Historias del cole

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Madre mía qué loleo con vuestras tonteridas. En mi caso, como tengo una memoria prodigiosa, tengo anécdotas a porrillo. Voy a contar la primera y ya si eso, cuando tenga tiempo, to be continued. Esta historia no es realmente de risa pero sí un poco surrealista.

Siendo muy pequeño, no más de cinco años, iba a un colegio público, como he hecho toda la vida, porque a mis padres no les daba para más con cuatro churumbeles. Seguro que fui compañero de pupitre de @Cimmerio, en el Vélez de Guevara. Debía de correr el año 1984 o 1985. El caso es que yo en esa época odiaba ir al colegio y estar separado de mi mamá, vamos, como hasta hace dos días. Yo lloraba todos los días y, una vez dentro, me encontraba como en estado de shock, no hablaba con nadie, iba llorando por las esquinas, etc. (quién les iba a decir a mis padres que años después tendría mil doctorados y cátedras a cascoporro). El caso es que en el recreo nunca tenía ganas de comerme el bocadillo que me ponía mi madre, porque veía que los demás chavales comían phoskitos, bollycaos y esas mierdas, pero a mí me ponían chorizo o foigras. Hoy en día yo tengo cuerpo de culturista y ellos probablemente son más obesos que Falete. En fin, que varios días, ante mi decepción al ver el bocadillo, cogía y lo tiraba a la basura para no comerme la bronca de mi señora madre.

Historia paralela. En esa época estaba de moda, por alguna razón, que los gitanos empezasen a ir a los colegios. En mi cole había, según temporadas, dos o tres entre todos los cursos. Jamás les oí hablar, eran como monos que se movían, gesticulaban, etc. pero no debían de saber español. Yo recuerdo que en el recreo les hacían las mil perrerías, como si se tratase de los negros durante el siglo XIX: reírse de ellos, lanzarles piedras, hacerles corros y verlos revolverse contra la gente, etc. Todo muy inclusivo (por cierto, que el tema del bullying en esa época era bastante habitual, habría que abrir hilazo con ese tema porque de allí saldrían también mi, anécdotas). En el recreo estos gitanillos solían, por las susodichas razones, estar acompañados por algunas maestrillas de medio pelo. El caso es que recuerdo lo que pasó un día, se me quedó grabado. El gitano, acostumbrado a rebuscar en la basura o estercolero en su casa, se acerca a la papelera y empieza a rebuscar. Las maestras le riñen, eso no se hace, no vas a encontrar nada útil, etc. Como el infraser insistía en meter la mano, al final le dejaron rebuscar, diciéndole “busca, busca, ya verás como no hay nada”. Pero hete aquí que era justo la papelera en la que yo había tirado mi bocadillo ese día. El gitano saca el bocadillo finalmente, se regodea ante las sorprendidas miradas de las maestras, lo saca del papel albal, apetitoso manjar de foigras con pan del día anterior, y se pone a engullirlo como si fuera Gollum. Seguramente no habrá comido tan bien en el resto de su miserable vida.

Os aseguro que la cara de sorpresa las maestras ante lo ocurrido no se me irá en la vida.
 
Cuando tenga un rato me miro el hilo, que parece rezumar LOL.

Una pequeña aportación: en 4º de EGB tuve un profesor tan cabronías, que nos puso motes a todos EL MISMO. Antes de que la clase lo hiciera por tendencia natural.

El hioputa, cuando la cagabas, te hacía levantar. Se acercaba, y se te quedaba mirando, dejando pasar unos segundos en silencio. Creando tensión. En mi caso, si me tocaba, me entraba la risa floja.
-¿Te rieh? (actualización)

Y yo:
-Nooojjjfffjojojo.

Tras lo que el tipo estallaba gritando: ¡BUFANDA! y te soltaba una hostia doble, en plan bofetada, a la altura del cuello.

Recuerdo también con gran LOL que había uno en clase bastante bruto pero muy alto (para 4º EGB). El cabronías lo sacaba a la pizarra y se desesperaba con la estultez del pobre chaval. Total que un día se acerca al tipo, lo agarra del cuello, se lo ajusta a la altura de la barriga, y le dice:
-¡Vamos a usar tu cabeza para lo único que sirve!

Y se lanza con el pobre bruto como si fuera un ariete, contra la puerta de clase, que eran de madera hueca y hacían un ruido tremendo: ¡YEEEEEAH! POM. POM. REPOM. Todo ello con la clase estallando en risas.

