



Yo lo que veo, al hilo del affaire Marcokra, es mucha envidia insana y ponzoñosa. La envidia del
loser que espera el paso del vencedor tras la esquina para espetarle su desacertada decisión, con aspecto desharrapado y aliento fétido a alcohol, botella rota en mano.
El cabezas no ha participado en el juego, de acuerdo. Pero no se trata de eso, se trata de que ella ha ganado y el resto de plañideras no. Quien gana algo, hace con su regalo lo que le sale del papo. ¿Tiene sentido dárselo a quien no lo ha ganado? Pues no, en absoluto. Lo que sí tiene sentido es que lo disfrute y exhiba alguien que sí merece recibir este tipo de presentes, venga a cuento de algo o no, y que es un museo foril viviente, como es El Cabezas y su cueva.
Envidiosos de mierda, que parecen vulgares y patéticas mujeres.