Jamás abro la puerta a absolutamente nadie, mi hogar es mi fortaleza y no entra nadie que yo quiera. No como vosotros, maricones.
Total, que estaba un día de verano más aburrido que cachondo dando de comer a su santa madre y llaman a la puerta, como siempre voy a ver para no abrir, pero, oh, veo la silueta de una dulce ninfa.
- Por fin, ahora quien me va a decir que el amor no te llama a la puerta? Os vais a enterar, hijos de puta.
Abro raudo y veloz, no sin antes comprobar que el piso estaba presentable, el sofá y la cama listos para recibir una sesión de folleteo, lo que dios quiera que sea eso, con ese hada de los bosques.
Me pongo una camiseta, las chanclas, me compruebo que la cortinilla la lleve para el lado y...
Ñiiiiiiiiiiiiiiiiiii... (Apertura de puerta)
- Hola buenas tardes!
- Hola.
La chica era en efecto un ángel caído, vaqueritos ajustados, piernas maravillosas y culo prieto, camiseta marcando sus pechos turgentes, cabellos dorados, ojos azules...
- Que tal? Eres el propietario?
- Claro (mentira).
-Mira, soy de Iberdrola, vengo para hacerte un descuento.
- Ajá
- Puedo pasar?
- No.
- No te fías de mí?
- Por supuesto que no.