Uncle Meat
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- 10 Sep 2005
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La naturaleza humana es un misterio, hamijos.
Todos vosotros os habréis sorprendido, seguro que en más de una ocasión, realizando actos –o tan sólo perpetrándolos en la imaginación- que creíais desacordes con vuestra virtud, o acaso impropios de vuestro pusilánime espíritu, y que ahí quedaban, consumados en el mundo real –o en la fantasía, en su caso-, dando soporte físico –o mental, también en su caso- al superfluo y estúpido remordimiento de vuestras enfermas conciencias. ¿Verdad?... A mi no me engañáis. Dejad aparcada la conciencia y seguid leyendo.
El caso es que todos sabemos ya que la mujer es como el cerdo: de ella se puede -y debe- aprovechar TODO. Digo esto porque en más de una ocasión me he topado en mi vida con supuestos “varones” que renegaban y se rasgaban los gayumbos ante el hecho NATURAL y SANO de comerse un buen coño. Esto es tan verídico como que Las Tablas de Moisés eran de chapa bañada en oro -y no sé por qué cojones las llaman aún “tablas”-. En fin, lo que quiero decir con toda esta mierda es que negar nuestra condición de PUERCOS resulta patético ante el OJO que todo lo ve. ¡No enojéis jamás de este modo a Jesús, Nuestro Amado Señor!
Pero aún vamos a profundizar más en este exquisito tema. Para ello voy a manifestar a todo el noble público de esta Santa y Pestosa Casa, a modo de ejemplo, mis inquietudes éticas y estéticas.
Resulta que no creo que sea de buen apostólico sólo comerse un buen coño: también es conveniente –y MUCHO- deleitarse con las fantásticas rayuelas del culo, ojals y sobacos de nuestras malolientes compañeras de tormento. No estoy hablando de coprofagias, lluvias doradas y demás contentos viles; no -quitaos eso de esa cosa que tenéis sólo para apoyar la gorra y criar piojos, raperos de mielda-. Estoy hablando de conductas sanas y naturales; como las frutas del bosque o trabajar de albañil. ¿A quién no le gusta lamerle los sobacos a su parienta mientras la embiste con la enhiesta verga? ¿Quién puede resistirse a la hermosa rayuela de un buen pandero? ¿Qué clase de desgraciao no se ha sumergido nunca en ese océano de éxtasis y sintonización con el universo que representa el hecho de lamer un delicado y enardecido ojete? ¿Quién? Ya dije en una ocasión –revisar tema 15- que por estas inquietudes mías –que, en ocasiones, me traen por la calle de la amargura- jamás me he ido de putas. ¿Cómo, almas cándidas, puede uno expandirse de esta guisa con una protosidosa? DE NINGUNA FORMA. ¿Qué es eso de follar con condón, hermanos? Follar con condón es de GILIPOLLAS; no por lo que tiene de preventivo, sino por el mismo hecho en sí de follar con condón. ¿Estamos o no estamos en el tema?
Pero, ¿y ellas –se preguntará más de uno, parpadeando-? ¿Qué pasa con las cristianas que pueblan este sacrosanto lugar -muchas, ya lo sé-? ¿Acaso ellas cagan mármol?... No. Ellas son igual -o mejor- que nosotros, oh hermanos hamijos. Una vez –¿para qué nos vamos a engañar?-, mientras una de estas féminas lamía mis cojoncillos, observé que deslizaba su lengua hacia, digamos, zonas más oscuras de mi anatomía. Servidor de ustedes, a quien no cogió desprevenido el ardid, no tuvo más remedio que agarrarla por los pelos y volver a ponerla en su sitio. Porque, eso sí, ojito, sólo un marica de mielda se deja lamer el ojals. Un hombre de Dios es siempre activo en este aspecto; nunca pasivo.
Bueno, y después de esta exposición, ¿qué opinan ustedes de este tema? Les ruego se dejen seducir por el reverso tenebroso y contesten con sinceridad; como buenos hermanos y hermanas cristianos. Expresen sus opiniones, sus experiencias, sus dudas y temores. Todo.
Nota Bene: Cabe aquí añadir cuatro puntitos de advertencia a la hora de contestar:
1) Ya ha quedado claro que no me va eso de ser pasivo.
2) De ello se desprende que no me atrae, para nada, que me peten el ojals.
3) Postear sólo “HIJOPUTA” hace que un angelito se gane las alas, así que no me seáis cabrones.
4) Pherseo no está gordo: es que, cuando pequeñico, se cayó en una marmita de ceregumil.
