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Homo Floresiensis: un “Hobbit” de hace 18.000 años
Rubrique : Ciencia y Técnica | March 27th, 2005
En octubre pasado los antropólogos quedaron desconcertados con el descubrimiento de unos extraños fósiles. Se trataba de individuos de no más de un metro de altura con el cerebro del tamaño de una naranja y que fueron bautizados como Homo Floresiensis. El análisis de sus cráneos reveló que se trataría de una nueva especie humana, que se extinguió hace sólo 12 mil años, lo que implica que alcanzaron a vivir con el hombre moderno, un hallazgo que obligará a reescribir la evolución.
Finalizaba octubre cuando un grupo de antropólogos australianos dieron una noticia que dejó pasmados a los expertos en evolución humana. Habían encontrado restos óseos de un diminuto individuo que vivió en la isla Flores, en Indonesia, hace 18 mil años, cuando se suponía que sólo el hombre moderno habitaba el planeta.
No por nada Peter Brown, paleoantropólogo de la Universidad de Nueva Inglaterra, en Australia, y líder del equipo que efectuó el hallazgo dijo que estuvo “a punto de caer de rodillas al examinar el espécimen”. Lo que tenía entre sus manos no era un Homo Erectus, tampoco un Homo Sapiens… No era nada conocido hasta ahora.
Sólo tenían una certeza: se trataba de alguien del género Homo, un homínido, o sea, un individuo perteneciente a la rama de primates superiores, de los cuales el único superviviente fue el hombre. El problema era determinar qué vínculo de parentesco nos unía con ese extraño espécimen de menos de un metro, con cerebro del tamaño de un chimpancé, los huesos de la cadera semejantes a los del primate prehumano llamado Australopithecus y un rostro delicado y diminuto como el de los seres humanos.
Su reducida estatura -91 centímetros- le valió el apodo de “hobbit” (aunque fue catalogado como LB1) como los diminutos personajes de la novela El Señor de los Anillos. Pero su talla no se debía a su corta edad. Un análisis minucioso de los dientes reveló que LB1 debió haber cumplido los 30 años de edad y que era mujer. Eso no era todo. La nueva especie, denominada científicamente como Homo Floresiensis, habría fabricado herramientas de piedra, encendido fogatas y organizado cacerías en grupo.
El hallazgo generó un tsunami entre los paleoantropólogos. Se suponía que hace 28 mil años se habían extinguido los Neanderthales y la única especie que sobrevivió fue la nuestra. Pero la data de LB1 arrojaba 18 mil años y los demás restos encontrados en el lugar del hallazgo (siete en total) registraban entre 95 mil y 12 mil años, lo que indicaba que en una época también coexistieron con los Neanderthales.
Nadie sabe de quién eran descendientes estos diminutos humanos ni cómo pudieron llegar navegando hasta Indonesia. Además, según la teoría clásica el aumento del tamaño del cerebro fue lo que permitió a los humanos adquirir una mayor inteligencia. ¿Cómo se explicaba entonces que los “hobbits” y su cerebro enano (447 cc) tuvieran una tecnología comparable a la de algunos grupos de Homo Sapiens (1.400 cc)?
Primitivos y avanzados
Para descifrar este enigma, la paleoantropóloga Dean Falk, de la Universidad del Estado de Florida, EE.UU. reconstruyó el cerebro del Homo Floresiensis y lo comparó con el de otras seis especies. “Pensaba que su cerebro se parecería al de un chimpancé. Me equivoqué. Era un ser único”, dijo la científica, cuyo trabajo fue publicado en la revista Science.
Según explicó Falk, las capacidades cognitivas de los “hobbits” no se deben al tamaño de su cerebro, sino a cómo éste está construido. “El cerebro de esta especie era extraordinario. A pesar de su pequeño tamaño, su cerebro tuvo su propia combinación de características primitivas y avanzadas; lo que podría explicar los comportamientos más sofisticados atribuidos a esta especie. Esto da cuenta que la organización interna del cerebro puede ser incluso más importante que su tamaño (…) De hecho, sus descubridores creen que esta es una especie nueva de humano que evolucionó en forma independiente en un lugar de la isla y que pudo ser capaz de actividades sofisticadas tales como cazar, hacer instrumentos avanzados, etc.”, indicó.
Según su investigación, los Homo Floresiensis tenían muy desarrollados los lóbulos temporales, es decir, la parte del cerebro que se encuentra bajo las orejas y las sienes y que en los humanos modernos se asocia con el sentido del oído y la comprensión del lenguaje. Tenía aún más desarrollado el lóbulo frontal, la parte del cerebro que se encuentra detrás de la frente y que se asocia con la racionalidad y la planificación de futuro. Incluso se habla de otras funciones cognitivas que incluirían -aunque sólo es una tesis- su capacidad de planificar el futuro y el lenguaje hablado.
