desaparecen en el vientre del monstruo hospitalario, entre pipetas y mucosas biopsiadas en un cuartucho cualquiera.

Tenía tres activos extraordinarios, además de los descritos. El segundo y el tercero eran complementarios: su voz y su inteligencia emocional; parecía acariciarte cuando te hablaba, destilando sinceridad, buen rollo, comprensión, como si al mismo tiempo te estuviese hablando tu novia, tu hermana y una enfermera de un hospital de guerra en el cual te hubiesen extraído la metralla...

Del primer activo aun no he podido olvidarme de todo: eran sus ojos.

Nunca los he visto parecidos. Eran verdes. O grises. O verdegrises. Quien sabe. Me ponía nervioso si los miraba directamente. Y ella lo notaba. O tal vez fui indiscreto durante una borrachera y alguien le fue con el cuento. He vuelto a ver esos ojos muchas veces: a muchos metros de profundidad, un día que Neptuno me dio la espalda y pensé que podría ser el último, en las largas noches de soledad y exilio de los años que tuve que sobrevivir perdido en medio de la nada, en un millón de borracheras melancólicas en las barras de clubes de mala muerte...


No podíamos ser más diferentes: entonces yo era un juerguista borrachuzas y canalla, un follarín al que todo le salía bien. Ella era seria, no salía casi nunca, no se sumaba a las juergas de los residentes. Tenía novio (claro) en su ciudad de origen. La gente que lo conocía decía que era un guaperillas un poco cabrón, que a veces la dejaba y luego volvía con ella. Para que preguntar más... siempre me pareció notar cierta condescendencia cariñosa por su parte hacia mi merecida fama de crápula.

Tiempo después de dejar el hospital volví a encontrarla: me saludó con cierta distancia, y cuando forcé la conversación intentando no mirar mucho a sus ojos la vi como distraída y con prisa por irse. Efecivamente, yo no era nada especial para ella, sólo una sombra ya casi difuminada en el pasado.
 
Ladrillo incoming.

¿Nunca habéis tenido la sensación de lejanía y cercanía al mismo tiempo?... Me intentaré explicar muy brevemente; se trata de esa sensación de recordar una historia o una etapa de tu vida de una manera difuminada o borrosa en el tiempo, con cierto aire distante y remoto en cuanto a su longitud, pero a la vez, recordar los detalles relativos a una parte de esa etapa con una nitidez y una claridad pasmosas. No recuerdo demasiado de mi primera etapa en el instituto, hace diez años más o menos, en cambio, recuerdo todos los momentos relacionados a una chica.

Pongo el contexto en spoiler para que no me acusen de contar mi vida porque sí :lol:

Yo provenía de una zona de Vallecas -Madrid- bastante conflictiva, donde imperaba la ley macarra; gitanos campando a sus anchas, drogadictos asaltando personas en busca de dinero con el que alimentar su mono, delincuentes en potencia robando casas, ladrones de poca monta recién salidos de prisión cuyo único objetivo vital residía en robar y vender lo robado... Era un panorama desolador para crecer... Imaginad encima para el desarrollo educativo y cultural de un chaval. En Vallecas y alrededores, por aquel entonces, reinaba una ley; o machacabas o eras machacado. Conviví con esa dicotomía durante algunos años. Sólo podía escoger una opción, la escisión era más que clara y las opciones eran cristalinas. Tomé la decisión de machacar, pero sin olvidar el tema estudiantil. Aprobaba con excelentes notas pero tenía que hacer el cafre ante la multitud; pellas, mala actitud en clase, respondón y muy indisciplinado. Todo eso era de cara al público, ante el gentío que me rodeaba. Realmente no tenía más opción. En el ámbito privado era otra persona. Era el hijo perfecto; educado, responsable y muy perspicaz para lo que se destilaba en mi casa o en el barrio.

