Vaya nivel de posts amigo @
Pionono, estas dejando un hilo bonito, bonito. Espero no ensuciarlo de babas o de bilis de la envidia.
Tengo pendiente realizar un viaje de estos de hacer puertos por los Alpes o Pirineos, pero entre que no tengo una parienta ciclista como tú y que nunca me he acabado adaptando a la bicicleta de carretera... (El 39x28 no ha ayudado mucho...) pues ahi lo tengo.... pendiente.
Lo único parecido fue un viaje que hice con uno colegas por el el Pais Vasco con la btt, puertos míticos no habia, ahora.... Unos rampones de cuidao.
Esto son vacaciones de verdad cojones y no viendo museos.
Gracias amiguete
@Toneti! Olvídate del 39x28, eso es sufrir por sufrir, hoy en día no tiene sentido usar eso para subir puertos. La próxima vez que vuelva a Alpes o Pirineos iré o con 50x34 o en todo caso con el actual 52x36 pero con un 32 ó 32 atrás, te lo aseguro. Si te han gustado los anteriores posts, átate los machos que ahora paso a comentar al coloso...
Col du Telegraph+Galibier.
Se trata de una ascensión especial, inolvidable, 35 km de puerto que imponen de sólo pensarlo, por mucho que te estudies la altimetría y veas que hay 5 km de descanso tras pasar el Telegraph.
Nos tocaba coger el coche y desplazarnos 80 km a la localidad de St. Jean de Marienne, para hacer unos 25 km de trayecto hacia St. Michel de Marienne, donde comienza la ascensión. Por el camino cruzamos Le Chambre, y vemos que hay unos 10 km de llano hasta St. Jean de Marienne, así que una vez aparcado el coche allí, hacemos esos 10 km ida y vuelta para calentar bien. No nos equivocábamos porque una vez ya camino de St. Michel el terreno ya es ascendente, pestoso como lo llamamos los ciclistas, y a lo tonto subimos 300 m de desnivel en otros 20 km, que no es demasiado pero va picando… y sumando.
Empezamos la ascensión del Telegraph, la antesala del Galibier, que nos tomamos con mucha calma y además el puerto lo permite. Son 12 km ininterrumpidos pero bastante asequibles, sin porcentajes exagerados pero que te va minando poco a poco entre frondosos bosques y con un asfalto perfecto, hasta alcanzar los 1566 m de altitud donde está la cima. Es un puerto que a bote pronto no tiene nada de especial, pero al que tratas con mucho respeto porque has visto muchas veces en la tele y te han contado muchos amigos lo que se te viene encima después…
Tras la obligatoria parada a hacernos las fotos de rigor, iniciamos una pequeña bajada de 5 km que termina cruzando la localidad de Valloire, donde, esta vez si, empieza la ascensión al Galibier. Pasada una rotonda y un pequeño puente divisas la primera rampa, que ya por sí sola te impone más que cualquiera del Telegraph. Después de 10 km de subida de ensueño por los paisajes que cada vez se hace más dura y donde notas mucho la altitud y todo el desnivel que llevas acumulado, divisas un pequeño, pequeñísimo llano, llamado Plan Lachat, que se pasa en un suspiro mientras contemplas a la derecha alzarse imponentes y majestuosos lo que luego descubres que son los últimos 8 km del Galibier, donde el puerto te pone a prueba y donde miras a todas partes sin creerte lo que estás viendo y viviendo.
Son unos km duros, con porcentajes que no bajan del 9% y durante mucho rato das chepazos a diestro y siniestro mientras miras que estás a un 11-12% machacón, insistente. Sin embargo levantas la cabeza y el paisaje te empuja, crees que si sigues igual tocas el cielo, porque cada curva te enseña un trocito más. Pero el Galibier se vende caro. Cuando divisas una casa piensas, “Ahí está la cima” y de nuevo el puerto pone tu mente a prueba, porque en absoluto, aún te quedan 2 km más de subida con alguna rampa criminal al 12% que, ya con la reserva, se hace interminable, y en los que tiro de la nena que ya lleva algunos km muy tocada, pero echándole el valor y coraje habitual en ella. En la última curva a izquierda antes de coronar, ves perfectamente lo que has subido en estos últimos 8 km y la felicidad te invade. No serías humano si la emoción no recorriera tu cuerpo, y esos metros hasta ver la cima son los que te hacen sentir afortunado de ser ciclista, de sentir lo que estás sintiendo, algo sólo reservado a los que se atreven a encarar este sueño de ascensión, que por supuesto vivo junto a la persona que más quiero llegando juntos al deseado cartel.
Después de unos minutos donde la parienta y yo saboreamos el triunfo emocionados y rodeados de mucha gente en la misma situación, uno no puede evitar acordarse de algunas personas especiales que comparten esta pasión que es la bici. A ellos les dedicamos esta subida que llevaremos clavada en la memoria tanto mi chica como yo.