Cómo que le aporta el punto de gracilidad. Cómo va a ser posible que si a una tía longilínea le añades componentes achaparrados y anchos le des más gracilidad, a ver. Tú coges a una con unas piernas largas y estilizada le pones el paticortismo típico español y la haces más grácil, ¿no? Porque es más grácil una paticorta con unas piernas como un jamón que una que no lo sea, ¿no?
Os informo que allende de nuestras fronteras las españolas no son consideradas en ningún sitio ni en ningún país entre las guapas. Todos esos que dicen que las españolas son consideradas guapas internacionalmente son gente que no ha salido de España o lo ha hecho muy poquito, porque si lo hubieran hecho no lo dirían. Uno pasea por Noruega, por Minsk, por Praga o por Ámsterdam y pasea por Madrid o Barcelona y se le cae el mito de la guapura de las españolas a los pies. No incluyo Nueva York o Londres o París porque ahí no se sabe cuál es de ahí o cuál no, pero en sus calles también ves lo que no ves aquí. Hasta en un Buenos Aires entré una noche a tomarme algo a un bar de copas y el cien por cien, sí, el cien por cien, de las tías de ese bar estaban buenas. Es más, no había ni una sola, ni una, a la que le sobrara ni un puto kilo. Eso aquí no se ha visto jamás entre el paticortismo nacional. Simplemente lo de la belleza de las españolas uno deja de creérselo por la vía de los hechos, porque ante la cruda, dura e innegable realidad no hay argumento que pueda contraponerse.
Desgraciadamente, y aún habiendo mujeres muy guapas en este país, la española prototípica es paticorta, ancha de caderas y muslo, culibaja y escasa de tetas pero con tendencia a engordar, y no le hace sombra en belleza a las europeas me atrevería a decir desde París hasta Moscú. Una lástima, qué más quisiera yo que vivo en España y soy español que nuestras mujeres fueran diosas de la belleza. Pero no lo son.
De lo afable de su carácter, de lo humilde de su personalidad y de lo generoso de su corazón no digo nada. En esto sí que no tienen parangón.