Una vez acabé el colegio, comencé el instituto, más concretamente tercero de la eso. Tenía trece años si los cálculos no me fallan. Pero había un problema. El instituto al cual fui asignado colindaba con mi barrio, así que toda la chusma y toda la morralla acabaron allí, cercándome, fagocitándome y obligándome de manera indirecta a unirme a ellos de nuevo. Ya sabéis, machacar o ser machacado. Así que volví a las andadas; gamberro de día y estudiante aplicado de noche. Tuve muchísimos problemas para adaptarme a mis compañeros de clase, la mayoría pijos, aunque todos, absolutamente todos, buena gente. Partes disciplinarios, faltas de asistencia injustificadas y malos modos en clase, en eso se resumía mi vida estudiantil. Grandes notas, eso sí. Me sentía odiado por el resto de mis compañeros. Notaba como sus miradas se clavaban en mí. Si me preguntaba el profesor fingía no saber la respuesta. Si un compañero pedía mi ayuda, me negaba a socorrerlo. Fui un auténtico hijo de puta con todas las letras. Mis compañeros de clase no me tomaban en cuenta para nada, me tenían odio, pánico, pavor. Veía temblequear sus piernas cuando me dirigía hacia ellos con cualquier pretexto. Sus ojos estaban llenos de temor. Yo lo notaba. Pero no podía hacer otra cosa... Al finalizar la clase tenía que juntarme con los macarras y hacer ver que era un tipo muy duro. Era penoso, aunque a cambio de ello tuve inmunidad diplomática durante años.

Pero en este tapiz que he dibujado, había un resquicio por el que me sentía bien. Sí, se trataba de una chica. Era muy buena persona, graciosa e inteligente. De proporciones perfectas. Una voz aterciopelada, en el límite entre el chillido y la calidez. Sus marrones ojos, de infinita claridad, hacían que me viese reflejado a mí mismo cuando la miraba. Ella era la fina línea que separaba el horror de unos con la indiferencia de otros. Con ella siempre conviví en el medio de todo, en el estrecho camino que delimita la separación de dos vidas. Con ella no tenía que ser ni un macarra ni un empollón. Con ella podía dejar llevar mis entrañas a cualquier lugar sin temor a las consecuencias. Se sentaba conmigo, hablaba conmigo, trataba conmigo. Su mirada desprendía vida y verdad. Yo era consciente de que ella sabía mi secreto. Ella era consciente de que yo sabía que ella lo sabía. Donde hay verdad no se precisan palabras, así que jamás charlamos sobre ello. Pasaba el tiempo y cada vez estábamos más a gusto el uno con el otro. Íbamos al cine, paseábamos, nos mandábamos toques y mensajes... Recuerdo lo nervioso que me ponía cuando recibía uno de sus mensajes... Por dentro era un huracán de nerviosismo y sensaciones encontradas. Inmediatamente después de ser recibidos y leídos, los mensajes eran guardados en mi memoria. Memoria eidética para aquellos grupos de palabras. Posteriormente los borraba. El móvil era de mi padre. Yo, por aquel entonces, no disponía de móvil, era demasiado joven para tener uno. Ella era tan agradable, simpática y cariñosa conmigo que no necesitaba nada más para ser feliz en aquel instituto. Pero como ya supondréis aquellos que halláis llegado hasta aquí tras la deglución del detritus de mierda que os he proporcionado hasta ahora, la cosa ha de torcerse, ha de corromperse de alguna manera, de alguna forma, puesto que se trata de mi amor platónico, la persona con la cual he compatibilizado de manera más profunda. Ella se fue a vivir a otro lugar de Madrid, un lugar que en aquel entonces para mí era insoslayable. El espacio que nos separaba era inabarcable, de una extensión infinita en aquellos tiempos, con trece años, sin dinero con el que poder viajar y en una situación económica familiar mi precaria. Una distancia que a día de hoy es ridícula, hace diez años fue el dique que echó al traste con todo. Sí, soy gilipollas -carita de facepalm-.

