Capitan_Hispania
Forero del todo a cien
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- 22 Mar 2007
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El capitalismo es una merienda de negros. Ya lo dije en mi anterior post en este hilo peor no me importa repetirlo. Pero lo hare mediante un ejemplo: Amancio Ortega tiene muchisimo dinero, tanto uqe podria comprar todo el entramado que rodea el agua potable de españa (desde desaladoras, gestion de presas, proveedores, transportistas). El podria cuatriplicar el precio del agua. Afortunadamente no, es un bien intervenido, esta protegido, porque es esencial. Pues lo mismo para la vivienda: no es justo que los jovenes tengamos que irnos a tomar por el culo de nuestras ciudades, hipotecarnos con un 80% de nuestro salario durante 50 años mientras que hay gente afortunada que posee muchos pisos especulando. Es un bien necesario y deberia evitarse la especulacion en torno a el. En mis anteriores posts quiza explique mejor esta idea.
En gran medida, el problema de los recursos hídricos en España es que no hay un sector privado que:
a) Cobre el agua a su precio real, con lo cual se desperdicia muchísima.
b) Vigile adecuadamente el estado de las conducciones, en las cuales se pierde casi el 20% del agua que circula.
La existencia de un sector privado del agua en España sería, antes que nada, beneficiosa para el medio ambiente. ¿Y para el bolsillo del consumidor?
Amancio Ortega podría, seguro, comprar todo el entramado que rodea al agua potable de España. Pero es que eso también podría hacerlo Emilio Botín. O Isidoro Álvarez. O Telefónica. O pequeños empresarios locales que se unieran para formar una sociedad y comprar la desaladora de su municipio. ¿Qué le impediría a esta gente cuadruplicar el precio del agua en España? Lo mismo que le impide a Zara cuadruplicar sus precios. Algo tan sencillo como la competencia, Arisgo. Si Amancio compra Lozoya y yo compro San Juan, tendremos que competir por ver quien lleva el agua a cada casa. Competir teniendo en cuenta que, si nos pasamos de listos, si en vez de competir nos repartimos el mercado y subimos precios a lo bestia, vamos a disparar las ventas de agua mineral. O que un grupo de empresarios catalanes y aragoneses pueden decidir empezar a distribuir en camiones cisterna a precios muy bajos agua del Ebro. O que una empresa competidora puede traerse a remolque un iceberg del Ártico hasta Asturias y empezar a distribuir desde ahí.
Tema de los pisos: Voy a obviar lo evidente: Que el alza de precios es precisamente culpa de la excesiva intervención estatal y sus normativas arbitrarias y estúpidas.
Y me voy a centrar: Los pisos no pueden multiplicarse. Por lo tanto, si tengo que vender un piso en el centro de Madrid, se lo venderé por pura lógica a quien me ofrezca más dinero. ¿Porqué el dinero no es un buen método para decidir quien merece más que le venda mi piso?
Los jóvenes urbanitas de hoy deben ser conscientes de que sus padres les van a legar un tesoro: Una vivienda presumiblemente libre de cargas. El precio de ese tesoro es muy sencillo: Muchos de ellos no podrán permitirse empezar su vida independiente en Madrid. Tendrán que hacerlo en Coslada, en Villalbilla o en Alcobendas.
Anticipo el argumento perroflauta aquí: "El piso debe recibirlo quien más lo necesite". Este argumento nos lleva directamente al país de los soviets, en el que un amable comité de obreros, campesinos, soldados e intelectuales con predominio de los primeros decidirá como y a quien se asignan los pisos. No, Arisgo, no. Nadie lllora la URSS, como nadie llorará el castrismo o la caída de la idea Jucheana de Corea del Norte.
Y dale. Repito, la satisfacion inherente a la praxis de esa labor es el acicate. Tienes mimetizada la maxima capitalista (solo quiero ganar mas, luego que el trabajo me guste y no me exclavice, pero lo prioritario, ganar mas). Y no te culpo, son las reglas del juego, pero intenta imaginar un escenario en el que todos cobrasemos mas o menos lo mismo, tuviesemos aseguradas comodidades varias, y solo tuvieses que preocuparte por hacer bien tu trabajo.
Primer problema: Asumir responsabilidades implica asumir riesgos. Y los riesgos, se pagan.
