La verdad es que el mundo es muy triste. Que a una buena persona se la margine por su físico es algo que no tiene nombre. Después hay otras personas que son bellísimas, pero muy pequeñas interiormente y casi que se las idolatra.
Entonces, los que son muy poco agraciados, ¿qué tienen que hacer?, ¿conformarse con una vida solitaria? Todo el mundo tiene derecho a ser querido, a compartir su vida con otra persona.
Qué mundo éste, en que los seres humanos se deshumanizan cada vez más, al final sólo veremos en el otro a un simple objeto, ya no habrá un Antonio, una Ana, un Pedro, cada uno siendo un mundo es sí mismo, con sus sentimientos únicos; sino una cosa a la que se le denomine Antonio, una cosa a la que se le denomine Ana y una cosa a la que se le denomine Pedro, que aceptaré o rechazaré según me sean útiles o no. Estamos a un paso de convertir a personas en meros objetos decorativos.