Cohabitando la Tierra
Desde EE.UU. la paleoantropóloga indica que la importancia de este hallazgo radica en que “hasta antes que se produjera, los científicos creían que los Homo Sapiens eran la única especie de humanos que poblaba la Tierra hace 18.000 años. Ahora nosotros sabemos que los Homo Floresiensis también estaban allí en ese momento. Lo mismo piensa Peter Brown, líder del equipo australiano que efectuó el hallazgo de los “hobbits”, junto a Bert Roberts y Mike Morwood. Brown dijo “que lo más significativo de este descubrimiento es que nos indica cuán compleja es la historia de la evolución humana, cómo hubo una época en que dos especies humanas muy diferentes caminaban por el planeta, cómo algunos de ellos fueron extinguidos y cómo nuestra evolución fue influida por el ambiente del mismo modo que influyó en otros grandes mamíferos”.
Brown sabe que esta es la primera noticia, en más de un siglo, de una nueva especie que ha convivido con nosotros, hecho que abre una apasionante vía a la paleoantropología del siglo XXI: si en un medio ambiente insular aislado sobrevivió un homínido hasta hace tan poco tiempo ¿pudo ocurrir lo mismo en muchas otras islas que aún no han sido exploradas? Esa es la gran incógnita que deberá despejar la ciencia ahora.
ORIGEN ENIGMÁTICO
Aunque la investigación de Dean Falk explica cómo los Homo Floresiensis pudieron adquirir una cultura avanzada (estructura cerebral) no aclara el enigma sobre el origen de la especie. En un comienzo, cuando se anunció su descubrimiento, se propuso que era descendiente de los Homo Erectus, el antecesor del hombre que vivió hace 1,8 millones de años. Falk aventura que podría descender de una especie aún más primitiva que los Homo Erectus, que redujo su tamaño, pero no su inteligencia, al encontrarse en una isla donde la comida era escasa y no había depredadores que la obligaran a seguir siendo grande para sobrevivir. De hecho, uno de los esqueletos fue hallado en depósitos sedimentarios donde también se encontraron herramientas de piedra y huesos de elefantes enanos, roedores gigantes y dragones de Komodo.
Consultado al respecto, Peter Brown indicó que los Homo Floresiensis “son un primo de los humanos que se extinguieron hace 12.000 años. Ellos formaban parte del árbol evolutivo humano, el cuál es distinto del árbol evolutivo de los monos vivos y de otros primates no humanos”.
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https://es.novopress.info/
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Rubrique : Ciencia y Técnica | March 27th, 2005

En octubre pasado los antropólogos quedaron desconcertados con el descubrimiento de unos extraños fósiles. Se trataba de individuos de no más de un metro de altura con el cerebro del tamaño de una naranja y que fueron bautizados como Homo Floresiensis. El análisis de sus cráneos reveló que se trataría de una nueva especie humana, que se extinguió hace sólo 12 mil años, lo que implica que alcanzaron a vivir con el hombre moderno, un hallazgo que obligará a reescribir la evolución.
Finalizaba octubre cuando un grupo de antropólogos australianos dieron una noticia que dejó pasmados a los expertos en evolución humana. Habían encontrado restos óseos de un diminuto individuo que vivió en la isla Flores, en Indonesia, hace 18 mil años, cuando se suponía que sólo el hombre moderno habitaba el planeta.
No por nada Peter Brown, paleoantropólogo de la Universidad de Nueva Inglaterra, en Australia, y líder del equipo que efectuó el hallazgo dijo que estuvo “a punto de caer de rodillas al examinar el espécimen”. Lo que tenía entre sus manos no era un Homo Erectus, tampoco un Homo Sapiens… No era nada conocido hasta ahora.
Sólo tenían una certeza: se trataba de alguien del género Homo, un homínido, o sea, un individuo perteneciente a la rama de primates superiores, de los cuales el único superviviente fue el hombre. El problema era determinar qué vínculo de parentesco nos unía con ese extraño espécimen de menos de un metro, con cerebro del tamaño de un chimpancé, los huesos de la cadera semejantes a los del primate prehumano llamado Australopithecus y un rostro delicado y diminuto como el de los seres humanos.
Su reducida estatura -91 centímetros- le valió el apodo de “hobbit” (aunque fue catalogado como LB1) como los diminutos personajes de la novela El Señor de los Anillos. Pero su talla no se debía a su corta edad. Un análisis minucioso de los dientes reveló que LB1 debió haber cumplido los 30 años de edad y que era mujer. Eso no era todo. La nueva especie, denominada científicamente como Homo Floresiensis, habría fabricado herramientas de piedra, encendido fogatas y organizado cacerías en grupo.
