Vivir en la esquizofrenia
A mediados de enero, una revista especializada publicó un completísimo informe sobre la marcha del Real Madrid. El titular se refería a las dos caras del club. La entradilla era una tesis demoledora que se demostraría en el texto: “Sobresaliente en economía, suspenso en deporte. Su estrategia de marketing conquista el mundo, pero el equipo se acerca a su tercer año sin títulos. ¿Cuánto tiempo se puede soportar esta esquizofrenia?”.
Imposible explicarlo mejor. El Madrid es marketing y ayer se llevaría un buen pellizco del anuncio que Casillas y Ronaldinho grabaron, para una prestigiosa marca de coches, en el campo de fútbol de Caldes de Montbui. Los títulos de Florentino Pérez tienen que ver más con el dinero que con las glorias deportivas del Madrid.
Y, de hecho, desde su llegada a la presidencia, en la victoria y en la derrota, el marketing preside el día a día del club. Como última muestra, el botón de la Copa del Rey. Eliminado, pese a ganar 4-0, por el Zaragoza, el madridismo vistió el KO como si fuera el mayor triunfo de todos los tiempos. Tan grande fue esa gesta, que el propio Florentino estaba impresionado: “No recordaba una noche mágica como esta. El equipo le ha devuelto la ilusión al madridismo”.
Vale. Toda la ilusión que quiera, pero es el Zaragoza quien jugará la final. No obstante, López Caro, insistía en el mensaje único: “Hay que estar orgullosos de los jugadores”. Y Casillas, enfant terrible del vestuario hasta el día de su renovación, tampoco se quedó corto: “Ha sido impresionante”. Vale, también. Otra vez de acuerdo. Impresionante, pero clasificado el Zaragoza.
No obstante, eso, según la realidad virtual del Madrid, es lo de menos. Lo que importa es que ahogarse en la orilla del Ebro sea considerado una gesta... olvidando, por ejemplo, que el Madrid galáctico no hizo nada que no hubiera hecho antes el modesto Zaragoza. De hecho, si el Madrid está fuera de combate pese a marcar cuatro goles en un suspiro, es porque el Zaragoza les metió seis en su campo. Pero, claro, de eso ya no se acuerda nadie. Fue un accidente que el marketing olvida olímpicamente... pero los demás, no. Para eso estamos.