Candela
Freak
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- 8 Ago 2007
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Las relaciones sexuales no siempre destacan por la sincronía entre los participantes, ni por su coordinación. Normalmente hay movimientos falsos, intentos de meterla en sitios donde no hay agujero, ruidos descacharrantes y fluidos depositados en la frente del otro de forma grotesca. También hay interrupciones, indisposiciones físicas inoportunas o sangre que no se sabe de donde viene. Mil situaciones inesperadas aparte de accidentes que pueden acontecer a mitad, al inicio o al final de tan sublime acto de amor.
Encontrábame yo ayer gozosa y feliz, debido a que por fín disponía de una cama calentita donde poder hacer arrumacos tranquilamente a mi amado. Por fin los padres se deciden a abandonar el hogar por unas horas.
El ímpetu y el brío fue tal, tan bien quise ejecutar la maniobra del apareamiento que entré por el lado derecho de la cama, hice un movimiento extraño ante su cara de WTF? Y caí por el lado izquierdo al frío y duro suelo, con toda la fuerza con la que había entrado, produciéndome diversas contusiones y lesiones aparatosas pero de escasa importancia, y quedándome en curiosa posición, incapaz de moverme a causa del lol, y principalmente a causa del dolor. Al final ni follé.
En otra ocasión, la pasión nos sorprendió sin vehículo, sin casa y sin dinero. Pero oh, un portal abierto se apareció ante nuestros ojos. Subimos arriba, donde estaban los trasteros, allí donde supuestamente no subiría nadie con dos dedos de frente a esas horas de la madrugada. O eso creíamos, porque justo cuando estábamos culminando el acto, salió de un trastero otra pareja, iluminándo con la luz que salía del habitáculo nuestras placenteras expresiones climaxiacas para las que ya no había marcha atrás, y fue más intenso todavía el éxtasis al ver a aquellos púberes observarnos asombrados.
Contad aquí vuestras batallitas, esos coitos interruptus (o no), que no a todo el mundo le supone un problema seguir con el polvo aún con la nariz sangrando o con el vigilante del Carrefour llamándole la atención.
Vídeo para ilustrar y amenizar esta reflexión dominguera.
Encontrábame yo ayer gozosa y feliz, debido a que por fín disponía de una cama calentita donde poder hacer arrumacos tranquilamente a mi amado. Por fin los padres se deciden a abandonar el hogar por unas horas.
El ímpetu y el brío fue tal, tan bien quise ejecutar la maniobra del apareamiento que entré por el lado derecho de la cama, hice un movimiento extraño ante su cara de WTF? Y caí por el lado izquierdo al frío y duro suelo, con toda la fuerza con la que había entrado, produciéndome diversas contusiones y lesiones aparatosas pero de escasa importancia, y quedándome en curiosa posición, incapaz de moverme a causa del lol, y principalmente a causa del dolor. Al final ni follé.
En otra ocasión, la pasión nos sorprendió sin vehículo, sin casa y sin dinero. Pero oh, un portal abierto se apareció ante nuestros ojos. Subimos arriba, donde estaban los trasteros, allí donde supuestamente no subiría nadie con dos dedos de frente a esas horas de la madrugada. O eso creíamos, porque justo cuando estábamos culminando el acto, salió de un trastero otra pareja, iluminándo con la luz que salía del habitáculo nuestras placenteras expresiones climaxiacas para las que ya no había marcha atrás, y fue más intenso todavía el éxtasis al ver a aquellos púberes observarnos asombrados.
Contad aquí vuestras batallitas, esos coitos interruptus (o no), que no a todo el mundo le supone un problema seguir con el polvo aún con la nariz sangrando o con el vigilante del Carrefour llamándole la atención.
Vídeo para ilustrar y amenizar esta reflexión dominguera.