Seguimos creciendo, cada uno por su lado, aunque con un nexo común; el móvil. Rogué a mis padres que me compraran uno. Supliqué, imploré, pero no hubo manera en un primer momento. Yo no era consciente del increíble gasto que le suponía a mi familia en aquella época la adquisición de un móvil. Era mutilar el presupuesto económico que se marcaba en mi casa. Al final, razoné y entré en vereda. Pero seguí pensando como conseguir un móvil, hasta que di con ello. Mis padres no tenían beca alguna para la adquisición de libros de texto, así que se veían compelidos a comprarlos. Era un verdadero gasto. Hablé con el departamento de orientación del instituto, y me informé sobre como conseguir una beca de libros. Los parámetros exigibles eran ser más pobre que las ratas -cumplido- y tener una trayectoria académica superior al 7 de media, algo que también cumplía. Así que negocié con mis padres y ambos alcanzamos nuestro objetivo; ellos se ahorraron bastante dinero en libros y yo pude disfrutar de mi móvil particular. Durante meses estuvimos muy en contacto, yo le contaba mi patética vida y ella me contaba la suya, que no era menos triste. Sus padres tenían un bar y la obligaban a trabajar en él y estudiar al mismo tiempo sin remuneración alguna. Con el tiempo nos fuimos distanciando. Comencé el bachillerato sin tener noticias suyas.

Me encontraba en el hospital, después de haberme fracturado la pierna por tres lugares distintos. Llevaba prácticamente dos años sin saber nada de ella. Pero allí estaba, en el hospital, visitándome. No sabía cómo se había enterado de mi accidente, ni el porqué de su visita. Después de hablar con ella me comentó que seguía en contacto con algunos de los compañeros de clase con los que apenas trataba. Les preguntaba por mí, por mi situación, por los derroteros por los que discurría mi vida. Yo era ajeno a todo esto. Pero allí estaba, de nuevo, para apoyarme en un momento complicado. Todavía no le he dado las gracias por ello. Recibí visitas de muchos compañeros que con el paso del tiempo se fueron dando cuenta de mi estrategia; no era normal que un "gamberro" obtuviese esos resultados académicos. Además todo se había puesto mucho más fácil, puesto que cuanto más ascendía yo en la escala estudiantil, menos macarras tenía a mi vera. Sólo debía coexistir con ellos en el barrio, así que los malos modales se tornaron en educación hacia el resto de mis compañeros. Pero ella sobresalía de entre el resto. Siempre tuve hacia ella un sentimiento de hermano, sin embargo, acabé enterándome de que ella sí tuvo algo más profundo por mí. Después del hospital volvimos a perder el contacto. Era una sensación extraña. Sentía que ambos seríamos más felices separados, alejados el uno del otro. La distancia hace añicos todo, creo que es lo único que he sacado en claro a lo largo de mi corta vida.

Tres años después recibí una llamada suya. Tenía un estado de sorpresa tal que me temblaba la voz. No podía parar de andar mientras escuchaba de nuevo su voz. Me dijo que habían planificado entre los antiguos compañeros de clase del bachillerato una cena, con posterior salida nocturna. Volvería a verla después de tres años. Después de que la volviese a dar una patada en el culo como un vulgar subnormal después de sus visitas al hospital. No podía creérmelo. Pero a medida que iban pasando los días, a medida que el tiempo transcurría y la hora de volver a encontrarme con ella se acercaba, yo me sentía más jodido. Notaba como iba destruyéndome poco a poco. ¿Miedo?... ¿Pánico?... ¿Idiocia?... No lo sabía. Acabé inventando una excusa para no ir. Ella me llamó en multitud de ocasiones pero no se lo cogí. Realmente no sabía el porqué no quería contactar con ella de nuevo. ¿Miedo al compromiso?... ¿Qué compromiso?... Era una sensación tan extraña que no soy capaz de explicarlo con palabras que no sean insultos hacia mí mismo. Ahí quedó la cosa.

Intercalé la universidad con el trabajo, la física con la informática, los números con los bytes.

Hace un año me encontraba trabajando. Sentí un impulso en mí. Era un impulso feroz, ferviente, de una dureza extrema. Me golpeaba con una fuerza nuclear. Inoculaba en mí ciertos deseos y anhelos a una velocidad atómica. No pude refrenar aquel poder que brotaba dentro de mí, aquella fuerza desconocida que emanaba de dios sabe donde, que me obligaba a llamarla. Así que hice acopio de todo el valor que tenía en ese momento, que a día de hoy sigue siendo cero, y la llamé. Charlé con ella alrededor de dos horas. Al parecer le iba estupendamente. Había estudiado fisiología y ahora era masajista. Seguía trabajando además en el bar de sus padres, pero cobrando por ello. Parecía feliz. Yo estaba empecinado en quedar con ella, pero a medida que iba transcurriendo la conversación, menos ganas tenía. La denotaba tan feliz que no quería estropearlo. Vislumbraba su felicidad y me llenaba de desdicha por un lado, pero de tranquilidad por el otro. Su felicidad me tranquilizaba, sabía que no había sufrido en todo este tiempo, así que me eliminé de la ecuación. No quedé con ella. El recuerdo de su voz aun no se ha ido.