Pensarán que acabamos todos traumatizados y tal, pero para nada. Nos partíamos el culo con el cabronías, y por lo único por lo que espero que pague con almorranas en la jubilación en la que estará, o con pinchazos en el escroto en el infienno, es porque el muy mamón nos freía a deberes.

Eso sí que no se lo perdono.
 
Historia de mierda (no scat), pero si una historia de justicia, mecagonlahostia.

5º o 6º de egb, hará 20 años fasilmente. Ya avanzado algo el curso todavía estaban dando coletazos los cromos de la liga, y si bien algún año compré cientos de sobres, luego me di cuenta que era mucho más fácil y económico hacer la colección casi completa cuando a la gente le faltaban muy pocos cromos y no tenían miramientos en cambiártelos a ti que habías tenido suerte tocándote el que le faltaba por cientos de repetidos que ellos ya no querían para nada.

En estas entra en acción el ladrón de la clase, uno de los 3 malotes (que no me llevaba mal con ellos ni nada) pero que todo el mundo, sobre todo sus iguales, sabían de su condición ladronicia. Me llega al final de la última clase y me dice que le deje ver mi minitaco de cromos, a ver si le interesa algo. Malo. Este hijoputa en vez de venir a clase con un taco gigante de cromos solo venía con uno pequeño de 30 o 40, todos fichajes (creo que esas eran las buenas, no? las que estaban al final del álbum) y algún crack, bueno, ya sabéis. Total, que le digo que no que no, que solo tengo cartas malillas y solo una buena, el gilipollas de roberto carlos, para los mas jóvenes, un negro con voz de travela que jugaba en el Madric. Eso, que no le iba a interesar nada "pero hombre, déjame verlas, que no te voy a robar...", el hijoputa encima con choteo.

Se pone a verlas, pasa pasa pasa pasa, roberto carlos, pasa pasa pasa... Me dice que tiene todo, me da el taco y a buscar que voy, como las había dejado en el mismo orden y sabía yo donde estaba miro y... el puto roberto carlos que no está "oye, dame roberto carlos" "pero sinior, yo no he robado nada, se lo huro..." hacía así con las manos como un mago, los bolsillos... El muy cabrón llevaba la chaqueta enganchada a la cintura y para mi que se la metió en algún recóndito lugar (porque también miró por ahí y no tenía nada). "Lo mismo se me ha caído mientras bajábamos las escaleras, voy a mirar", yo no había quitado ojo y no se había caído nada, sube y baja y lo que me imaginaba, que no había visto nada, tanto paripé el puto subnormal para robarle un cromo a un gordo, todo por un negro.

Total, que resignado me fui a casa, pero no triste, sabía que el tenía un taco, y que por la tarde cuando volviéramos a clase iba a mirarlo, y como estuviera roberto carlos (ya dejo de nombrar a este desgraciado) lo iba a coger.

Llega la tarde, toca inglés y en cuanto me doy cuenta veo que la profe le ha quitado el taco de cromos "cuando acabe la clase te lo doy, que si no no vas a parar en toda la clase", y lo dejó encima de su mesa, justo delante de él que se sentaba en primera fila. Coño, ya no podría husmear. Total, acaba la clase y yo no le tenía perdida la vista al chorbo, se levanta y se va, pero... pero... pero que cojones? Se ha dejado el puto taco encima de la mesa, la profesora querría irse a charlar con la compañera y salió pitando, y el resto igual, dejando un tesoro solo encima de la mesa. Me hice un poquito el longui guardando las cosas quedándome el último, fui a la mesa, cogí el taco, no se donde cojones me lo escondí por si acaso esto explotaba antes de salir del colegio y se ponían a registrar, me metí entre todo el mundo sin que nadie se diera cuenta de que era el último, volvemos a la clase normal (no se por qué volvíamos si solo teníamos inglés, la dictadora de la profesora nos querría mandar más deberes aún o yo que se) y él se da cuenta "ahí va, mis cromos!!!1!" y todos esperando en clase.

