En serio, no tenéis corazón. Mirad durante veinte segundos el envoltorio y reflexionad.
Miguel tenía 22 años. Vivía con su familia en un pequeño pueblo en la provincia de Zamora.
En la España de los 60, la vida de ganaderos y agricultores era muy dura, Miguel tenía que trabajar con su padre de sol a sol en la modesta finca que la familia poseía para poder llevar comida a la mesa. Maruja, la matriarca, también se esforzaba a diario en las numerosas tareas del hogar y en hacer cuanto fuese necesario para sacar adelante a su familia.
La vida de Miguel cambió por completo cuando en una visita a la capital, un borracho se cruzó en su camino y terminó con la vida de sus padres. No hubo rabia ni sentimiento de venganza contra el imprudente conductor, todos perecieron en el accidente salvo Miguel.
Es entonces cuando él se convierte, siendo el mayor de los hermanos, en el cabeza de familia. No quiere que sus hermanos y hermanas pequeñas tengan que seguir trabajando toda su vida por cuatro perras, como habían hecho sus padres. Por lo tanto decide que la vida en el campo debe terminarse en ese preciso momento. La finca y las reses se venden por un buen precio. Unido a los ahorros familiares, la compensación por el terrible accidente de sus padres y a la herencia dejada hacía años por la tía Herminia, reúne el capital suficiente para comprar una modesta casa en el pueblo y para fundar la empresa familiar
"Chocolates Maruja".
Afortunadamente cuenta con la ayuda de Sabino, un amigo de la familia que trabaja como abogado en la capital, para ayudarle a sacar adelante todos los temas legales y papeleos de la empresa.
Tras unos comienzos titubeantes, el
chocolate Maruja consigue hacerse un hueco en mercadillos y colmados de los pueblos del interior de la meseta, si bien por problemas de presupuesto y de proveedores el producto finalmente es sucedáneo de chocolate y no chocolate, al no reunir los requisitos necesarios. Ese pequeño revés comercial fue con el tiempo un golpe de suerte para su empresa. Las madres de la España de entonces no disponían de recursos para comprar chocolate de calidad para todos los niños de la casa, y es ahí donde el bajo precio del sucedáneo de chocolate Maruja encontró su más fuerte y principal nicho de mercado, las matriarcas familiares con pocos recursos.
Eran muy buenos años para Miguel. Si bien el contacto con sus hermanos se iba perdiendo, era debido a que todos se iban casando y por ello se alejaban poco a poco de la empresa familiar para acometer otros proyectos en otras ciudades. El propio Miguel se casa durante esos años con Eva, la hija de sus vecinos de toda la vida. Tienen dos hijos, Fernando y Manuel, que a la larga condenarían el negocio familiar.
Porque, tras años de bonanza, llegan los tiempos duros. El poder adquisitivo de las familias españolas aumenta. El sucedáneo de chocolate pasa a ser visto como algo para las clases bajas, como símbolo de un pasado de pobreza y de necesidades. Las ventas de
Maruja caen en picado, y esto le llega a Miguel en el peor momento posible, en medio de una terrible enfermedad de Eva, su mujer, y de un periodo de rebeldía de Fernando y Manuel, que no quieren saber nada del negocio familiar, solo divertirse y gastar dinero en la capital con todos sus amigos.
Es entonces cuando aparece de nuevo Sabino, el viejo amigo de la familia, para ayudar en lo posible una vez más a Miguel, introduciendo el márketing y una estrategia empresarial por primera vez en la historia de la empresa. Se cambia el tradicional envoltorio a otro más moderno y con letras más grandes. Se decide que solo se distribuirá a pueblos, pequeñas comarcas, y comercios de chinos de algunas ciudades.
Pero todo esfuerzo es en vano. El sucedáneo de chocolate está condenado a morir lentamente. A pesar de algunas ofertas de grandes compañías como Suchard y Nestlé, Miguel no quiere vender su ruinosa empresa ni sus instalaciones. Y es que, para un hombre viejo, viudo y solo como él, lo único que le queda en esta vida es la pequeña empresa familiar que fundó tras la muerte de sus padres.
Cuando veáis una tableta de Maruja en un expositor, recordad la triste historia de Miguel.