El hallazgo generó un tsunami entre los paleoantropólogos. Se suponía que hace 28 mil años se habían extinguido los Neanderthales y la única especie que sobrevivió fue la nuestra. Pero la data de LB1 arrojaba 18 mil años y los demás restos encontrados en el lugar del hallazgo (siete en total) registraban entre 95 mil y 12 mil años, lo que indicaba que en una época también coexistieron con los Neanderthales.
Nadie sabe de quién eran descendientes estos diminutos humanos ni cómo pudieron llegar navegando hasta Indonesia. Además, según la teoría clásica el aumento del tamaño del cerebro fue lo que permitió a los humanos adquirir una mayor inteligencia. ¿Cómo se explicaba entonces que los “hobbits” y su cerebro enano (447 cc) tuvieran una tecnología comparable a la de algunos grupos de Homo Sapiens (1.400 cc)?
Primitivos y avanzados
Para descifrar este enigma, la paleoantropóloga Dean Falk, de la Universidad del Estado de Florida, EE.UU. reconstruyó el cerebro del Homo Floresiensis y lo comparó con el de otras seis especies. “Pensaba que su cerebro se parecería al de un chimpancé. Me equivoqué. Era un ser único”, dijo la científica, cuyo trabajo fue publicado en la revista Science.
Según explicó Falk, las capacidades cognitivas de los “hobbits” no se deben al tamaño de su cerebro, sino a cómo éste está construido. “El cerebro de esta especie era extraordinario. A pesar de su pequeño tamaño, su cerebro tuvo su propia combinación de características primitivas y avanzadas; lo que podría explicar los comportamientos más sofisticados atribuidos a esta especie. Esto da cuenta que la organización interna del cerebro puede ser incluso más importante que su tamaño (…) De hecho, sus descubridores creen que esta es una especie nueva de humano que evolucionó en forma independiente en un lugar de la isla y que pudo ser capaz de actividades sofisticadas tales como cazar, hacer instrumentos avanzados, etc.”, indicó.
Según su investigación, los Homo Floresiensis tenían muy desarrollados los lóbulos temporales, es decir, la parte del cerebro que se encuentra bajo las orejas y las sienes y que en los humanos modernos se asocia con el sentido del oído y la comprensión del lenguaje. Tenía aún más desarrollado el lóbulo frontal, la parte del cerebro que se encuentra detrás de la frente y que se asocia con la racionalidad y la planificación de futuro. Incluso se habla de otras funciones cognitivas que incluirían -aunque sólo es una tesis- su capacidad de planificar el futuro y el lenguaje hablado.
Cohabitando la Tierra
Desde EE.UU. la paleoantropóloga indica que la importancia de este hallazgo radica en que “hasta antes que se produjera, los científicos creían que los Homo Sapiens eran la única especie de humanos que poblaba la Tierra hace 18.000 años. Ahora nosotros sabemos que los Homo Floresiensis también estaban allí en ese momento. Lo mismo piensa Peter Brown, líder del equipo australiano que efectuó el hallazgo de los “hobbits”, junto a Bert Roberts y Mike Morwood. Brown dijo “que lo más significativo de este descubrimiento es que nos indica cuán compleja es la historia de la evolución humana, cómo hubo una época en que dos especies humanas muy diferentes caminaban por el planeta, cómo algunos de ellos fueron extinguidos y cómo nuestra evolución fue influida por el ambiente del mismo modo que influyó en otros grandes mamíferos”.
Brown sabe que esta es la primera noticia, en más de un siglo, de una nueva especie que ha convivido con nosotros, hecho que abre una apasionante vía a la paleoantropología del siglo XXI: si en un medio ambiente insular aislado sobrevivió un homínido hasta hace tan poco tiempo ¿pudo ocurrir lo mismo en muchas otras islas que aún no han sido exploradas? Esa es la gran incógnita que deberá despejar la ciencia ahora.
ORIGEN ENIGMÁTICO
Aunque la investigación de Dean Falk explica cómo los Homo Floresiensis pudieron adquirir una cultura avanzada (estructura cerebral) no aclara el enigma sobre el origen de la especie. En un comienzo, cuando se anunció su descubrimiento, se propuso que era descendiente de los Homo Erectus, el antecesor del hombre que vivió hace 1,8 millones de años. Falk aventura que podría descender de una especie aún más primitiva que los Homo Erectus, que redujo su tamaño, pero no su inteligencia, al encontrarse en una isla donde la comida era escasa y no había depredadores que la obligaran a seguir siendo grande para sobrevivir. De hecho, uno de los esqueletos fue hallado en depósitos sedimentarios donde también se encontraron herramientas de piedra y huesos de elefantes enanos, roedores gigantes y dragones de Komodo.
Consultado al respecto, Peter Brown indicó que los Homo Floresiensis “son un primo de los humanos que se extinguieron hace 12.000 años. Ellos formaban parte del árbol evolutivo humano, el cuál es distinto del árbol evolutivo de los monos vivos y de otros primates no humanos”.

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