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Darkiano, no seas coñazo. Ni es mi hermana, ni hermana de la rusa ni su puta madre. Es una mujer que no tiene relación con ninguna otra mujer de las de mi vida, una mujer de las casi cuatro mil millones de mujeres que hay en el planeta, qué coño importará si es una u otra si aunque te diga quién es no la conoces, pesao.
IKEA de Frankfurt, hace dos años:
-Mira, cariño, he visto un sofá de puta madre, este, el modelo Ingoadfäkkin
-Pero que son 1.500 pavos de sofá, es un pastizal
-Claro, es que es de piel
-¿Y para qué queremos un sofá de piel si el mismo modelo en tela vale menos de la mitad?
-¿Cómo que para qué? PARA QUE SE PUEDA SUBIR MI PERRO Y QUE NO SE MANCHE
-¿Qué? Yo no voy a pagar 1.500 mortadelos por un sofá para TU perro
-¡¿Cómo?! ¡¿Qué?! ¿Cómo puedes ser
TAN HIJA DE PUTA? ¡HACE FALTA SER UNA
HIJA DE LA GRAN PUTA PARA DECIR ESO! ¡NO QUIERES HACER UN ESFUERZO POR UN PERRO!
-¿Me estás llamando hija de puta aquí a grito pelao y en público porque no quiero gastarme un pastizal para que tu perro se suba al sofá?
-SÍ, PORQUE ERES UNA
HIJA DE PUTA POR PRECISAMENTE ESO, sabiendo que sería un sueño para mí estar en el sofá con mi perro a un lado y tú al otro.
(Destrozar sueños en IKEA)