Breve pero encarnizado combate naval sucedido el 27 de septiembre
de 1538, en el golfo de Ambrakikos, Ambracia o Artá, en la costa
epirota griega, donde se ubica la localidad de dicho nombre, también
denominada Prébeza o Prevesa.
Se considera un combate de discutible relevancia dentro de
las guerras navales mediterráneas, no se conocen demasiados datos
sobre él; y los que hay hasta son contradictorios, según la fuente.
Un año antes, en 1537, el Sultán de la Sublime Puerta,
Soleimán el Magnífico, se decidió a atacar a la Serenísima
República de Venecia, su antagonista inmediato por el dominio
del Mediterráneo oriental.
Entonces su otro gran rival, Carlos I de España, había iniciado
una guerra contra Francisco I de Francia, aliada formal de El Turco,
quien gracias a sus espías creyó que era el momento idóneo para
satisfacer los intereses de su aliado formal desde 1536, a la vez que
relanzaba los suyos propios. Mientras el francés presentaba batalla
a Carlos I en tierra, él lo haría en el mar.
Soleimán disponía para ello de una gran flota al mando del felino
corsario y pirata Khar Al Din o Hayradin, temido en el Mediterráneo
por el sobrenombre de Barbarroja. Debido a su tenaz lucha contra
los españoles, había sido nombrado Beylerbey de Argel y las islas
mediterráneas por el Sultán turco en 1533; al año siguiente le hará
Kapudán-I Dariá o "gran almirante del mar" de la flota otomana.
En los años subsiguientes Barbarroja se hizo con unas 25 islas
del Mediterráneo, arrebatando gran cantidad de posesiones a
venecianos y españoles, dándose una guerra sin cuartel.
Para enfrentarse a los otomanos y berberiscos, los amenazados
reimpulsaron la vacilante Santa Liga, alianza contra el Islam integrada
por la unión militar de España,Venecia y los Estados Pontificios.
Reunieron una escuadra integrada por un grueso de navíos venecianos
y hombres armados por el emperador español Carlos I, el Papa de la
iglesia católica romana Pablo III, y el Dux de Venecia; la armada fue
comandada por el buen almirante genovés Andrea Doria.
Doria ya había derrotado a los corsarios islámicos en Pianosa (1519),
y tras expulsar a los franceses de Génova, fue proclamado Pater Patriae,
poníendola bajo la protección del Sacro Imperio Romano Germánico.
Carlos I de España le nombró General del Mar y Príncipe de Melfi.
Conquistó Tolón y Túnez con una gran flota en 1535, y participó en
la expedición de Argel, pero no pudo tomar Marsella al año siguiente.
La nueva escuadra de Doria estaba formada por 81 galeras venecianas,
50 españolas y 36 pontificias. Los otomanos y berberiscos sólo
tendrían unas 22 naves.
En Prevesa los buques otomanos iniciaron al parecer las hostilidades
con un potente fuego de piezas artilleras acompañado de la habitual
lluvia de flechas incendiarias, eliminando a 7 navíos de la Liga al
poco de empezar la batalla.
Sin embargo Doria logró rehacer sus líneas y lanzar un furioso
contraataque, que frenaría el ímpetu otomano.
Durante el combate se hizo famoso por su arrojo el capitán
vizcaíno Machín o Matxín de Munguía, quien pudo abrirse
camino entre varias galeras turcas.
Según la versión cristiana, Barbarroja huyó, aunque apenas tuvo
pérdidas. La versión turca dice que fueron los de la Liga quienes
abandonaron en el fragor de la lucha.
Ninguno de los contendientes admitió una derrota, si bien los
cristianos tampoco dijeron haber vencido, aunque lograrían salvar
la mayoría de sus naves tras un inicio adverso. Es probable que, tras
este, se replegaran por el desacuerdo entre sus mandos; por lo visto
los venecianos no quisieron arriesgar más preciadas naves ante un
enemigo tan próximo a su Terra Firma, motivo que ocasionaría las
disputas entre sus comandantes y el impuesto líder genovés Doria.
Otros afirman que los venecianos impidieron al almirante perseguir
a Barbarroja para seguir ostentando su dominio comercial sobre el
Mediterráneo oriental, pues si Jayradin era muerto, la presión
berberisca sobre España se reduciría un tanto, y podría expandir su
dominio hacia oriente. Venecia preferiría pactar con Argel y que
siguiese hostigando a los hispanos en occidente.
Existe un gran cuadro al óleo en el museo de la marina de Estambul,
en el que los turcos se muestran como vencedores, lo cual es
improbable por su inferioridad numérica ( 8 contra 1); de ser cierto
lo mostrado en esta obra, no descartaría que fuesen ellos los que se
replegaran tras el éxito inicial, y que fuese la indecisa armada
cristiana la que no les persiguiera por falta de acuerdo.
Sin embargo, el resultado táctico final sería igual de intangible.