(Pequeño receso, que veo que la historia ha cogido velocidad... música de ascensor de fondo... Esta profesora no tenía ningún problema en dejarnos en clase el tiempo que hiciera falta de más, 1, 2 horas... pena que en aquella época las madres no decían ni mu, hoy día le salta una con la carta de los derechos humanos y no se queda ningún crío ni un segundo de más... Lo que quiero decir con esto es que mi temor era que volviera el otro sin sus cartas y la profe empezara a registrarnos, ya estaba yo intentando buscarle un escondite entre el radiador que tenía a mi lado, cuando...)

Ya uno gruñió que por qué estábamos esperando, que había tocado la campana y la profe por primera vez en su vida dijo que venga, todos fuera, que ya volvería el otro y ella lo esperaba. Saliendo le vimos por el pasillo "no están mis cromos, me los han robau!!!1uno!", yo como si nada seguí andando entre la multitud hasta llegar donde me esperaba mi santa madre y allí me fui entre unos arbustos, quité la goma y joder, todo fichajazos, entre ellos el simio que me había robado, estaba que no cabía en mi. No le dije ni mu a nadie, salvo a mi madre, que al contrario de lo que os pasa a muchos era mi cómplice número 1 y al comentarle todo lo que os acabo de contar daba saltos de alegría. Esos cromos fueron mi pequeño tesoro, no dije nada y fui cambiando alguno (pocos, no recuerdo si finalmente compré el álbum y lo rellene o simplemente los tiré al cajón) y si alguien me decía que de donde había salido, pues coño, de un puto sobre.

Al día siguiente el colega estaba encolerizado, ni se le pasaría por la cabeza que yo hubiera urdido tan magno plan, y aunque de cara todos decían lo cabrón que había sido quien le había quitado sus cromos, a sus espaldas todos sintieron que a sus bolis, lápices, borrados, rotuladores, etc desaparecidos cual niñas en méxico se les había hecho justicia y se sentían un poco complices de ese robo. Aquel día hice el mundo más justo.

The end.
 
...tanto paripé el puto subnormal para robarle un cromo a un gordo, todo por un negro.


Muy grande esto. No llegaría muy lejos el amigo de los niños este...

Es Ud. un héroe.

Espero que haya guardado el álbum, es un tesoro me parece. Como guardar la espada con la que el bárbaro que entra a sangre y fuego a Roma o las bragas de la primera hembra horadada.

Un recordatorio de gestas pasadas para generaciones futuras, indispensable para cimentar la capacidad de crecerse en la adversidad.

Mis loas.
 
Hoy toca Pacheco.

Quién era Pacheco?

Pacheco era el cerril de la clase, el que llevaba a su casa unas notas para desmoralizar al más pintado. Aprobaba gimnasia y de vez en cuando pretecnologia.

Era un merluzo estudiando, no retenía nada y se entretenía con el vuelo de una mosca.

Eso si el tío era proactivo. Pergeñaba febriles tácticas para estudiar, copiar o hacer chuletas, que siempre le salían mal.

Era un tipo bendecido por lol, aunque él no lo supiera. El día que casi me mata de la risa jamás lo olvidaré. Todo empieza porque el profesor de geografía e historia iba a sacar por azar a 5 alumnos delante de todos para preguntarles las capitales de los países que tocara. El cabrón del profesor olvidaba que el azar siempre se acordaba de Pacheco.

Este planeó un sistema infalible para sacar adelante el tema. Durante horas se pintó las palmas de las manos con los paises y sus respectivas capitales. Y con cierto sentido, en la derecha Europa y Asia, y en la izquierda América y África. Era un lol verle las manos, llenas de letras minúsculas.

Así llegó la hora , preguntaron a 3, y seguidamente le tocó a Pacheco.

Le pregunta la primera, muy facilita, capital de Francia. El tío se puso la mano izquierda (cuando estaba en la derecha), en la frente y miraba. Como la mano estaba muy cerca, no enfocaba, y tenía que separarla un poco más, para poder leer la letra. Después de revisar la mano y ver que no estaba en la izquierda, se fue a la derecha, y allí la encontró después de 2 minutos. Mientras tanto le decía al profesor, "esperé que lo tengo en la punta de la lengua" . Le preguntaron por la capital de Canadá, y aquí hizo lo mismo, se confundió de mano otra vez y ya era evidente que estaba leyendo las manos. En ese punto ya había risas y mís ojos estaban llorosos esperando la risotada final.

Esta llegó en la tercera capital, de Nueva Zelanda, y aquí Pacheco hizo el megalol, ya que en su plan no había entrado Oceanía.

