No debí haber ido a aquella cena pero me dejé convencer. Intuía que él estaría también allí aunque tampoco era totalmente seguro. Lo había visto casualmente en una ocasión anterior y sabía que también entrenaba en ese gimnasio, aunque por suerte solía acudir a diferente hora y nunca coincidí con él.
En realidad ya lo conocía, habíamos compartido vestuario hacía unos diez años en plena adolescencia (ya con vello en los genitales) cuando fuimos compañeros en un equipo de baloncesto.
Él era un ganador, no tenía vergüenza ni miedo a nada, cuando uno no podía hacer otra cosa que ruborizarse solamente con tener una chica al lado o cruzar un par de palabras con ellas, él contaba historias y anécdotas subidas de tono a ese respecto y probablemente ya la hubiese metido en caliente. Era desvergonzado, astuto, chulesco, despectivo, con una eterna expresión burlona en el rostro, trilero, fiel y leal con sus amigos pero implacable con sus enemigos.
En principio no debíamos ni haber coincidido, pero una lesión le obligó a perderse el inicio de la temporada y por consiguiente no pudo ser elegido en el equipo alfa de los cadetes de esa temporada, viéndose relegado al de los perdedores, entre los cuales me encontraba yo. He dicho perdedores aunque no es del todo cierto, también había algún otro alfa en el equipo con el que hacía buenas migas.
No es difícil imaginar lo que debió de suponer para
@turis (lo llamaremos así aunque no es su verdadero nombre) todo aquello. Romperse el tobillo dos veces, tener problemas de espalda y perderse también media temporada. Para colmo un familiar de
@turis sin motivo aparente me tomó simpatía. "Tenéis que hacer como eider" "Muy bien eider" "eider juega para el equipo" eran elogios que me dirigía dicho familiar de
@turis en algunos partidos.
@turis no pudo soportarlo y la tomó conmigo de forma despiadada. No podía entender como se podía elogiar a un chico como eider. Tímido, rarito, de perfil bajo, con poca confianza en sí mismo y con escasas dotes para el baloncesto. A un chico que nunca lo habían elegido para ningún equipo, que era suplente y no destacaba en nada. Mediocre aunque no pésimo.
Los insultos, los desprecios y las burlas eran constantes. Por suerte dejamos de vernos...
Dejamos de vernos pero nos encontramos unos años después en aquella cena. La cena de un gimnasio de un deporte marcial. Allí estaba él, destacando. Con esa misma sonrisa insolente de años atrás, tenía un par de hijos con dos mujeres distintas e innumerables aventuras, relatos e historias de follador y macho alfa. La conversación en la mesa giraba en torno a él, a su magnetismo y su carisma. Sus chistes y chascarrillos eras secundados por un clamor de carcajadas. A mí apenas nadie me prestaba atención. Tal vez como producto de la incomodidad acabé tirando con el codo un vaso con bebida.
Posteriormente, en un establecimiento de ocio nocturno me vi completamente solo. Se formaron diferentes grupos y corrillos, todos bailaban, reían y alternaban. Yo me quedé en un rincón y traté de pedir un vaso de cubata.
@turis se fijó casualmente en mí y al ver que la camarera no me hacía caso me echó un cable con su gracia y donaire hasta que me sirvieron la bebida. Agradeciendo ese gesto pretendidamente amistoso traté de darle algo de conversación y cruzar un par de palabras. Craso error. Después de cruzar dos frases random pude observar a
@turis riéndose en mi cara al ver mi situación. Completamente solo, fuera de lugar y tratando de sacarle conversación a un tío que se había cagado en mi puta madre en innumerables ocasiones y que se reía de mí a mandíbula batiente mientras se alejaba nuevamente de mí volviendo con su grupo de amigos.
Decidieron cambiar de local y ahí que se marcharon sin ni siquiera prestarme algún tipo de atención y contar conmigo para nada. Como pude cogí mi abrigo y me dirigí a casa mientras hacía uso del teléfono móvil sin hablar con nadie para disimular.