MeyGen V rebuznó:
Curioso, eso de actuar mientras se folla con el objetivo de ganarse un prestigio en el mundo del folleteo.
Más o menos al contrario de lo que ocurre por aquí, muchas veces las mujeres se "cortan" a la hora de montar un numerito en la cama tratando de evitar que las tomemos por ninfómanas o zorrillas.
Buena reflexión. Voy a intentar explicar algo, pero sospecho que no lo voy a hacer bien y que se me va a malentender. A ver si soy capaz de expresarlo adecuadamente.
En Cuba, muchas mujeres suelen decir una frase que para mí es sumamente reveladora: "Yo soy muy puta, pero sólo con mi macho". Si a este dato añaden ustedes el de cómo se comenta allí quién es o no "malahoja", supondrán de todo esto que el macho cubano debería estar encantado cuando se empareja con una joven no ya sólo caliente, sino además que sepa manejarse en la cama.
PUES NO...
Y es que los cubanos podemos presumir de muchas cosas, pero no de coherentes. Allí, no se puede negar, el hombre se congratula al ver que su yegua tiene más experiencia en la cama que el Che en el paredón (no andará preguntándose: "y esta puta ¿a cuántos se ha tirado?", como hacen algunos españoles), pero sin duda buscará, cómo llamarlo, "alicientes". Y por alicientes han de entender aspectos concretos de la mujer que no hayan sido usados por las parejas anteriores de la mujer. Dos ejemplos claros: el culo y la maternidad.
Los cubanos somos viciosos al sexo anal, pero especialmente somos enfermos a ROMPER EL CULO de las yeguas que dicen ser vírgenes por ahí. Si su novia le reconoce que no ha dado el culo, el ¿amor? del macho se multiplica por mil y, hasta que ella se lo dé, el cubano se olvidará de andar tanteando a la vecina, a la boba de la esquina, a la madre del amigo y a la médico de familia. Y entenderán la razón perfectamente. Es algo que haces tuyo al estrenarlo. Nadie más había profanado el hueco chiquito. Entre las más puticas o más maquiavélicas, no es infrecuente, cuando quieren conseguir la atención de un macho concreto, mentir dejando caer que no han dado el culo. El problema para ellas es que, como todo se habla, tienen que haber sido muy discretas en el pasado sobre lo que han hecho o no en la cama con sus parejas. Sólo suele funcionar si el macho es de otro reparto (barrio), al menos hasta que descubre la verdad.
Lo de los hijos es lo mismo, aunque a mí siempre me ha parecido de idiotas. Muchos hombres cubanos encuentran un aliciente en que una mujer les dé su primer o primeros hijos. A la vez, muchas mujeres con pocas luces ven el hecho de que un macho les haga una barriga como una forma de marcar territorio, retenerlo y hacerlo suyo definitivamente con el que suponen que es el mejor obsequio. Pobres, cómo se puede albergar semejante esperanza en un país en el que el divorcio y la manutención de los hijos resultan tan asumibles...
Perdón, me he perdido en detalles que venían al caso. Decía que en Cuba se acepta de buen grado entre los hombres que la yegua llegue rodada. Allí el problema suele ser cuando ésta pasa de los 35 años y empieza a ajarse (el macho entonces se vuelve un obseso, tratando de encontrar una jovencita para los ratos libres o, incluso, para dar la patada a la temba y fichar a la baby). Pero el hecho de que la tipa haya pasado por unos cuantos lechos no suele ser un drama en tanto y cuanto la joven no sea considerada un putón verbenero. Al fin y al cabo, ¿qué mujer cubana no ha pasado por al menos 15 pingas desde la llegada de la Revolución (con el consecuente proceso de secularización y pérdida de influencia de la religión católica)? Y es que en algún sitio tienen que aprender a comerse una pinga como Dios manda y a bailarla con gusto y ritmo.
Pero en España no entiendo qué les pasa a algunos de entre ustedes (ya ven que no generalizo). Ustedes quieren, como los cubanos, una mujer que sea reputa pero que "ejerza" sólo con ustedes. Hasta ahí, ya ven, son idénticos a los cubanos. Sólo que hay una porcentaje no tan pequeño de gallegos que reconocen (las conversaciones de bar a veces se ponen de lo más sinceras, por desgracia) que les pone nervioso el hecho de que sus parejas o la mujer que ansían hayan pasado por el catre de un par de decenas de hombres. Bueno, no sé cómo lo verán ustedes, pero para mí de una pareja sólo cuenta lo que me hace en el presente: si me mama la pinga como una aspiradora, ¿qué voy a hacer: disfrutarlo o ponerme a pensar si habrá aprendido con 30 machos? Mejor evitar modos tan enfermizos de encarar ventajas incuestionables.
Supongo que detrás de esto habrá inseguridades y complejos por parte de dichos varones, que en muchos casos suponen ( así lo reconocen algunos) que no podrán aguantar la comparación con exnovios de su actual pareja. Pobres pánfilos, si ellos supieran... Pero de eso hablaré otro día.
En este mismo contexto, muchas mujeres españolas temen que se les tome por lo que no son y prefieren aparentar una "beatitud" bastante aburrida para un macho (aunque esto ya no se da tanto entre las nuevas generaciones). De todos modos, cuando, como ya expuse en otro post, se encaman con alguien como yo, a quien no consideran a la misma altura social ni perteneciente a su mismo entorno (en definitiva, cuando están con alguien a quien, bajo el barniz de la tolerancia, se le ve exclusivamente como una pinga grande y un ser inferior pero animal y sensual, y no como un sujeto capaz de enjuiciar a la otra persona por sus actos), sale lo que llevan oculto. Que es muchas ganas de puterío, pero poca capacidad para desarrollarlo (de imaginación y aguante, las españolas van justísimas) por un terrible horror a ser dominadas, que es -a la vez- lo que les pide el cuerpo pero no la mente alienada con la que cargan y que tan bien han trabajado algunos sectores sociales.
En descargo de la mujer española se puede decir que trabaja más y de modo mucho más estresante que la cubana de la isla, de donde se podría sacar la explicación de su soserío sexual, pero hay algo más profundo y más enfermizo, que ya describiré cuando hable de mi experiencia en este país con las mujeres gallegas. Lo que sí adelanto es que la mujer española es bastante menos feliz que la cubana en términos generales y difícilmente puede atribuirle esa penalidad al varón gallego.
Es muy curioso esto, porque conozco unas cuantas mujeres cubanas que están más que satisfechas con sus maridos españoles. Y es que querer es poder. Y al macho español le va la singandera, que lo traten con dulzura, mimo y cariño y que le dejen su espacio para sentirse macho. Por eso precisamente los cubanos los vemos con tanta simpatía como incomprensión por su nula rebelión ante los desmanes de sus compatriotas femeninas.
Y no se engañen, ustedes los españoles físicamente no tienen nada que envidiarnos a nosotros los cubanos. El problema es que ustedes se han dejado hacer demasiado por ya saben quiénes. Y ahora las mismas que deberían estar satisfechas con las prevendas obtenidas y el respeto logrado, echan en falta al macho hostil y básico. ¿Retorcido, verdad? Menos mal que a mí eso me permite mantenerme...