El tío cambiando de manos en la frente constantemente, hasta que el profesor le dice descojonao que le enseñe las palmas de las manos.

El gran Pacheco se gira mirando a toda la clase y con la voz llorosa, preguntó a todos:

Quién se lo ha dicho al profesor?

Casi pierdo el conocimiento de la risa. El profesor después de verle las manos se tuvo que ir de clase porque le caía unos lagrimones del quince. De hecho la profesora de otra clase vino por la escandalera de risas que se oía por todo el pasillo
 
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Muy grande esto. No llegaría muy lejos el amigo de los niños este...

Es Ud. un héroe.

Espero que haya guardado el álbum, es un tesoro me parece. Como guardar la espada con la que el bárbaro que entra a sangre y fuego a Roma o las bragas de la primera hembra horadada.

Un recordatorio de gestas pasadas para generaciones futuras, indispensable para cimentar la capacidad de crecerse en la adversidad.

Mis loas.

Hola amigo, pues fíjate, según escribía recordaba y recordaba y creo que simplemente lo guardé tal cual, como lo que fue en ese momento, un tesoro, llegué a tener un montón de cromos pero ese taco pesaba por si solo y me regodeaba de mirarlo. Finalmente creo que lo guardé en una caja donde guardaba todas las magic y tal. Puede que siga por ahí y todo.

Lo busqué en facebook y no lo encontré. Lo mismo la ha roscao.
 
Es de esas cosas que te enseñan que en la vida hay que ir en paz con los demás, hasta el más pequeño te puede joder aunque sea por la espalda.

Espero que aprendiera de esa el chulito aquel, si no en caso contrario la hostia en adelante suele ser más morrocotuda.
 
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Hilazo digno del más devoto feligrés de LOL, felicidades, entrañables conforeros. Pero hijos de puta a todas luces. Y no será porque de cuando en cuando no se prodigue alguna flor por esta hedionda ciénaga, pero ha sido por este hilo, y no por otro, que asomo como zurullo por ojete a potar mi humilde contribución ¿Por qué? Porque no me ha salido del huevo biónico. El izquierdo, para más señas.

Mi historieta va también de justicia, como alguna de más arriba, en la que casualmente fui protagonista. Pero al contarla, lejos de buscar la lamida cimbrelera fácil o la mera autocomplacencia, diré que aún me sorprende mi propia reacción, inusitada hasta la fecha, como se entenderá más adelante.

Corría un otoño especialmente frío para estas latitudes, en un casi recién estrenado 2º de BUP. Señalar las circunstancias climáticas no es retórica para dármelas de literato, más bien está relacionado con el meollo de la anécdota. Por cuestiones que desconozco el grupo de clase se había mezclado con estudiantes de otros grupos del mismo centro, por lo que contábamos con compañeros "nuevos" para el resto del curso. Entre ellos destacaba - y se hacía notar - un compañero. Un gallito alto y corpulento, rubio con ojos azules, vestido con ropa cara a la moda de ultramar por aquellas fechas, prepotente y pagado de sí mismo como era propio de los niños ricos por aquel entonces, y luciendo marcas y diseños que no se popularizarían hasta bastante después entre el común de la chavalería. Se solía rodear de una pequeña claque de lameculos que jaleaban sus gracietas y mendigaban las migajas de su alfismo de pichiglás. En ella había un par de putitas embelesadas por pertenecer a la camarilla del malote con posibles, cual furcias por su pimp negroide. Sus papás le habían costeado alguna estancia en los EE.UU. por lo que contaba con un nivel de inglés muy superior a la media que, como cualquiera en mi generación sabe, no era muy alta. Y no le dolían prendas exhibirlo y enseñorearse durante las clases de la lengua chespiriana, incluso cuestionando a la profesora al cargo, a la cual más de una y dos veces hizo perder la paciencia.

Por aquel entonces yo no destacaba en casi nada, era un chavalito gris que pasaba desapercibido. Un mindundi, vamos. No me metía con nadie ni causaba problemas, pero mi nulo carisma me hacía ser casi invisible las más de las veces. Menos para él, que a la vista del blanco fácil comenzó a dirigir sus sarcamos, burlas y desplantes contra mí, los cuales amortizar por mor de su buen prestigio entre la corte de vasallos.

