
Lo de los Doors ya me ha matado.
Mira, puedes empezar con el primer disco, el The Doors y ver como en tu vida, sin darte cuenta, has escuchado y tarareado Soul Kitchen, Light my Fire o Break on Through. De este disco son todas, absolutamente todas las canciones buenas. Flojea un poco quizá The Crystal Ship, pero ir por la calle de noche y escuchar End of the Night o Take it as it comes te la pondrá dura, y poner de fondo Alabama Song mientras te metes un trago de whisky o de tequila con los amigos es una de las experiencias más auténticas que vivirás en tu puta vida.
El L.A. Woman es bueno. ¿El fallo? La voz del gilipollas de Jim Morrison, que en esa época estaba demasiado alcoholizado ya para hablar con un tono de voz distinto al de Barney. Pero si no ves tu puto futuro con Love Her Madly, Riders on The Storm o L.A. Woman, o no te pones a llorar borracho con Been Down so Long, es que no eres nadie.
Mi favorito es el Morrison Hotel, aunque me jode que se infravalore tanto el Waiting for the Sun, que tiene himnos que podrás escuchar para dejar de ser un triste metalero inculto como Summer's Almost Gun, My Wild Love (escuchando ésta delante del espejo vi mi segunda reencarnación) o Five to One.
El Strange Days es un discazo también, con You're Lost Little Girl, Strange Days, Love Me Two Times (tiene una versión que me pone palote Aerosmith de este tema), Unhappy Girl o People are Strange. Por no hablar de la mejor del disco, When the Music's Over.
El día que me enseñaron a mí los Doors agradecí a quien correspondiese que ese grupo hubiese existido. He atravesado etapas en las que he idolatrado a Jim, he odiado a Jim e incluso he ido buscando discos suyos y rarezas por tiendas de los lugares más extraños que te puedas imaginar. Ahora estoy en una frase de rendir pleitesía a Manzarek, por aportar tanto a la música y hacer de un grupo que hubiese sido de sonido mediocre sin el teclado, una puta leyenda.