DEL CONDE Y LA CONDESA
Perdonad, divina dama
que relaje la etiqueta,
mas tengo la tentación
de morderos una teta.
¡Caballero! ¡CÓmo osáis!
respetadme, soy una dama,
pero desabrochaos la bragueta
que os lustro la banana.
Señora disculpad mi osadía
si he perdido la postura,
mas levantad esa fina falda
que os parto la costura.
¡Oh! mi amado caballero
admiro vuestra destreza,
pero os pido me metáis
solamente la cabeza.
¡Oh! Señora idolatrada
lo lamento, mil perdones,
la cosa no tiene remedio
os clavé hasta los cojones.
Os perdono mi caballero
y hacedlo con disimulo,
eso si, os lo suplico
sacadme el dedo del culo.
Basta ya señora mía
basta ya de meta y ponga,
parece habéis agarrado
lindo gusto a la poronga.
Seguid, seguid caballero
que con este ya van siete,
que luego agacho suavemente
y me rompéis el ojete.
Yo continuaré Condesa
mientras su gusto lo exija,
y os seguiré echando polvo
hasta que aguante la pija.
Bien sé, querido mío
que eres un hombre de notas,
metédmela más adentro
metedla hasta las pelotas.
Qué os parece mi amada
si continuamos luego el juego,
yo os hago la mineta
y vos me chupáis los huevos