Una mañana de aquel otoño una tormenta de nieve por la noche había dejado un ligero manto blanco, pocos centímetros, pero los suficientes para que fuera la buena nueva del día. Subía las escaleras de entrada al instituto amodorrado minutos antes de la primera clase de la mañana, que era inglés, y de repente recibí un bolazo de nieve en toda la cara que me espabiló ipso facto. La ventana de clase daba a la entrada y retirándome con la mano los restos de nieve miré por instinto en la dirección en que vino la bola y justo logré ver cómo se escondía el interfecto, que había llegado al aula antes. Se oyeron unas risotadas en coro ante la hazaña a través de aquella ventana y de cuyo alféizar faltaba nieve. No había duda del autor. Conmocionado y con la mente en blanco recorrí el resto del camino a la clase y una vez dentro dejé mi mochila en mi mesa. Con restos de nieve en la ropa me dirigí hacia el tipo. No sé de dónde saqué valor, ni siquiera fui consciente en aquel momento de que encarármelo me podría haber granjeado un acoso aún más intenso el resto del curso. Tampoco recuerdo qué le dije, pero al chulito le debió de sonar como un trueno al no esperarse réplica de una mosquita muerta, porque apenas balbució algo ante mi reproche. La profesora de inglés había entrado justo detrás de mi y presenció todo, quizás también el bolazo. Nos mandó sentarnos a todos y después de una breve explicación nos pasó unos ejercicios para que completáramos en silencio. Mientras se paseaba entre las filas de mesas y al pasar junto a mí me puso la mano en el hombro. No me dijo nada, sólo me miró y sonrió.

Él nunca más se metió conmigo.

Y hasta aquí mi hez, que siga el LOL.

Edito: marchando una de gambas...
 
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Hoy toca Manuel Ruiz

Quién era Manuel Ruiz?

Él zumbao del colegio. Pero zumbao de camisa de fuerza. Bien es cierto que no era peligroso para los demás, tenía unas ideas y acciones que el adjetivo disparatada sería una definición muy corta.

Entre ellas, se creía invencible. Así un día que un pastor alemán estaba ladrando al salir del colegio, se fue hacia el cánido y lo agarró del cuello para intentarlo domar o yo que sé. Obviamente el perro se revolvió y le pego un mordiscazo en el brazo, que no pasó a mayores, porque el dueño de can le pegó un estacazo al chucho para que soltara al zumbao.

Otra apareció con media cabellera levantada. Como si se hubiera encontrado con los Sioux. Tenía media melena y al parecer quiso cortarse el pelo con un taladradora cuando su padre la estaba usando para colgar una lámpara. Se aprovechó de un descuido del padre y la tomó para su delirante fin. La broca se le fue enredando en el pelo y arrancando de cuajó la cabellera, menos mal que el padre quitó el enchufe, sino se trepana el cráneo.

Qué me acuerde de más, un día se puso delante de un autobús del pueblo, diciendo que lo podía parar. No le pilló de puto milagro y el conductor salió llorando el hombre del susto que se había llevado.

Obviamente algún día tenía que acabar en lol.

Llegó la fiebre de los pululus. Todo el mundo comiendo ramas como si fueran ñus. Los pululus se compraban en los quioscos o frutos secos. Pero apareció Manuel Ruiz con su última embestida.

Se reía de todos, porque el había encontrado la fuente del pululu. Venía con unos cortezones de algún árbol y los masticaba sin parar. Así se tiró día y medio. Estando yo con mi clase en gimnasia en el patio, apareció una ambulancia R12 ranchera o similar de la cruz roja, y se metió en el parking del colegio a toda pastilla.

Fuimos raudos a ver qué pasaba. Salieron los camilleros como locos y se fueron dentro. Allí les esperaba el director totalmente desencajado. Al rato salieron con el Manuel Ruiz, iname, con los ojos en blanco y apestando a vómito infernal.

Se lo llevaron al clínico y estuvo a punto de quedarse muñeco, estando en coma una semana o algo así. De hecho no volvió al colegio ese año y no me acuerdo si los siguientes.

La que si apareció fue la policía para ver que había ocurrido con el chaval y cual fue la fuente del envenenamiento. No muy lejos había unos cuantos chopos y uno de ellos estaba mochao de corteza.

Era espeluznante el destrozo.
 
