Main man
Limpia, fija e invita a putas a coca-colas
- Registro
- 4 Feb 2006
- Mensajes
- 9.117
- Reacciones
- 17
Lo vi anoche en el Palau de la Música Catalana de San Félix Millet. El concierto lo daba Miguel Bosé y amigos (Ana Torroja, Víctor Manuel y Ana Belén, Bimba, Drexler y Watling -que no vino por gripe A o B, da lo mismo, es una diosa-) y trataba sobre el síndrome de Folladicto. La organización tuvo la feliz idea de juntar en el mismo espacio el photocall para prensa con la gente que entraba a ver el concierto. Pese a que el Palau es un templo para la música más exquisita, al concierto asistió todo tipo de personal. No podían faltar y no faltaron hordas de jennys de 20 a 50 años, con camisetas con Bosé estampado y provistas todas de cámaras digitales de los más diversos tamaños que berreaban a todo el que se ponía ante los flashes. Hasta a Sergi Arola, su metro cincuenta lo atestigua, le gritaron tío bueno.
Asistí atónito no sólo a una pésima organización del evento (los cámaras eran empujados, las grabadoras se iban a tomar pol culo, los fotógrafos se daban codazos para hacerse con un sitio propio por derecho...) sino a un espectáculo bochornoso en el que el orgullo jenny llevó a una charcuta a decirle a un periodista: "No mandes callar que a saber en qué trabajas tú ahí grabando con el móvil". Así me lo contaba el pobre tipo atónito y cagándose en Dios. Naturalmente, la verdulera no distingue una grabadora digital de cuarenta mil pelas de un teléfono Siemens de 20 euros ni un equipo fotográfico Canon profesional de cuatro millones de su puta camarita de 3 megapíxels comprada en Mediamarkt. Total, ni falta que le hace para ir a la plaza y para berrearle "tío bueno" a cualquiera que salga por la tele.
- Hola, venimos a este concierto para apoyar la causa contra el sidra.
No está tan de moda como antes, pero hay pesebre y nos han pagado avión y alojamiento.
He vuelto a ver algo semejante esta mañana. He ido al Caprabo a comprar y cuando me he puesto en la fila para pagar apenas podía dar crédito a la desvergüenza exhibida con jactancia por las cajeras del establecimiento: a voz en grito hablaban de sus cosas aturullando a las clientas, que tenían que apartar la cabeza para no ser empujadas por la onda sísimica.
- ¡Pero tú que dices si no estás aquí en Navidad, si te vas a Sevilla, que lo dijiste el otro día! ¿Has escuchao lo que dice la Carol? Anda que no...
¿Realmente les suda la polla el resto de la Humanidad? ¿No les importa en absoluto que los demás nos enteremos de sus anodinas intimidades? ¿No se dan cuenta de lo ridículas y paletas que son?
- Oye, chata, que te parezcas a Marta Etura no es como para que te hagas aquí la Haba Garner, eh, guapa, porque a mí me han dicho que el otro día te vieron con Rafa, el del almacén, en el...
Lo mismo que con las cajeras, para las que las filas de clientas son un hilo humano transparente, ocurre en los transportes públicos. Pasa en el avión y en el AVE, donde los ¿ejecutivos? charlan por la Blackberry sin cortarse un pelo y vacilando de sus gestiones, sean cuales sean. Pero pasa, sobre todo, en el autobús y el metro, los medios de transporte invadidos por la chusma.
¿Cómo es posible que les importe un carajo a tanto cani y tanta jenny que nos estemos enterando de si el Jonathan le puso los cuernos a la Vane en el otro día en el Fabrik? ¿O de si la Lore es una puta que se come las pollas de dos en dos? Es más, estoy convencido de que les encanta vociferar, sentarse en el suelo, fumar donde no se debe, darse empujones, enseñar tangas y tatus y creer, en su ignorancia, que tienen la incontestable razón de los rebeldes. Como James Deans poligoneros.
Yo sólo deseo que venga una plaga y se los lleve a todos por delante.
Asistí atónito no sólo a una pésima organización del evento (los cámaras eran empujados, las grabadoras se iban a tomar pol culo, los fotógrafos se daban codazos para hacerse con un sitio propio por derecho...) sino a un espectáculo bochornoso en el que el orgullo jenny llevó a una charcuta a decirle a un periodista: "No mandes callar que a saber en qué trabajas tú ahí grabando con el móvil". Así me lo contaba el pobre tipo atónito y cagándose en Dios. Naturalmente, la verdulera no distingue una grabadora digital de cuarenta mil pelas de un teléfono Siemens de 20 euros ni un equipo fotográfico Canon profesional de cuatro millones de su puta camarita de 3 megapíxels comprada en Mediamarkt. Total, ni falta que le hace para ir a la plaza y para berrearle "tío bueno" a cualquiera que salga por la tele.
- Hola, venimos a este concierto para apoyar la causa contra el sidra.
No está tan de moda como antes, pero hay pesebre y nos han pagado avión y alojamiento.
He vuelto a ver algo semejante esta mañana. He ido al Caprabo a comprar y cuando me he puesto en la fila para pagar apenas podía dar crédito a la desvergüenza exhibida con jactancia por las cajeras del establecimiento: a voz en grito hablaban de sus cosas aturullando a las clientas, que tenían que apartar la cabeza para no ser empujadas por la onda sísimica.
- ¡Pero tú que dices si no estás aquí en Navidad, si te vas a Sevilla, que lo dijiste el otro día! ¿Has escuchao lo que dice la Carol? Anda que no...
¿Realmente les suda la polla el resto de la Humanidad? ¿No les importa en absoluto que los demás nos enteremos de sus anodinas intimidades? ¿No se dan cuenta de lo ridículas y paletas que son?
- Oye, chata, que te parezcas a Marta Etura no es como para que te hagas aquí la Haba Garner, eh, guapa, porque a mí me han dicho que el otro día te vieron con Rafa, el del almacén, en el...
Lo mismo que con las cajeras, para las que las filas de clientas son un hilo humano transparente, ocurre en los transportes públicos. Pasa en el avión y en el AVE, donde los ¿ejecutivos? charlan por la Blackberry sin cortarse un pelo y vacilando de sus gestiones, sean cuales sean. Pero pasa, sobre todo, en el autobús y el metro, los medios de transporte invadidos por la chusma.
¿Cómo es posible que les importe un carajo a tanto cani y tanta jenny que nos estemos enterando de si el Jonathan le puso los cuernos a la Vane en el otro día en el Fabrik? ¿O de si la Lore es una puta que se come las pollas de dos en dos? Es más, estoy convencido de que les encanta vociferar, sentarse en el suelo, fumar donde no se debe, darse empujones, enseñar tangas y tatus y creer, en su ignorancia, que tienen la incontestable razón de los rebeldes. Como James Deans poligoneros.
Yo sólo deseo que venga una plaga y se los lleve a todos por delante.