Por radio, claro. Y también se pide apoyo aéreo

La radio, cuando funciona, sólo te permite enlazar con el resto de tu compañía. Si el que manda la compañía es un desgraciado y un hijo de puta, poco puede solventar la radio. Te jodes y bailas igual. Funfact: en zona de operaciones se puede dar el caso, es posible, que funcione el móvil en una zona de mierda perdida de la mano de Dios antes que la radio. Si eres un pringado estelar incluso es posible que estés técnicamente ilocalizable en zona hostil pero que tu novia sea capaz de dejarte por SMS.
Esas cosas son las que pueden pasar cuando tu mayor apoyo sobre el terreno es un tipo que entiende medianamente el árabe, porque te suena que es lo que hablan los moros mirando a la meca, en lugar de un traductor de pashtún. Que luego dependes del lenguaje de signos y de la buena voluntad de unos lugareños no demasiado simpáticos para reponer combustible. Pero eso lo averiguas luego, después de romperte la cabeza durante días y de pasar noches sin dormir intentando descubrir qué hostias ha pasado. En general no lo sabe ni la gente que estuvo, y tampoco es que les importe demasiado, como para contrastarlo como ensalada a golpe de click preguntando a los colegas del fmg. Por mí puedes ir a contrastar con tus escritos de Millán Astray todo lo que quieras rei.
Otra anécdota que te gustará por lo bien que retrata a tus camaradas. Convoy que sufre un asalto, el asalto consiste en un artefacto guarro y en una docena de tipos disparando desde más de 700 metros. Los BMR son aproximadamente de cuando mundele hizo la mili y ni siquiera así revienta el vehículo afortunado, pero vuelca. El jefe de vehículo se rompe una pierna, al conductor hay que reconstruirle la mandíbula, el resto heridos leves menos el torre, que queda aplastado y muere. El torre era vallesano de adopción, pero ecuatoriano de nacimiento. En términos militares de camaradería "un sudaca de mierda". Cuando se tuvo que organizar el pelotón para rendirle honores al cadáver hubo literalmente hostias para participar en la comitiva, incluyendo a varios correligionarios tuyos que paradójicamente lo consideraban poco más que basura cuando vivía. Muerto y en una caja de pino envuelta en un trapo tenía mucho más valor para ellos del que podría tener jamás toda su familia entera. Una mente racional hubiera impuesto sentido común. Pero como hablamos del ejército español, su madre tuvo que aguantar en el entierro de su hijo a un par de orangutanes levantando el féretro con el brazo donde tenían tatuada la esvástica, bien visible. Ni siquiera se molestaron en cubrirla.
Y esa es más o menos la camaradería que se fomenta por ahí.