Esa situación que planteas no puede dar lugar más que a gente absolutamente desmotivada con lo que hace. ¿No va a haber diferencia de sueldo entre el albañil medio y el Jefe de Obra encargado de que se cumplan los plazos y de cuidar el material? Pues va a ser jefe de obra tu puta madre, porque nadie va a querer asumir una responsabilidad (es decir, un riesgo) cuando puede no hacerlo y cobrar lo mismo. ¿No va a haber diferencia entre el Jefe de Obra encargado de que se recojan las palas al acabar el día y el Arquitecto encargado de que no se venga abajo el edificio? Pues entonces el Arquitecto se dará a la bebida presa de la frustración, porque tener la responsabilidad de diseñar un edificio para que se mantenga en pie décadas cobrando lo mismo que el jefe de obra es, efectivamente, la vía más segura para la frustración, cuando no el puro y simple escaqueo... o la pura y simple irresponsabilidad.
Porque el Arquitecto hoy día cobra una pasta. Pero pobre de él como se le venga abajo un edificio: Se le cae el pelo. ¿Porqué va a asumir nadie ese riesgo para cobrar esencialmnete lo mismo que el que monta los andamios?
Todos los trabajos son importante, todos son dignos, pero algunos estan en regimen de practica esclavitud, ganando en un mes lo que otros en una hora. Esa desigualdad no fomenta una sociedad justa, segura ni feliz. La hora de cualquier trabajador que se entrega a su trabajo deberia ser pagada, dentro de un orden, de manera similar.
La hora que yo trabajo no es lo mismo que la hora que trabaja mi becario. Ni la misma hora que trabaja un socio de Garrigues, ni la misma hora que trabaja mi administrativa. Tenemos capacidades, capacitaciones subjetivas, que hacen que sea completamente inviable que cobremos todos lo mismo.
Una hora es objetiva. Pero lo que se hace con esa hora depende muy mucho de las características subjetivas del sujeto. Yo tengo que cobrar más que mi administrativa porque yo hago tareas que requieren más cualificación y que suponen asumir una responsabilidad mucho mayor que la que asume ella. Y un Garrigues tiene que cobrar más que yo... porque posiblemente en una hora de trabajo sea capaz de elaborar un documento jurídico mejor que el que podría elaborar yo. No somos todos iguales, Arisgo, y ese es el fallo de tu planteamiento.
Y es que la riqueza es la que es: se puede repartir mucho entre unos pocos, o poco entre muchos.
Cuando hay muy poca riqueza que repartir, es muy fácil para una turba ponerse de acuerdo en repartirlo todo igualitariamente "porque ellos lo valen" en perjuicio de los mejores (más preparados, mejores profesionales, más aplicados...). Ese es el problema de la tribu cavernícola, tribu que, aun así, debía procurar cuidar en la medida de lo posible a sus mejores cazadores o fabricantes de flechas para que no se rebotaran y se fueran a otro clan (o fundaran uno propio) donde les dieran menos por culo.
Por eso las tribus que empezaron a respetar la propiedad individual fueron las que empezaron a progresar: MImando a sus miembros más dotados, estos creaban riqueza que terminaba revertiendo en todos. El mejor artesano fabricaba puntas de flecha a cambio de carne, sexo, pieles o frutas. Toda la tribu terminaba con mejores flechas y el artesano hábil, viviendo de su trabajo y, más importante, incitando a otros artesanos a trabajar mejor y emular su éxito. Pronto, la tribu tendría mejores artesanos (=mejores armas para la guerra y la caza). En cambio, si la tribu obligaba al artesano a repartir sus flechas con los demás gratuitamente, terminaba siendo poco menos que un esclavo, pasando de fabricar mejores flechas o marchándose... si es que le dejaban esos pequeños Castros entre los que había tanido la desventura de caer.
Si la riqueza no pudiera crearse, todavía viviríamos en cavernas y en clanes de doce a veinte individuos. Si los cavernícolas hubieran seguido las tesis de Arisgo, también. Afortunadamente la riqueza sí puede crearse y las tesis de Arisgo llevan casi dos décadas en el basurero de la historia. Y esa creación de riqueza permite al cavernícola salir de la cueva y empezar a vivir en una choza de pajas, después en una cabaña de madera, luego en una casa de adobe y de ahí pasar a un palacio de mármol.