Más razón que un santo.
Algunos se escudan en la asquerosa excusa de tener más hijos, una familia que mantener. Ni más ni menos que poniendo el trabajo que perderían de ir al talego por encima de la dignidad y la memoria del difunto. Como si el bienestar económico de MIERDA que les da la vida de gilipollas que llevan fuera más importante que educar a sus otros hijos y a todo el que se atreva a mirar en una lección muy sencilla y necesaria: a los míos ni mentarlos.
Vamos, es que ni llamar a la policía ni leches, si me entero yo de que a mi hija se la han pasado por la piedra y tirado al río, es el violador el que llama a los maderos: "¡y que se den prisa!". Y si no lo engancho bien enganchao antes de que le empapelen, le mando por carta una foto de la cabeza de su puta madre en mesa de cristal. Así de sencillo. Por parir a un ser capaz de hacerle eso a alguien de mi sangre. Y no me temblaría el pulso ni un segundo, disfrutaría en cada tajo y con cada lágrima. Iba a entrar a la cárcel con una sonrisa de oreja a oreja y silbando melodías.
Menudo país de comedores de estiércol que tenemos si lo de una mujer que quema al violador de su hija es una noticia impactante. Pocasangres, inertes, a veces les veo por la tele, a las víctimas de mierda, llorando como corderos, porque les han quitado todo. Hjos de la gran puta, si os lo han quitado todo y no tenéis nada que perder, ¿qué cojones hacéis? Se lo merecen, hay muchos que se lo merecen, te das cuenta de que esto es una jungla y que siempre habrá diferencias entre depredadores y ganado, que hay especies que nacen para ser devoradas y que sentir compasión por ellas es estúpido. Es la única explicación que se me ocurre.