Cuando iba al cole yo era un estudiante aplicado, de los que mejores notas sacaban. A pesar de ello siempre estuve bien integrado ya que mi superior intelecto me permitía salir airoso de de diferentes situaciones peliaguda. Aquí van algunas de ellas:

En el cole hubo una época en la que jugábamos a darnos de ostias, en plan presincach, en esa época lo pasé bastante mal ya que mi esquelética constitución jewis hacía que me pensara 2 veces la confrontación con determinados contrincantes. Pero como os he dicho mi superior intelecto me llevó a urdir una estratagema para convertirme en líder. Había en clase, el típico grandullón de pueblo garrulo que había dado estirón, que por circunstancias del LOL cumplia los años al día siguiente que yo. Un día que me tocaba combatir con tremenda mole y sabiendo que iba a terminar con mas de una magulladura, al reunirnos en el patio les dije a todos que lo que de verdad molaría sería jugar a peleas de caballeros del zodiaco. Y dije, soy del equipo Tauro, mientras otros se pedían andromeda, y maricones de esos. Al garrulo le dije, ¿tu de que signo eres? Yo tauro, pues entonces vamos en el mismo equipo. Los meses siguientes me divertí haciendo sufrir a mis anteriores maltratadores.
 
Durante todo el colegio, en mi clase habia un chaval que si bien no tenia los rasgos tipicos de sindrome de down, era sabido por todos que tenia una pedrada bastante obvia. Como en aquella epoca no se estilaba lo de adaptar un plan de estudios para gente con necesidades especiales como era este tipo, este iba pasando de curso con alguna pendiente del anterior todos los años.

Practicamente no hablaba, no solia mantener contacto visual con nadie y cuando le preguntaban algo respondia con un "si" pero como dicho con la garganta, que sonaba como "hu", o negando con la cabeza.

Obviamente, los profesores sabiendo lo suyo, ni lo sacaban a la pizarra ni le preguntaban en clase, porque se quedaba mirandoles con la boca abierta sin decir absolutamente nada.

Sus cuadernos eran los de un tronao, con la caligrafia de niño aun ya siendo talludito, con letras grandes y renglones torcidos, pero como jugaba bien al futbol, estaba mas o menos integrado.

Bien, pues en 6º, cuando nos pasaron al patio de los mayores, que tenia una parte como de campo, un dia, nos dio por ir a coger (¿sabéis que había escrito coger con j? así de cateto y de subnormal soy) lagartijas, cosa nada facil que sabra el que haya cogido alguna. Las fuimos metiendo en una bolsa, y cuando acabo el recreo, como no sabiamos que hacer con ellas, al richar se le ocurrio de echarlas en la papelera, para lolarnos del primero que fuese a sacar punta y las viera.

Bueno, pues el primero que fue, fue Ramon, el hechizado.

Los que habiamos participado en la fechoria, nos mirabamos entre nosotros con nerviosismo, a ver cuando las veia, si es que las veia, o no, o que.

Y vaya si las vio.

Al estarse dos minutos junto a la papelera sacando punta a su puto ritmo de persona con pedrada, a una le habia dado tiempo a subirsele por la pierna, otra por la pared y asi, los bichos en rompan filas.

Ramon, cuando las vio, pego un gruñido agudo, tiro el sacapuntas y el lapiz a tomar por culo, empezo a sacudirse tortazos por las piernas, cuerpo, pelo, cara, brazos... como si estuviera en llamas.

Tal ataque de panico le entro, que cuando vio a toda la clase meandose de la risa, procedio a liarse a guantazos con todo cristo viviente.

Donde se posaba la zarpa de Ramon, no volvia a crecer la risa.

El profesor se levanto berreandole que que coño hacia, intentando sujetarle, pero el otro, provisto de la superfuerza retroide, se revolvia y no habia cojones sujetarlo del todo.

Don Antonio, que asi se llamaba el docente, cuando nos vio que saliamos de clase por piernas, al grito de "Ramon se ha vuelto loco", empezo a chillarnos que llamasemos a alguien, con notable angustia, ya que veia que ramon se lo comia por los pies.

Al final, entre dos consiguieron sujetarle y meterle una pastilla debajo de la lengua.

No volvio hasta pasada una semana y a los que cojimos las lagartijas nos cayo un parte. A mi, concretamente acompañado de par de guantazos de mi padre.
 