Buenas noches.
Todos vosotros os habréis sorprendido, seguro que en más de una ocasión, realizando actos –o tan sólo perpetrándolos en la imaginación- que creíais desacordes con vuestra virtud, o acaso impropios de vuestro pusilánime espíritu, y que ahí quedaban, consumados en el mundo real –o en la fantasía, en su caso-, dando soporte físico –o mental, también en su caso- al superfluo y estúpido remordimiento de vuestras enfermas conciencias. ¿Verdad?... A mi no me engañáis. Dejad aparcada la conciencia y seguid leyendo.
El caso es que todos sabemos ya que la mujer es como el cerdo: de ella se puede -y debe- aprovechar TODO. Digo esto porque en más de una ocasión me he topado en mi vida con supuestos “varones” que renegaban y se rasgaban los gayumbos ante el hecho NATURAL y SANO de comerse un buen coño. Esto es tan verídico como que Las Tablas de Moisés eran de chapa bañada en oro -y no sé por qué cojones las llaman aún “tablas”-. En fin, lo que quiero decir con toda esta mierda es que negar nuestra condición de PUERCOS resulta patético ante el OJO que todo lo ve. ¡No enojéis jamás de este modo a Jesús, Nuestro Amado Señor!
Pero aún vamos a profundizar más en este exquisito tema. Para ello voy a manifestar a todo el noble público de esta Santa y Pestosa Casa, a modo de ejemplo, mis inquietudes éticas y estéticas.
Resulta que no creo que sea de buen apostólico sólo comerse un buen coño: también es conveniente –y MUCHO- deleitarse con las fantásticas rayuelas del culo, ojals y sobacos de nuestras malolientes compañeras de tormento. No estoy hablando de coprofagias, lluvias doradas y demás contentos viles; no -quitaos eso de esa cosa que tenéis sólo para apoyar la gorra y criar piojos, raperos de mielda-. Estoy hablando de conductas sanas y naturales; como las frutas del bosque o trabajar de albañil. ¿A quién no le gusta lamerle los sobacos a su parienta mientras la embiste con la enhiesta verga? ¿Quién puede resistirse a la hermosa rayuela de un buen pandero? ¿Qué clase de desgraciao no se ha sumergido nunca en ese océano de éxtasis y sintonización con el universo que representa el hecho de lamer un delicado y enardecido ojete? ¿Quién? Ya dije en una ocasión –revisar tema 15- que por estas inquietudes mías –que, en ocasiones, me traen por la calle de la amargura- jamás me he ido de putas. ¿Cómo, almas cándidas, puede uno expandirse de esta guisa con una protosidosa? DE NINGUNA FORMA. ¿Qué es eso de follar con condón, hermanos? Follar con condón es de GILIPOLLAS; no por lo que tiene de preventivo, sino por el mismo hecho en sí de follar con condón. ¿Estamos o no estamos en el tema?
Pero, ¿y ellas –se preguntará más de uno, parpadeando-? ¿Qué pasa con las cristianas que pueblan este sacrosanto lugar -muchas, ya lo sé-? ¿Acaso ellas cagan mármol?... No. Ellas son igual -o mejor- que nosotros, oh hermanos hamijos. Una vez –¿para qué nos vamos a engañar?-, mientras una de estas féminas lamía mis cojoncillos, observé que deslizaba su lengua hacia, digamos, zonas más oscuras de mi anatomía. Servidor de ustedes, a quien no cogió desprevenido el ardid, no tuvo más remedio que agarrarla por los pelos y volver a ponerla en su sitio. Porque, eso sí, ojito, sólo un marica de mielda se deja lamer el ojals. Un hombre de Dios es siempre activo en este aspecto; nunca pasivo.
Bueno, y después de esta exposición, ¿qué opinan ustedes de este tema? Les ruego se dejen seducir por el reverso tenebroso y contesten con sinceridad; como buenos hermanos y hermanas cristianos. Expresen sus opiniones, sus experiencias, sus dudas y temores. Todo.
Nota Bene: Cabe aquí añadir cuatro puntitos de advertencia a la hora de contestar:
1) Ya ha quedado claro que no me va eso de ser pasivo.
2) De ello se desprende que no me atrae, para nada, que me peten el ojals.
3) Postear sólo “HIJOPUTA” hace que un angelito se gane las alas, así que no me seáis cabrones.
4) Pherseo no está gordo: es que, cuando pequeñico, se cayó en una marmita de ceregumil.
Buenas noches.