wetamir
Falócrata del retulador
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- 26 Mar 2007
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No soporto salir por ahí, solo extraigo lecturas negativas de que todo es mierda.
Voy con unos colegas, quedamos en una plaza, al llegar allí veo que junto a mas colegas hay acopladas dos chicas. Mal empezamos.
Ya por llegar tarde uno se pone a echar broncas y, por supuesto, como hay tias mirando la escena, mis colegas comienzan a comportarse como gilipollas en vez de como buenos amigos que son y han sido siempre.
Al discutir ninguno se arruga, todos tratan de imponerse y quedar bien, como idiotas. El hambre que arrastran tampoco ayuda.
Las chicas solo hablan entre ellas, pero las atenciones que disfrutan les lleva a regalar alguna sonrisa de vez en cuando, vamos, oro puro.
llegamos a una plaza donde todo el mundo está de botellón. la gente se arremolina en manadas, formando bunkers, dando la espalda en cerrados círculos desde los que echar miradas furtivas a otros bastiones de intimidad.
Se supone que todo esto es un mercado de la carne, un teatro que se presta a una ceremonia de cortejo. Es vulgar, deprimente, pueril, sucio, la pista central de un circo de apetitos insatisfechos y egos en conflicto.
Los paseitos de unas luciendo sus trapos, las ganas de llamar la atención de otros, la evidente frustración de quienes ya se han emborrachado y destrozan mobiliario urbano conscientes de que nadie les quiere.
Ellas vestidas como putas orgullosas, ellos comportándose como simios.
No hay conversación, no hay diversión, no hay nada. Podríamos estar hablando de mil cosas, pero como hay dos chochos delante todo se vuelve tensión y poses. Me tarda el momento de irme de allí.
Voy a mear a un callejón, allí veo a dos entes mínimamente conscientes, una puta orgullosa porque un simio accede a que le haga una paja cerca de una obra en donde todo huele a meadas.
Ella gira la cabeza por si les ven, pero sigue muy digna porque se siente una triunfadora al haber encontrado una polla en todo aquel circo. Él sonríe triunfante ante la escena de sumisión.
Su comportamiento es compulsivo, pragmático. Querían ganar y una triste paja en un callejón les parece ser mejor que los demás.
Vuelvo al bunker, veo a mis colegas convertidos en hamijos, rodean a las chicas, escuchan sus discursos vacíos y ligeros, asienten con la cabeza.
El par de princesitas llaman la atención de mas y mas hamijos. Sonríen ciegas de poder ante la atenta mirada de la jauría varones hambrientos.
Ellas no quieren nada con ninguno de ellos, solo quieren sentirse deseadas.
Otro dia desperdiciado. Podrían haber ocurrido un millón de cosas mas importantes, pero no pasa nada. Todo es sencillamente triste y cotidiano.
Personas que buscan alimentarse de otras personas. No hay mada mas en el mundo, existimos para parasitarnos unos a otros y luego morir.
Voy con unos colegas, quedamos en una plaza, al llegar allí veo que junto a mas colegas hay acopladas dos chicas. Mal empezamos.
Ya por llegar tarde uno se pone a echar broncas y, por supuesto, como hay tias mirando la escena, mis colegas comienzan a comportarse como gilipollas en vez de como buenos amigos que son y han sido siempre.
Al discutir ninguno se arruga, todos tratan de imponerse y quedar bien, como idiotas. El hambre que arrastran tampoco ayuda.
Las chicas solo hablan entre ellas, pero las atenciones que disfrutan les lleva a regalar alguna sonrisa de vez en cuando, vamos, oro puro.
llegamos a una plaza donde todo el mundo está de botellón. la gente se arremolina en manadas, formando bunkers, dando la espalda en cerrados círculos desde los que echar miradas furtivas a otros bastiones de intimidad.
Se supone que todo esto es un mercado de la carne, un teatro que se presta a una ceremonia de cortejo. Es vulgar, deprimente, pueril, sucio, la pista central de un circo de apetitos insatisfechos y egos en conflicto.
Los paseitos de unas luciendo sus trapos, las ganas de llamar la atención de otros, la evidente frustración de quienes ya se han emborrachado y destrozan mobiliario urbano conscientes de que nadie les quiere.
Ellas vestidas como putas orgullosas, ellos comportándose como simios.
No hay conversación, no hay diversión, no hay nada. Podríamos estar hablando de mil cosas, pero como hay dos chochos delante todo se vuelve tensión y poses. Me tarda el momento de irme de allí.
Voy a mear a un callejón, allí veo a dos entes mínimamente conscientes, una puta orgullosa porque un simio accede a que le haga una paja cerca de una obra en donde todo huele a meadas.
![2000113409106563997_rs.jpg](https://aycu22.webshots.com/image/19301/2000113409106563997_rs.jpg)
Ella gira la cabeza por si les ven, pero sigue muy digna porque se siente una triunfadora al haber encontrado una polla en todo aquel circo. Él sonríe triunfante ante la escena de sumisión.
Su comportamiento es compulsivo, pragmático. Querían ganar y una triste paja en un callejón les parece ser mejor que los demás.
Vuelvo al bunker, veo a mis colegas convertidos en hamijos, rodean a las chicas, escuchan sus discursos vacíos y ligeros, asienten con la cabeza.
El par de princesitas llaman la atención de mas y mas hamijos. Sonríen ciegas de poder ante la atenta mirada de la jauría varones hambrientos.
Ellas no quieren nada con ninguno de ellos, solo quieren sentirse deseadas.
Otro dia desperdiciado. Podrían haber ocurrido un millón de cosas mas importantes, pero no pasa nada. Todo es sencillamente triste y cotidiano.
Personas que buscan alimentarse de otras personas. No hay mada mas en el mundo, existimos para parasitarnos unos a otros y luego morir.