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El patio de nuestro colegio daba a la A6, así que en los recreos, cada cierto tiempo (no todos los días, claro, pero una o dos veces al mes seguro) y pese a la altura de las vallas, alguno le pegaba demasiado fuerte y desviado al balón durante los partidos de fútbol. Así que entonces empezaba una especie de "Fuga de Colditz" y mientras un par se encargaban de distraer a la que se encargaba de vigilar durante los recreos, el que había mandado la pelota a tomar por culo tenía que salir a plena carretera a recuperarla.
Primero se salía por un hueco al descampado de al lado, y ya de allí al arcén de la carretera. Los demás, mientras, le indicábamos hacia donde había ido la puta bola, que en caí todos los casos era a tomar por culo, tras dar un susto de muerte a algún conductor (menudo LOL ir por las mañanas tan tranquilo de entrada a Madrid desde Las Rozas y ver como se estampa un balón contra el parabrisas) y todavía hoy me sorprende que no ocasionáramos ningún accidente mortal. Menuda aensación, ver pasar coches a 120 por hora, y tener que pasar hasta el otro lado (algunas veces la bola cruzaba la mediana) en plan kamikaze.
Esos balones eran oro líquido, si alguno se jodía se tenía que hacer bote común para comprar otro, y era un marronazo pedir 200-300 pesetas en casa.

Recuerdos, los de casi todos, supongo: los juegos cuando el patio estaba mojado, con la tierra húmeda, y mangábamos cuchillos para jugar al juego ese de ir clavándolo y trazando líneas rectas desde los lados, pasando por el lugar donde se había clavado, y así ir dejando sin superficie a tu contrincante.
Y durante algún curso, en los recreos o en la ruta (si, hamijos, los trayectos al colegio eran "Rutas", yo iba en la ruta 2, que según donde vivieras te podía tocar estar esperando al puto autobús en pleno invierno a las 8 menos cuarto de la mañana y luego tragarte hora y media larga de trayecto) el mítico juego con la baraja de Fournier:
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Que grandes partidas, que emoción cuando te tocaba un buen puñado. Yo tiraba mucho de las RPM y del peso, eran mis ases en la manga.

De profesores, pues lo mismo, anecdotones varios y recuerdos buenos y malos. Por ejemplo, el de Física y Biología, Ángel, y su cuaderno mágico. En el que apuntaba las notas de clase, y que nos creaba parálisis y terror cada vez que lo sacaba (lo hacía sin avisar el ioputa) Además decía que la elección era aleatoria y, no sé de que manera, siempre te tocaba cuando no te habías estudiado nada.
"Bueno, soy el 17 en la lista, imposible que me toque", pensabas.
"Miguel, dime un número"
"El 4"
"Mmmmm cuatro al cuadrado son 16, le sumo la división de cuatro entre cuatro, que es uno, y me da 17. Atreides, a la pizarra"

Y ya.
 
Durante todo el colegio, en mi clase habia un chaval que si bien no tenia los rasgos tipicos de sindrome de down, era sabido por todos que tenia una pedrada bastante obvia. Como en aquella epoca no se estilaba lo de adaptar un plan de estudios para gente con necesidades especiales como era este tipo, este iba pasando de curso con alguna pendiente del anterior todos los años.

Practicamente no hablaba, no solia mantener contacto visual con nadie y cuando le preguntaban algo respondia con un "si" pero como dicho con la garganta, que sonaba como "hu", o negando con la cabeza.

Ramón debía tener una prima en mi colegio que se llamaba Elena.

En mi colegio había tres plantas y según ibas subiendo de ciclo y de subnormalidad ibas escalando planta. Debía de ser en segundo o tercero porque todavía usábamos los baños de la primera planta. Ocho inocentes añicos como mucho.

El caso es que un día me pilla por banda un colega en un cambio de clase o un recreo y me dice Timmy, Timmy, vente al baño que le hemos metido a Elena dentro y nos esta enseñando la pochetilla. Para allí que fui. Ahí estaba la corky en un aparte con otro par de colegas con la bata de cuadritos que gastábamos arremangada y llena de las mierdas que va tirando sobre ella un sucnor en su diario devenir.

Uno de ellos le azuzaba para que la enseñase, y la cría venga tocarse y tal, pues se estaba poniendo cachondilla, con la vela verde cayéndole de la napia y las sanotas mejillas de fronteriza coloradicas, que según se levantaba la bata para enseñar el lampiño coñete te echaba mano para que te acercases y tocases la jodida.