El resultado estratégico de la batalla desfavoreció a la Santa Liga,
al fracasar en su propósito de evitar que los otomanos mantuviesen
cierta supremacía naval en el Mediterráneo, absoluta en las costas
orientales. Los turcos seguirían representando un peligro para
cualquier bajel que se aventurara en sus aguas, y los piratas de
berbería continuarán asaltando las costas meridionales de Europa,
perjudicando sobre todo a italianos y españoles.
Sin embargo tal predomino se debería a la crisis interna de
la Santa Liga, incapaz de reunir una nueva flota. Su principal
impulsor, Carlos I de España, tenía otros conflictos en Europa
que requerían su atención aparte de El Turco, que además
disponía de mayor cantidad de recursos, rehaciéndose de sus
pérdidas militares con desalentadora rapidez.
Argumentando una previsible falta de mayor apoyo de España,
Venecia abandonó la Liga e intentó pactar por separado con
los musulmanes, esperando salvar lo poco que pudieran de su
emporio comercial. Por otra parte los turcos siempre habían
dado cierto trato de favor a los venecianos, por el interés
mercantil mutuo. El Dux firmaría la paz entregando sus
últimos reductos en Dalmacia, Morea y las islas egeas,
aunque pudo conservar Chipre, Creta y Corfú (1540).
Esta acción avalaría la tesis de que fueron ellos quienes
vergonzosamente traicionaron a la Liga Santa en Prevesa.
Por lo cual la presunta hegemonía otomana del Mediterráneo
oriental no sería consecuencia directa de Preveza, si no de la falta
de unidad política y material de los cristianos que le precedía y le
sucedió. Preveza fue para la Santa Liga una oportunidad
desaprovechada, no de acabar con la flota enemiga, si no con su
audaz almirante Barbarroja, que continuó con sus correrías.
Al poco los corsarios musulmanes saquearon Mahón y se
hicieron con la plaza de Túnez.
A los berberiscos se les opondrían con cierto éxito los corsarios
cristianos de Malta, entre otras flotas temporales, por lo cual hay
quien habla incluso de un equilibrio de fuerzas en el Mediterráneo
occidental.
Me atrevería a decir pues que Preveza no fue un enfrentamiento
relevante en la historia de las guerras del Mediterráneo, salvo para
aquellos que participasen en él, y el destino cercano de las posesiones
venecianas en el Adriático y el Egeo, cuya pérdida era casi inevitable.
Si Doria hubiese muerto a Barbarroja, esta batalla si estaría en los
libros de historia con más detalle, pero al no suceder, fue una
ignominiosa oportunidad perdida, quedando Preveza en los textos
más como una escaramuza naval que como una batalla en sí.
--------------------------------------------------------------------------------------
Gracias a De Re Militari
de 1538, en el golfo de Ambrakikos, Ambracia o Artá, en la costa
epirota griega, donde se ubica la localidad de dicho nombre, también
denominada Prébeza o Prevesa.
Se considera un combate de discutible relevancia dentro de
las guerras navales mediterráneas, no se conocen demasiados datos
sobre él; y los que hay hasta son contradictorios, según la fuente.
Un año antes, en 1537, el Sultán de la Sublime Puerta,
Soleimán el Magnífico, se decidió a atacar a la Serenísima
República de Venecia, su antagonista inmediato por el dominio
del Mediterráneo oriental.
Entonces su otro gran rival, Carlos I de España, había iniciado
una guerra contra Francisco I de Francia, aliada formal de El Turco,
quien gracias a sus espías creyó que era el momento idóneo para
satisfacer los intereses de su aliado formal desde 1536, a la vez que
relanzaba los suyos propios. Mientras el francés presentaba batalla
a Carlos I en tierra, él lo haría en el mar.
Soleimán disponía para ello de una gran flota al mando del felino
corsario y pirata Khar Al Din o Hayradin, temido en el Mediterráneo
por el sobrenombre de Barbarroja. Debido a su tenaz lucha contra
los españoles, había sido nombrado Beylerbey de Argel y las islas
mediterráneas por el Sultán turco en 1533; al año siguiente le hará
Kapudán-I Dariá o "gran almirante del mar" de la flota otomana.
En los años subsiguientes Barbarroja se hizo con unas 25 islas
del Mediterráneo, arrebatando gran cantidad de posesiones a
venecianos y españoles, dándose una guerra sin cuartel.
Para enfrentarse a los otomanos y berberiscos, los amenazados
reimpulsaron la vacilante Santa Liga, alianza contra el Islam integrada
por la unión militar de España,Venecia y los Estados Pontificios.
Reunieron una escuadra integrada por un grueso de navíos venecianos
y hombres armados por el emperador español Carlos I, el Papa de la
iglesia católica romana Pablo III, y el Dux de Venecia; la armada fue
comandada por el buen almirante genovés Andrea Doria.
Doria ya había derrotado a los corsarios islámicos en Pianosa (1519),
y tras expulsar a los franceses de Génova, fue proclamado Pater Patriae,
poníendola bajo la protección del Sacro Imperio Romano Germánico.
Carlos I de España le nombró General del Mar y Príncipe de Melfi.
Conquistó Tolón y Túnez con una gran flota en 1535, y participó en
la expedición de Argel, pero no pudo tomar Marsella al año siguiente.
