spizo
Chupi, moñas y subnormal
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La semana pasada me acerqué, tras salir de entrenar y mi pareja de trabajar, a uno de los bares a los que solemos ir a comprar una botella de vino. Ella se fue a casa a empezar a preparar la cena y yo me ofrecí a ir a por la bebida. Iba yo aún sudando del entrenamiento que acababa de hacer [soy muy de sudar, como buen forero] y además iba en bici, por lo que además de a coger la botella iba a tomarme una cerveza, una rápida y poco más.
Cuando llegué, aquello estaba petado. Es un local muy pequeño y poco conocido pero se ve que ese día había acabado allí un grupo que venía de una cena de empresa y estaban los 15 copando todo el aforo. Aún así yo me pedí mi cerveza. Hablé un poco con el dueño, un conocido que combina la gracia andaluza con la malafollá granadina y que se toma un vino conforme prepara las tapas, majo como él sólo. Pues estaba él allí contándome que si llevaban dos horas y apenas se habían tomado tres botellas de vino en total cuando le piden una más y se tiene que poner a hacer tapas como un loco, así que me voy a un rinconcillo y me pongo a leer. Estoy yo a medio capítulo cuando me habla alguien al otro lado de la barra. Es una rusa madura que suele ir por allí también y alguna vez la he visto pero nunca hemos hablado en realidad, nos hemos dicho un hola cortés y poco más.
Se ve que, al haber poco hueco disponible, se había sentado tras la barra y tenía la mujer ganas de conversación. Es una rusa con pelo corto, no corto, corto, sino rollo champiñón. Yo calculo que ha de tener unos 40 años, no más de 45, pero su cara y su cuerpo parecen decir que tiene 35. Es guapa, rotundamente guapa. Ojos azules claros y el pelo teñido en uno de esos colores rubio plata que no sabes si son las primeras canas o qué hostias. Labios carnosos y una sonrisa muy alegre. Llevaba una minifalda de cuero con unas medias debajo y una blusa de éstas que tienen el cuello alto y como grueso, como si fuera una especie de bufanda ahí enrollada. Los carrillos rosados por el frío.
Me pregunta qué leo, se lo digo y se sorprende de que sea en inglés. A mí me incomoda que me hablen cuando leo porque, al final, dejo de leer, pero por cortesía contesto y guardo el libro. Hablamos de intrascendencias: el trabajo, a qué me dedico, que ella también hace deporte y chorradas similares. Se une al grupo una americana de unos 50 y algo años, bajita y simpática, rollo hobbit, que me habla de que trabaja traduciendo no sé qué. La americana viene y va y me quedo con la rusa que me pregunta si yo soy vegano como mi pareja o no, porque se ha fijado en ella cuando vamos por allí. Yo le digo que no, que a mí la carne me vuelve loco y que cómo voy a dejar yo de comer carne. Ella se ríe y asiente y empieza a hablarme del índice glucémico de las comidas. Que hay vegetales, como la remolacha, que son tan dañinos para un diabético como tomar un sobre de azúcar. Yo asiento o me callo, porque me siento un poco íncómodo cuando me preguntan por qué mi pareja es vegana, como si yo me metiese en eso, como si fuera algo que yo tuviera que tutelar. Y, al final, la tía va y me suelta: porque, además, las veganas no saben follar, si no te gusta comer carne, no puedes hacer bien una felación, cómo vas a meterte tanta carne en la boca si no te gusta comer carne. Yo me quedo flipado porque no puedo pensar que esa mujer, que es una hipérbole de corrección y buen gusto, con su copa de vino y su sonrisa, que minutos antes me ha dicho que su hijo ruso se llama como yo, me suelte ese bomba.
Ella sonríe y me dice, sí, felación, mamada y hace como un gesto con la mano de agarrar una polla invisible. Sí, si sé lo que es, digo yo, es que me has pillado desprevenido. Y ella sonríe. La cosa es tensa, al menos para mí, porque no sé si se está insinuando o sólo es una mujer a la que le gusta juguetear con ese tipo de conversaciones. Por suerte, entra la americana hobbit y la conversación sigue por otros derroteros. Yo me acuerdo de que me esperan en casa así que pago lo mío y una copa de la americana y otra de la rusa. Cuando el dueño se lo dice, se me acercan a despedirse y cuando lo hace la rusa me dice al oído: dale recuerdos a tu pareja y, cuando estés en la cama con ella, te acuerdas de lo que te he dicho y te acuerdas de mí.
No os miento si digo que sentí cosquillitas en la entrepierna.
Me despido con un cortés gesto de cabeza y me fui a mi casa a encalomarme a la Vegui, que ni la botella abrí hasta estar follado.
Pues eso, que contéis situaciones similares en las que uno se queda en fuera de juego y sin saber qué coño hacer.
Volverá a por usted seguro. Procure preparar un protocolo para cuando eso suceda y parecer mas lúcido. Si se la quiere percutir o no es cosa suya.
Me cago en mi vida. Leyendo a @Spawner en este hilo y en algún otro masuno creo que es el forero que mas veces a rechazado un polvo con mujeres/chicas por el que el resto de foreros matariamos a nuestra hermana. (Menos spizo, el lo haría solo si su abuela se lo permitiera).
Si le pasase algo a mi hermana tiene que parecer un accidente.