Jajajaja, qué gran post.
Voy a intentar estar a la altura exponiendo el caso de un especímen difícil de encontrar, pero que sin duda nos rodea 24/7.
El freak de charco
Se caracterizan principalmente por ser reconocibles a unos 15 km. de distancia debido a que el reflejo de su tez albina -cuyo cromatismo está patentado por Milkybar- provoca que sus cuerpos devengan en auténticas placas solares humanas con piernas de pollo deshidratado.
El freak de charco es una especie rara de encontrar y sólo sale a la luz cuando a su madre le dan 4 infartos de miocardio de sólo pensar en el estado de asocialidad en el que se encuentra su hijo, se queda sin conexión a internet, o en su defecto cuando su padre le apunta con la escopeta de caza al entrecejo, invitándole a que definitivamente despegue el culo de la silla y vaya a darse un garbeo por "el exterior". En cualquier caso el freak de charco tiene su estrategia bien preparada y podrá sobrevivir algunas horas sin su dosis de Cyberespacio.
Ataviado con el Risk, las cartas del Magic y una horda de retardeds con los que previamente ha quedado por el IRC, el luminoso grupo de NERDS avanza cual cometa fugaz frente a las miradas del dolorido público, que requiere necesariamente de gafas de sol para poder apreciar en esencia la pigmentación y rareza de los recién llegados.
Una vez asentados en un lugar alejado de la luz solar, pasan horas batallando y luchando con criaturas imaginarias hasta que deciden experimentar algo tangible, y se lanzan a la exploración del mundo acuático. Gafas de soldador en mano -puesto que el reflejo de la piel se suma al del agua, con lo cual ya estamos hablando de una luminosidad similar a los focos de la Scorpia- podemos asistir a un fenómeno tan propio de esta subespecie social, como lo es la fotosíntesis para nuestro mundo vegetal, y es que sus pieles de lechoso en pruebas, mutan cual camaleón en peligro, siendo capaces de alcanzar el glorioso rojo-gamba-carabinero de Almuñécar en tiempo récord ante la incrédula mirada del espectador de a pie. Una vez mojados se disponen a secarse expuestos al sol, con su consiguiente vuelta-y-vuelta que acaba de dejarlos escaldados hasta lo que viene a ser el maxilar inferior. Para cuando se dan cuenta siempre es tarde.
Horas después sufre un par de insolaciones, y mientras su mami le hace frotes con vinagre de orín, el pobre hikikomori en potencia reclama su dosis... "al menos acércame el ratón mami, necesito sentirlo" y se queda durmiendo, ratón en mano, deseando que llegue el día de mañana en el que ni la luz, ni la santa de su madre, ni el rifle de su abuelo, osarán interponerse entre él y sus partidas al Warcraft, su chateo por las webs, su verdadera naturaleza foril... volverá a su mundo de reclusión y fibra óptica en el que permanecer seguro y a salvo, una vez más, de la penosa dinámica social.