Me licencié en físicas, me especialicé en física teórica y estoy apuntalando la que será mi tesis doctoral, postrada dentro de la teoría cuántica de campos, a la espera de presentarla en un futuro ante los jueces pertinentes que valorarán si me convierto en doctor en física teórica, Actualmente estoy iniciando una especie de relación amorosa-follamiguil con una chica. Casi tres meses desde que la conozco. Aun no he cumplido los 25 años y no pasa un solo día en el que no piense en teclear su número y quedar con ella. Quizás algún día de estos lo haga. ¿Vosotros lo haríais?...
 
pai-mei rebuznó:
Tengo casi 34 años y no me ha pasado jamás.
Me dais pena.

Tú no has vivido.

Vaserqueno rebuznó:
Es mutuo, Pai. Es mutuo.

Tú, tampoco.

Luego si me animo, lo estropeo con uno de mis ladrillos.

Por favor.

Slowhand rebuznó:
acabé el colegio, comencé el instituto

trayectoria académica superior al 7 de media,

Intercalé la universidad con el trabajo, la física con la informática, los números con los bytes.

Hace un año me encontraba trabajando.

Me licencié en físicas, me especialicé en física teórica y estoy apuntalando la que será mi tesis doctoral, postrada dentro de la teoría cuántica de campos, a la espera de presentarla en un futuro ante los jueces pertinentes que valorarán si me convierto en doctor en física teórica,

Muy bien, pequeño Will Hunting, pero esto no es la cola del INEM. Hijo de puta, como te gusta hablar de ti :lol:, pareces una mujer. Cuatro palabras que le has dedicado al supuesto amor platónico. Todo el ladrillaco gira en torno a lo gansta que eras, lo buen estudiante que eras, lo dura que era tu vida, cómo conseguiste hacerte con un movil y tu curriculum académico. La historia del genio desclasado ya está muy explotada. Mira lo triste que resulta Indiferencia. No vayas por ese camino.
 
Nueces rebuznó:
como te gusta hablar de ti

Transtorno narcisista de la personalidad lo llama mi terapeuta. Pero claro, era MI amor platónico, no EL amor platónico en sí. Ha sido conmovedor, joder.

Nueces rebuznó:
Mira lo triste que resulta Indiferencia.

Tío, yo soy teórico, no ingeniero. Yo molo, ellos no :lol:
 
Llámala, Slowhand, maldita sea. Hazlo por todos aquellos que hemos tenido un amor plátonico y no tenemos manera de volver a contactar con él.
 
Niandra rebuznó:
Llámala, Slowhand, maldita sea. Hazlo por todos aquellos que hemos tenido un amor plátonico y no tenemos manera de volver a contactar con él.

No veo correcto facilitar el derrumbe de lo que estoy empezando ahora por dios sabe qué clase de sentimiento por ella. No deja de ser otra excusa para seguir distanciado de ella, pero no me sentiría bien si jodo lo que tengo ahora por algo tan inefable que no soy capaz de expresar en un foro de pajilleros desconocidos.

Simplemente quería dejar mi historia porque me gustó el tema del hilo y su desarrollo.
 
Slowhand rebuznó:
Una vez acabé el colegio, comencé el instituto, más concretamente tercero de la eso.

¿Gñé? Tienes mi edad así que el colegio acababa en 8º de EGB y el instituto empezaba en 1º de ESO. Ahí ha habido un salto de 2 años en el limbo. Buena historia hijodeputa, pero no la llames, tú sabes que ya ha pasado demasiado tiempo y que si irrumpes en su vida la macillarás. Quédate con el buen recuerdo que tienes ahora.
 
