Deacon St. John
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 - 9 Feb 2022
 
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Sin verlo venir ha llegado el momento.
Vivo yo solo en un pequeño piso de dos habitaciones de Madrid, una es mi habitación y otra mi despacho. Mi pareja, por su parte, vino el año pasado a hacer un Master a la villa y se fue a un piso con otras dos chicas, poco después nos conocimos.
Como ella vivía con otras dos personas y yo solo, lo habitual era vernos en mi piso, lo que resultaba muy cómodo entre semana: Venía, follábamos, se iba y yo me quedaba tranquilamente jugando a la Play, pues su piso queda cerca de su universidad y el mío no, por lo que ella prefería volver a casa ya que madrugaba.
Los fines de semana eran algo diferentes, cuando no había planes o no apetecía debido al frío del invierno, nos quedábamos encerrados en mi piso. Esto me agobiaba un poco, pero me tranquilizaba saber que el domingo a la noche ella se marcharía y yo podría volver a estar a mi bola.
Pues bien, cuando terminó el Master, tuvo que dejar el piso ya que el casero no les renovaba, pero con intención de volver en septiembre y buscar otro piso para a hacer una beca de colaboración que le salió. Mientras tanto, dejó sus bártulos en mi piso para no tener que llevarlos hasta Almería y luego traerlos de vuelta.
Y a estas alturas del hilo ya os podréis imaginar por dónde va la cosa. Este fin de semana estuvimos con sus padres y hablando de que ella tendría que buscar otra vez piso y de lo difícil que está encontrar algo en Madrid, su madre sugirió “Oye, ¿y por qué no te quedas a vivir con Deacon, que vive solo?”, a lo que mi novia respondió “¡Ay, sí, qué buena idea! ¿Lo hacemos cari?”.
Claro, ahí estaba yo, con el estómago lleno, tres cervezas de por medio, a casi 40ºC y con toda la mesa mirándome sonrientes, no me quedó otra opción que decir: “¡Pues claro, vente conmigo!”. Con el consiguiente aplauso de todos sus familiares.
Y nada, aquí estoy, preparándome mentalmente para esta nueva etapa de mi vida, pensando cómo vamos a organizarnos y rezando para que al menos mi despacho quede intacto y sea como mínimo algo que no me invada y pueda seguir siendo mío.
Me gustaría leer experiencias de casados o emparejados del foro acerca de cómo fue pasar de vivir solo a vivir en pareja, qué roces hubo al principio, qué límites hubo que poner y cómo fue la transición.
A ver lo que me espera.
	
		
			
		
		
	
				
			Vivo yo solo en un pequeño piso de dos habitaciones de Madrid, una es mi habitación y otra mi despacho. Mi pareja, por su parte, vino el año pasado a hacer un Master a la villa y se fue a un piso con otras dos chicas, poco después nos conocimos.
Como ella vivía con otras dos personas y yo solo, lo habitual era vernos en mi piso, lo que resultaba muy cómodo entre semana: Venía, follábamos, se iba y yo me quedaba tranquilamente jugando a la Play, pues su piso queda cerca de su universidad y el mío no, por lo que ella prefería volver a casa ya que madrugaba.
Los fines de semana eran algo diferentes, cuando no había planes o no apetecía debido al frío del invierno, nos quedábamos encerrados en mi piso. Esto me agobiaba un poco, pero me tranquilizaba saber que el domingo a la noche ella se marcharía y yo podría volver a estar a mi bola.
Pues bien, cuando terminó el Master, tuvo que dejar el piso ya que el casero no les renovaba, pero con intención de volver en septiembre y buscar otro piso para a hacer una beca de colaboración que le salió. Mientras tanto, dejó sus bártulos en mi piso para no tener que llevarlos hasta Almería y luego traerlos de vuelta.
Y a estas alturas del hilo ya os podréis imaginar por dónde va la cosa. Este fin de semana estuvimos con sus padres y hablando de que ella tendría que buscar otra vez piso y de lo difícil que está encontrar algo en Madrid, su madre sugirió “Oye, ¿y por qué no te quedas a vivir con Deacon, que vive solo?”, a lo que mi novia respondió “¡Ay, sí, qué buena idea! ¿Lo hacemos cari?”.
Claro, ahí estaba yo, con el estómago lleno, tres cervezas de por medio, a casi 40ºC y con toda la mesa mirándome sonrientes, no me quedó otra opción que decir: “¡Pues claro, vente conmigo!”. Con el consiguiente aplauso de todos sus familiares.
Y nada, aquí estoy, preparándome mentalmente para esta nueva etapa de mi vida, pensando cómo vamos a organizarnos y rezando para que al menos mi despacho quede intacto y sea como mínimo algo que no me invada y pueda seguir siendo mío.
Me gustaría leer experiencias de casados o emparejados del foro acerca de cómo fue pasar de vivir solo a vivir en pareja, qué roces hubo al principio, qué límites hubo que poner y cómo fue la transición.
A ver lo que me espera.
	
 
 Lo divertido de ir a la compra con ella y descubir secciones y departamentos en el Hiper que en tu vida habías pisado, ya veras que delicia el tofu, la leche de soja o las reputismas tortitas de arroz integral Biocentury de mierda... Llegas a desear que Ferris te inyecte en vena una de sus lasañas La Cocinera para microondas en vena. Lloro de emoción cuando voy de birras con hamijos y veo nos ponen una rebanada de pan con tomate, su jamón serrano y su aceite de oliva.