No te tengo aprecio ninguno porque me pareces un ridículo sin personalidad propia como muy bien demuestra tu estúpida barba a la moda imperante. Eres un completo subnormal que lo demuestras siempre que puedes con tus chorradas y tus tochos en el hilo de la NBA, donde dejas patente aquello que la ignorancia es atrevida, y tú eres muy atrevido diciendo y hablando allí de todo y de todos sin tener ni puta idea de nadie ni de nada.
Ya sabía que eras un medianía, lo sabía porque solo un mediocre puede conformarse en la vida con una tía como aquella que pusiste en fotos una vez, que todavía tengo pesadillas con su barbilla grotesca.
Pero lo de este salón ya rebasa todo lo rebasable, no tengo palabras ni insultos para abarcar lo jodidamente infantil y retrasado que tienes que ser. Clavo de mierda, que tienes ahí un sombrero de calvo. Calvo y con barbas a lo Apofis, otro que tal baila. Es que te rompía todos y cada uno de esos cacharros en la puta crisma, hijo de puta. ¿Tú te crees que eso es la casa de un hombre? ¿eh? Dilo, ¿eh? ¿Esa es la casa de un tío hecho y derecho? Pero si parece el cuarto de un pijo adolescente de padres separados. Con todo lleno de maquinitas y tontunas. Payaso. Y esa bandeja con el visvaporú, el té, me cago en dios.
Más te valdría ponerte a hacer algo por la vida, madurar, y dejar los guasac con los amigos, que te tiras doto el día entre guasac y jueguecitos. Espabila.