La primera vagina que ví fue la de una subnormal. Unas cuantas subnormales también se han ido empeñando en enseñarme la suya a lo largo de los años, pero eso ya es otra historia.

Estuvimos repitiendo estas sesiones unos cuantos días hasta que algún nota se choto y nos cortaron el rollo de plano. Tampoco fue grave, ni llamadas a padres, ni castigos, ni hostias, que a fin de cuentas éramos unos putos mocos todavía, pero anduvieron un poco al quite para que no nos cebásemos mas con la defi.

Días después Elena pidió para ir al baño, cosa normal en una anormal. Al cabo de un rato llego con la bata y las manos llenas de sangre con un puto boli de estos que tenían mil colores agarrado en una de ellas.

Solo años después comprendí que coño había pasado.
 
Hoy toca, el domador de pedos.

Si hamijos, una de mis primeras habilidades conocidas era tirarme pedos con cierto control y manejo del asunto

Que me empezaba a presionar el vientre después de unas lentejazas, pues era capaz de rebajar la overpressure con pedos contenidos, es decir que no sonaran o muy poco) y cortos. Lo que no podía era controlar su hedor (sí se producía) por lo tanto o me iba a sacar punta al lápiz o pedía al profesor ir al abrigo a por el pañuelo de los mocos, pañuelo que dejaba adrede en el abrigo solo para esta lides

Bien es cierto que más de una vez veía las caras congestionadas, que se miraban inquisitivamente entre la chavalada, esos chavales que estaban cerca de las perchas. Pero el tiempo de escape era otra de las habilidades pedorriles que tenía muy controlada, y nunca parecía el sospechoso, aunque hacía poco que había estado cerca del lugar.

En verano, obviamente sólo podía jugar con ir a la papelera a sacar punta o ir al baño, que sólo te dejaban una vez ên cada clase, y ahí aprovechaba para liberar toda la metralla, que parecía una batería de antiáreos en Stanlingrado.

Claro, siempre el exceso de confianza te hace cometer errores. No me acuerdo si era séptimo u octavo. Bueno, da igual, para el caso. Lo dicho en clase de lengua haciendo una especie de dictado donde había que estar atento a las palabras esdrújulas que salieran para ponerles la tilde, siendo además un ejercicio que contaría en el cómputo total de la nota del trimestre.

El dictado era eterno, o es la impresión que me queda. Esa tarde el vientre estaba como la caldera de Yellowstone, a punto de explotar. Había probado con toda la liturgia de sacar punta al lápiz, ir al servicio, etc.....Pero no hubo manera.

Y empezó el dictado. Yo no podía más, y pasé al plan C. Con plena confianza en mis posibilidades, pergeñé una magnífica salida a este embrollo. Ir haciendo pequeñas presiones (apretando la tripa) para que salieran pedetes, y si el compi se coscaba por el olor, le echaba la culpa al de delante. Pero no, no fue tan fácil como yo esperaba, intenté una primera vez, y parece que había como un tapón, otra segunda, tampoco. La tercera incrementé la fuerza del vientre de manera contenida, nada.

Ya roto de dolor, en la cuarta, pegué una apretada barriguil del quince. Salió un megarrufazo de 3-4 segundos. Lo más parecido a un estallido sónico, creo que el sonido del pedo dio tres veces la vuelta hasta desaparecer, faltó muy poco para que temblarán las ventanas e inferí una sobrepresión a la estancia durante unos segundos. Un señor pedorrazo.

Todo eso en un incómodo y perfecto silencio gracias al dictado. Se giró toda la clase hacía la última fila, donde me encontraba.

La profesora con una cara como si hubiera visto Leviatán, las chicas qué vergüenza, qué asco. Los carneros, descojonándose vivos. Mi compi empezó a reírse nerviosamente, con lagrimillas en los ojos, y haciendo tímidas señales que había sido yo.

Ante la vergüenza que me esperaba, mi incorporé hierático, miré con desdeño al de delante, el bola, me puse las una mano tapando las fosas nasales, y con la otra agitaba como si quisiera apartar una atmósfera venusiana. Pues esto último me salió bien, el pobre bola, un buenazo gorderas se quedó con la medalla de tal hazaña. Incluso mi compi, terminó por adherirse a la manada, cosa increíble porque casi le meto en un túnel de viento.
 
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