La nueva escuadra de Doria estaba formada por 81 galeras venecianas,
50 españolas y 36 pontificias. Los otomanos y berberiscos sólo
tendrían unas 22 naves.
En Prevesa los buques otomanos iniciaron al parecer las hostilidades
con un potente fuego de piezas artilleras acompañado de la habitual
lluvia de flechas incendiarias, eliminando a 7 navíos de la Liga al
poco de empezar la batalla.
Sin embargo Doria logró rehacer sus líneas y lanzar un furioso
contraataque, que frenaría el ímpetu otomano.
Durante el combate se hizo famoso por su arrojo el capitán
vizcaíno Machín o Matxín de Munguía, quien pudo abrirse
camino entre varias galeras turcas.
Según la versión cristiana, Barbarroja huyó, aunque apenas tuvo
pérdidas. La versión turca dice que fueron los de la Liga quienes
abandonaron en el fragor de la lucha.
Ninguno de los contendientes admitió una derrota, si bien los
cristianos tampoco dijeron haber vencido, aunque lograrían salvar
la mayoría de sus naves tras un inicio adverso. Es probable que, tras
este, se replegaran por el desacuerdo entre sus mandos; por lo visto
los venecianos no quisieron arriesgar más preciadas naves ante un
enemigo tan próximo a su Terra Firma, motivo que ocasionaría las
disputas entre sus comandantes y el impuesto líder genovés Doria.
Otros afirman que los venecianos impidieron al almirante perseguir
a Barbarroja para seguir ostentando su dominio comercial sobre el
Mediterráneo oriental, pues si Jayradin era muerto, la presión
berberisca sobre España se reduciría un tanto, y podría expandir su
dominio hacia oriente. Venecia preferiría pactar con Argel y que
siguiese hostigando a los hispanos en occidente.
Existe un gran cuadro al óleo en el museo de la marina de Estambul,
en el que los turcos se muestran como vencedores, lo cual es
improbable por su inferioridad numérica ( 8 contra 1); de ser cierto
lo mostrado en esta obra, no descartaría que fuesen ellos los que se
replegaran tras el éxito inicial, y que fuese la indecisa armada
cristiana la que no les persiguiera por falta de acuerdo.
Sin embargo, el resultado táctico final sería igual de intangible.
El resultado estratégico de la batalla desfavoreció a la Santa Liga,
al fracasar en su propósito de evitar que los otomanos mantuviesen
cierta supremacía naval en el Mediterráneo, absoluta en las costas
orientales. Los turcos seguirían representando un peligro para
cualquier bajel que se aventurara en sus aguas, y los piratas de
berbería continuarán asaltando las costas meridionales de Europa,
perjudicando sobre todo a italianos y españoles.
Sin embargo tal predomino se debería a la crisis interna de
la Santa Liga, incapaz de reunir una nueva flota. Su principal
impulsor, Carlos I de España, tenía otros conflictos en Europa
que requerían su atención aparte de El Turco, que además
disponía de mayor cantidad de recursos, rehaciéndose de sus
pérdidas militares con desalentadora rapidez.
Argumentando una previsible falta de mayor apoyo de España,
Venecia abandonó la Liga e intentó pactar por separado con
los musulmanes, esperando salvar lo poco que pudieran de su
emporio comercial. Por otra parte los turcos siempre habían
dado cierto trato de favor a los venecianos, por el interés
mercantil mutuo. El Dux firmaría la paz entregando sus
últimos reductos en Dalmacia, Morea y las islas egeas,
aunque pudo conservar Chipre, Creta y Corfú (1540).
Esta acción avalaría la tesis de que fueron ellos quienes
vergonzosamente traicionaron a la Liga Santa en Prevesa.
Por lo cual la presunta hegemonía otomana del Mediterráneo
oriental no sería consecuencia directa de Preveza, si no de la falta
de unidad política y material de los cristianos que le precedía y le
sucedió. Preveza fue para la Santa Liga una oportunidad
desaprovechada, no de acabar con la flota enemiga, si no con su
audaz almirante Barbarroja, que continuó con sus correrías.
Al poco los corsarios musulmanes saquearon Mahón y se
hicieron con la plaza de Túnez.
A los berberiscos se les opondrían con cierto éxito los corsarios
cristianos de Malta, entre otras flotas temporales, por lo cual hay
quien habla incluso de un equilibrio de fuerzas en el Mediterráneo
occidental.
Me atrevería a decir pues que Preveza no fue un enfrentamiento
relevante en la historia de las guerras del Mediterráneo, salvo para
aquellos que participasen en él, y el destino cercano de las posesiones
venecianas en el Adriático y el Egeo, cuya pérdida era casi inevitable.
Si Doria hubiese muerto a Barbarroja, esta batalla si estaría en los
libros de historia con más detalle, pero al no suceder, fue una
ignominiosa oportunidad perdida, quedando Preveza en los textos
más como una escaramuza naval que como una batalla en sí.
--------------------------------------------------------------------------------------
Gracias a De Re Militari