No somos mejores y estamos perdiendo
Es de perdedores fijarse siempre en los demás, fijarse, de hecho, aunque sólo sea un poco, y además las conclusiones que en este sintiendo solemos sacar son siempre equivocadas. Los españoles no son unos hijos de puta para defender una idea de España, ni son la caverna, ni son cavernícolas. Que alguna vez a mí mismo me haya divertido ridiculizarlos, que me lo haya pasado bien diciendo que hablar español era de pobres para ver la fiesta que se organizaba, esto no tiene nada que ver con la verdad, ni con el fondo de la historia, ni con los asuntos realmente importantes.
No somos mejores que los españoles, entre otras cosas porque de momento nos están ganando, y por goleada. Llevan ya algunos siglos ganándonos, todos estos siglos que nos hemos creído moralmente, culturalmente, económicamente superiores a ellos, mientras en todo nos han acabado pasando la mano por la cara. Que nos conformamos con las victorias del Barça es una muestra más de cuán profunda, nuestra desesperanza.
Mientras los hemos ido diciendo que eran unos hijos de puta para defender su idea de España, unos cavernícolas y unos fachas, nosotros nos rendíamos a cada paso, mearnos en las bragas y nos comportábamos como unos cobardes. Ellos han sido valientes y han defendido con valentía y con honor-y con lo que ha hecho falta-su idea de España, y nosotros no hemos sido capaces de defender nada. Ninguna idea de Cataluña. Todo bien blandito, todo bien cobarde, aunque siempre anteponiendo los pequeños intereses personales, pequeños ya menudo miserables.
Y saben por qué? Porque no nos lo amamos lo suficiente, porque no hemos luchado lo suficiente, porque siempre hemos encontrado una excusa, porque siempre hemos pensado que las cosas nos iban mal para que el profesor nos tenía manía o porque los españoles eran unos hijos de puta, también porque al final siempre viene el cálculo, el vuelo bajo, el trabajo que no queremos perder, porque en el fondo, al final, siempre se nos puede comprar. Si llevamos todo este tiempo ocupados es porque no nos merecemos nada más.
Los países y las personas somos responsables de nuestro destino y tenemos lo que nos merecemos (salvo accidentes imprevisibles y circunstancias trágicas). Pero descontando las excepciones, que siempre hay, y que hay siempre contemplar y tratarlas con caridad, somos lo que defendemos, somos lo que aguantamos, somos lo que hemos ganado y lo que hemos perdido. No hay excusas. Los españoles no son unos hijos de puta para defender su idea de España, su España, al igual que nosotros tampoco seríamos unos hijos de puta si defendiéramos nuestra idea de Catalunya, nuestra Cataluña.
Sí que somos, en cambio, unos cobardes cuando no lo hacemos. Unos cobardes que hacemos pasar nuestro miedo por delante de nuestra esperanza. No es casualidad que EL MUNDO sea el mejor diario de España y que La Vanguardia sea una parodia folclórica de Cataluña. EL MUNDO es un periódico valiente con un director valiente que tiene una idea del periodismo y de España que defiende hasta las últimas consecuencias: con honor, con amor e incluso con alegría. La Vanguardia, o El Periódico ol'Ara-ya no digamos el Avui sombra negra en que se ha convertido-son esa cobardía tan nuestra, esta manera de hacer el ridículo por falta de amor y de honor, de sentido vertebrado de la existencia. Al final siempre se nos puede comprar, y siempre a la baja. Con cualquier excusa se nos paga.
No tenemos un diario, no tenemos una tele, no tenemos una radio. No tenemos nada y no es que no lo tengamos por mala suerte, ni porque seamos pobrecitos. No tenemos ningún medio solvente y potente porque en el fondo no tenemos nada que decir, porque más allá de nuestro huerto privado y de cómo beneficiarnos no creemos en nada, porque hacemos la parodia del patriota para seguir siendo alguien a costa de la herida , pero no hemos hecho nada que significara un paso adelante, nada que fuera elevar el riesgo de la partida para ver si la podíamos ganar.
Somos culpables, absolutamente culpables de lo que nos ha pasado y nos pasa, y sólo si nos sumergimos con generosidad, sinceridad y amor en esta nuestra culpa seremos capaces de redimirse la conseguir lo que queremos. Harán falta sacrificios, sacrificios duros y graves, mucho más allá de lo que supone escribir un artículo. Pero hará falta, por encima de todo, creer en él, creer de verdad, llegar a la conclusión de que nos amamos este país de verdad. Yo tengo mis dudas de que ese amor sea de fondo y sea sincero, y estoy casi convencido de que todo seguirá igual, que todo seguirá siendo este ir haciendo de ánimo sin rumbo cierto, todo bien relleno de cobardes, torcidos y contrahechos, todo bien bajo, bien mezquino, hasta que ya no quede nada.
Los españoles no son unos hijos de puta, ni tienen ninguna acritud especial hacia nosotros. Y nosotros lo hemos hecho en cambio muy mal, con un cinismo contra Cataluña muy repugnante. Hace demasiados años que perdemos, y que perdemos por goleadas demasiado sonadas, como para mantenernos en esta permanente arrogancia acrítica, en este eterno dar lecciones a los demás o hablarles desde una superioridad moral que en el fondo no existe y que encima nos ha llevado a la derrota personal y colectiva tantas y tantísimas veces.
El catalanismo no depende de España. La independencia de Cataluña no depende de España. El cáncer está dentro de nosotros. La tara somos nosotros. Somos nosotros los que tenemos que crecer, los que nos se de ganar, los que nos hemos de merecer el futuro y la libertad. España no tiene nada que ver. España hace lo que debe hacer. Hace la suya, que es lo que hace la gente normal, la gente que suele salir adelante, sin quejarse y sin inventarse excusas.
No, los españoles no son unos hijos de puta. Y nosotros sí que somos unos cobardes, unos vendidos con la primera moneda falsa, y los que nos estamos cargando el país con nuestra falta de amor y de dignidad.
Salvador Sostres