Slowhand rebuznó:
Transtorno narcisista de la personalidad lo llama mi terapeuta.

Pues dile que se actualice, que lo van a eliminar del DMS-V. A mí me dejan sin trabajo, porque no hago más que diagnosticarlo.

Slowhand rebuznó:
Tío, yo soy teórico, no ingeniero. Yo molo, ellos no :lol:

Mira, aquí has estado fino.

Niandra rebuznó:
Llámala, Slowhand, maldita sea. Hazlo por todos aquellos que hemos tenido un amor plátonico y no tenemos manera de volver a contactar con él.

Claaaaro. Llámala, Slowhand, dile que vas a ir a verla, que ya te has sacado el billete de tren. Todas putas.
 
Slowhand rebuznó:
No veo correcto facilitar el derrumbe de lo que estoy empezando ahora por dios sabe qué clase de sentimiento por ella. No deja de ser otra excusa para seguir distanciado de ella, pero no me sentiría bien si jodo lo que tengo ahora por algo tan inefable que no soy capaz de expresar en un foro de pajilleros desconocidos.

Simplemente quería dejar mi historia porque me gustó el tema del hilo y su desarrollo.

Pues entonces seguirás con esa espina clavada para siempre, preguntandote que hubiera podido ser. A mi me pasó una vez, por no tener un par de ovarios para atreverme, y sigo arrepintiéndome.

Pero bueno, si lo que tienes con tu actual te importa lo suficiente para no echarlo a perder por un amor platónico que puede salir mal, lo comprendo.

Nueces rebuznó:
Claaaaro. Llámala, Slowhand, dile que vas a ir a verla, que ya te has sacado el billete de tren. Todas putas.

Como mucho de metro, que dice que los dos viven en Madrid. :lol:
 
Duendec_verdec rebuznó:
¿Gñé? Tienes mi edad así que el colegio acababa en 8º de EGB y el instituto empezaba en 1º de ESO.

Depende del colegio, supongo. Yo cursé toda la primaria, primero y segundo de la eso en el colegio. Comencé el instituto en tercero de la ESO. De hecho yo no conozco lo que es la EGB; dos años de parvulario, cinco años más de primaria hasta sexto, y ahí comenzaba la ESO. Eso de EGB suena a mi padre :lol:

Niandra rebuznó:
Pues entonces seguirás con esa espina clavada para siempre, preguntandote que hubiera podido ser. A mi me pasó una vez, por no tener un par de ovarios para atreverme, y sigo arrepintiéndome.

Este párrafo se contesta con el siguiente que has emitido. Al final esto es una balanza y debo sopesar, y como de manera "sentimental" me es imposible porque son querencias distintas, la probabilidad dice que si lo dejo estar, tengo lo que tengo actualmente. Si me arriesgo y retomo lo que tenía con esa chica, puede que acaben mal todas las partes. Suena un poquito narcisista, creo :lol:
 
Por cierto, con el ladrillo de Slowhand ha pasado desapercibida la historia de Stavroguin. Debo decir que me ha emocionado toda ella. :oops:
 
Nueces rebuznó:
Vaserqueno rebuznó:
Es mutuo, Pai. Es mutuo.
Tú, tampoco.
:22
Lo que tú quieras.
Ciertamente me quedan muchas cosas por hacer.
El 'es mutuo' no expresaba mi empatía por la habitación vacía que debe ser la vida de alguien que con 34 años presume de no haber caido nunca en ese estado tan lamentable que es el encoñamiento irracional.
Era porque Pai, con esa afirmación, también me da pena. Pero poca porque me la sopla, realmente.

Hala, Nuececilla, con Dios.
 
Creo que nadie ha puesto este tema de Chiquetete ad hoc. Expresa perfectamente el espíritu del hilo. Temazo, by the way.



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Vaserqueno rebuznó:
Hala, Nuececilla, con Dios.

Tu condescendencia me hiere a la vez que me irrita profundamente. No hagas caso a Pai. Se dedica a coleccionar fotos de foreras. Podría darnos lecciones sobre el tema. Yo podría hablaros sobre lo duro que es tener una novia foril.
 
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