¿Resulta especialmente molesto para alguien la opción de preferir una república a una monarquía pero no rasgarse las vestiduras si no llega ese cambio?
Las sociedades cambian. Los régimenes jurídicos y estatales también. Hace muchos miles de años en Europa existían sociedades matriarcales y se ejecutaba cada año al macho guerrero más bravo para regar con su sangre los campos. ¿Alguien pediría reimplantar ese sistema?
Después, los jefes de tribu pasaron a ser los hombres, con la ayuda en muchas ocasiones de la figura del chamán, místico que en realidad era algo así como un asesor. Pero la liturgia de la magia era importante para refrendar la autoridad que, de facto, poseía el chamán (cuando inconscientemente todos sabían que el chamán era el más astuto del pueblo, en realidad). ¿Alguien desea cambiar a los asesores de ZP por chamanes con plumas? (hmmm, mala pregunta...).
Se han sucedido múltiples modelos de Estado: oligarquías guerreras, autarquias de sangre, asambleas, imperios, reinos...
Los reyes surgieron como árbitros entre señores feudales. Eran algo así como la patronal que evita que los empresarios se desmadren, pero con la calma. Posteriormente fueron acumulando poder.
¿Tiene sentido actualmente la figura del rey? Tanto como la del chamán. Los que gestionan la carga del poder efectivo sobre la sociedad ya no son sólamente los terratenientes con sus caballeros obligando a quien pillan de por medio a generar rentas a cambio de perdonarles la vida. Ahora existe algo parecido, pero los mecanismos de control se han perfeccionado. Mucha más gente es consciente de los medios a través de los cuales se vertebra la economía. Las libertades privadas en la esfera de lo mental son mucho mayores. Aunque gran parte de la población esté de hecho ligada al trabajo para subsistir, pocos occidentales gustaríamos de que un señor con sus armas automáticas nos obligara a picar piedra 18 horas al día y nos impusiera acostarnos con torrelaveguenses para aumentar el cupo de hijos/productores. Por lo menos, así, en crudo. Además, tenemos un problema real que discute poca gente: aquí (en el 1r mundo) ya sólo produce una minoría de la sociedad, el resto de la gente consume y mueve productos. O se venden a sí mismos, su tiempo, para gozar del tiempo de otros. Tanto darle vueltas a la prostitución, que es la venta del cuerpo para sexo, cuando nosotros renunciamos a 8 horas de nuestro tiempo diario para comprar 2 o 3 del tiempo de los demás.
La figura del rey es anacrónica. Y esto es más que suficiente para plantearse si es necesaria y responder, con bastante seguridad, que no. Podríamos plantearnos si estaría bien recuperar a serenos y porteras, pero nadie se plantea seriamente si recuperar el zeppelin como medio de transporte de masas, porque otros transportes lo han superado en su función. El rey está de más, en tanto que ya no puede ejercer apenas ningún papel de árbitro de nada, de jefe de nada ni de nada en absoluto. Ni siquiera estoy seguro de que en pleno siglo XXI ejerza un gran papel simbólico. Queda muy bonito, porque nos recuerda mentalmente a las novelas de caballerías, al Rey Arturo, a las doncellas en las torres, a gloriosas gestas del pasado. Pero a ver quien es el guapo que se coloca a lomos de un corcel blanco y va con su espadón de 8 quilos a conquistar Jerusalén.
Dicho esto, ¿es especialmente grave que tengamos rey? Para mí es molesto, pero ya está. El rey es un poco como la Crazy Frog (no se sienta ofendida su majestad, no estoy intentando lesionar su figura): no tenemos una especial necesidad de descargarnos sus horribles melodías, pero ahí está, inextinguible, en la tele, la radio e internet. Persiguiendonos. Aunque, bien visto, la Ranita Loca es un fenómeno breve y actual. El rey tal vez sea, más bien, como los episodios raídos de Verano Azul. Como el Super8. Como Naranjito. No porque sea naranja y redondo, sino porque fue un icono que cumplió su papel de mascota y debió caer en el olvido. Siempre habrá nostálgicos de Naranjito, del Super8 y de Verano Azul. Pero es triste quedarse anclado en el pasado, desconocedor del efecto que la entropía produce en todos ellos.
¿A qué tanto cuento, pues? ¿Acaso no pueden convivir los amantes de Verano Azul con sus detractores? Tal vez, pero como detractor me molesta tragarme las infinitas reposiciones de dicha serie. En lo político, considero que hay figuras y modelos más apetecibles que otros, fundamentalmente por prácticos. Porque sitúan el eje del debate político en un plano más cercano (si bien nunca del todo) al funcionamiento de la realidad. Yo prefiero que no haya rey. Y prefiero un modelo federal por su concepción descentralizada del Estado y creo que se puede discutir con seriedad si es más eficaz un modelo centralista o uno descentralizado sin tener que recurrir a la simplificación de decir que soy un separatista hijoputa. Pero no me voy a rasgar las vestiduras. Sé que mucha gente le tiene apego a las antigüedades, aunque ya no utilicen ese antiguo molinillo de café tan bonito que tienen sobre la chimenea, así que no seré yo quien se lo cambie violentamente por un molinillo eléctrico.
Así que, como conocedor de muchas de las taras de la república diré muy flojito, para que nadie se enfade:
viva la república
y con algo más de volumen, expresaré visceralmente mi opinión sobre ciertas instituciones que no desearía volver a ver jamás:
¡MUERTE A LAS PUTAS REPOSICIONES TELEVISIVAS, ESPECIALMENTE EL PUTO VERANO AZUL!
PD: no tengo especial animadversión por el Super8.
PPD: en realidad me siento más cercano al anarquismo, pero no hay necesidad de ir poniendo bombas en el Liceu ni nada de eso.