Yo me acuerdo de la vez que, con 17 años, me conecté a un chat vía móvil y me hice pasar por una niña de doce. Uno de los tíos dijo que yo escribía demasiado bien para tener esa edad, y le respondí que me gustaba leer. Me preguntó qué libros había leído, y le mentí y dije "Cien años de soledad". Sabía que era el típico libro que mencionan los pedantes cuando quieren hacer ver su vasta cultura. Picó el muy ingenuo, se tiró un buen rato alabándome mi buen gusto y mi alta hintelijencia. No recuerdo qué fue de nosotros al final.
De esto me acuerdo siempre cada vez que alguien habla de García Márquez. Más que de los libros que nos hacían leer en clase y de los cuales contestábamos "exámenes" realizados con preguntas estúpidas que se inventaban los demás (yo no contaba para nada, como buena marginada). O de mis intentos por replicar a Ángela Vicario y sus cartas apasionadas. Bueno, que García Márquez ha marcado algo mi vida, y seguramente también la de millones más de seres humanos. No como el científico ése que menciona cocreta, que sólo le conocerán unos pocos que estudian química, y encima de manera indirecta, a través de una fórmula cuyo nombre ni siquiera se sabrán. Encima pretenderá que funcionemos al revés...