Ir cagando por la vida

Va ladrillo.

Uno de los acontecimientos mas brillantérrimos de quien esto suscribe, tuvo que ver con el placentero y siempre bienhallado momento en el que sacas lo mejor de ti mismo.

Como antecedente del mismo, sitúo la acción en el piso puteril en el que habitualmente me dejo la panoja y que tiene como pintoresca característica la de desconocer cómo vas acabar la coyunda. Vas con la idea de echar un cohete canónico y acabas en una orgia a ocho; quieres una mamadilla de aliño y acabas con tres bocas sin sitio en mi hipertrofiado pito de once centímetros. Ya he referido de este piso. En el hilo de Bilbado de este foro tienen algún detalle.

Total, que estoy con una garota versando sobre la iconoclastia del arte gótico conceptual, cuando la susodicha para y me habla en el idioma de moda en este estercoleroPL. Honestamente, mi neurona funciona como funciona y yo al escuchar el “gallego”, pienso automáticamente en el apóstol Santiago, en la ruta jacobea y en metafísica Coelhiana. Empero en este caso, debí pensar mejor en el Deportivo de La Coruña ganador de Liga y en el delantero Bebeto y su capacidad de clavar goles, ya que la brasi, luego de estar hurgándome táctilmente el ojo de Sauron, decidió por su cuenta y riesgo arponearme la retaguardia con un descomunal strapon de cinco centímetros. Son las suas costumbres y hay que respetarlas.

En el momento del impacto, sentí unas descomunales ganas de cagar o mas bien de expeler aquel proyectil de lascivia y sumisión, afortunadamente venía cagado de casa y no había troncos en el aserradero, no obstante fui capaz de argüir un argumento estremecedor en forma de perífrasis con reminiscencias lacerantes. “ Hombre, no sé yo...”. Y con esta afirmación henchida de audacia y severidad, la cachorra paulista me saco el dildo y también, todo sea dicho, la leche venenosa por procedimientos mas consuetudinarios.

Bien. Pasan los dias. Dos, tres, cuatro y hasta seis. Y en esos seis días, servidor no consigue eyectar la masa marranoide & marronoidea. La taxanomía de los tres músculo glúteos no hacían otra cosa que proveerme de una anemia zurullesca. Se conoce que ante la presencia de la minipicha de plástico de la brasileña, los cagarros se cagaron nunca mejor dicho, y se debieron hacer fuerte allende de los intestinos.

Voy a casa de la madre que sabía que también era perezosa a la hora de sacar las joyas. Le cojo los Rovi. Apunto, disparo y agua. Bueno mas que agua, lo que se encuentra el balín de glicerina es un tocho de hormigón armado mierdilmente hablando. Es mas, el supositorio se me derrite en las manos.

No obstante, la tortuga asoma la cabeza. Poca cosa. Aprieto como si estuviera haciendo peso muerto en carga máxima. Nada. No sale. Descabezo manualmente el ñordo para ver si se anima el resto del cuerpo moñiguil. Todo en vano.

Me entran ganas de pederme y como quiera que la deyección estaba atascada, el pedo rebota y noto como me hace hinchar aún mas la tripa. Empieza el acojono en fase preliminar y en un alarde de arrojo y seguridad, informo a la concurrencia la tesitura particular con las siguientes palabras: “ Madre, que no puedo cagaL!!!”.

Una vecina de cháchara con mi señora madre trae una lavativa que le iba muy bien a su difunto marido Anselmo. Pobre Anselmo, seguro que por no aguantar a aquella cacatúa se dejó morir de peritonitis, desde luego a mi no me sirvió de lenitivo evacuatorio.

Llamo a un peseto y a urgencias. Allí me repanchingo y en posición casi horizontal mantengo a raya el movimiento tracto intestinal. Si obstante, me tomo un Actimel de máquina porque si lo dice Coronado con lo que folla, malo no va a ser.

Tres horas de espera y allá que voy a paso de las muñecas de Famosa con una enfermera. Me trae una lavativa. Nah, poca cosa: medio litro de líquido expectorante y una cánula de no menos de 20 centímetros. A continuación una adversativa de destrucción masiva “ pero todo eso me lo tengo que meter”. Y la sanitaria: “ Uy, pues esta es de las pequeñas. Las hay de dos litros”.

Bué, qué le vamos a hacer, perfeccionado a Maquiavelo, el fin justifica el porculeo, vamos allá. Me bajo las bragas y cuando voy a mitad de recorrido, la moza va y me salta: “..PERO, QUÉ HACES?”!!”. No tiene que ver con el tema, pero puede haber algo mas putapénico para un varón heterosexual que enseñarle la polla a una mujer y que esta te diga “ Qué haces?”. Denúnciame, dame una patada en los huevos o cómeme el rabo. Pero decir “ qué haces?”. Le dan ganas a uno de hacerse margarito. En fin, prosigo.

Me dice la sañuda pedorra que me vaya al baño de la sala de espera y que allí me asetee a mi mismo el albañal con aquel torpedo galvanizador de tripas. Procedo sin mayor dificultad, por cuanto mi tráfico anal estaba siendo por los últimos acontecimientos fluido y diversificado.

Entra el chorrito. Aprieto gluteamen. Cierro vía de escape. Y…

No quisiera exagerar, pero hubiera jurado que mis tripas empezaron a pergeñar la banda sonora in crescendo de la película de Tiburón.

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Y justamente al acabar la escena, cuando el escualo abre las fauces, y se prevé una escena estremecedora, ocurrió…

Fue explosivo. Fue un continuo chorro de masa mierdil. Fue un maremagnum de los tres estados de materia sólido, líquido y gaseoso. Fue el Vesubio arrasando Pompeya con lava amarronada. Fue el puto Bing Bang en mi puto culo. Fue señores con toda modestia, la madre de todas las cagaleras que jamás ser pluricelular pudo evacuar en la historia de la humanidad.

Yo llenaba y llenaba la taza y tiraba de la cadena en cuanto la cisterna tenía agua ya que el montón de cagarros me hacía montaña y por poco me rozaba los contramuslos. Y a todo esto, acompañaba la coreografía defecante con aullidos propios del esfuerzo, absolutamente involuntarios pero muy acordes a la tesitura, tal que asín Aaarggghhfffff. En fin, para que luego digan que los hombres con pene no sabemos hacer dos cosas a la vez.

Acabada la jornada de trabajo, me limpio y aprovecho en estos tiempos pandémicos, para alabar una actividad de incuestionable necesidad y de la que poco se ha hablado en los massmedia. Me refiero a las personas que se dedican a reponer los rollos de papel higiénico en los váteres de los hospitales. Si alguno me lee, que sepa que desde aquel día os tengo en mis pensamientos. Nabrazo.

Salgo del váter catárquico y en no siendo persona piadosa, reconozco que pude imaginarme el éxtasis mariano que debió sentir Santa Teresa de Jesús, cuando se orgasmeó con el Josu. Qué sensación de comunión con el universo. Qué manera de flotar sobre el utillaje fitosanitario. Era un ser de luz que irradiaba paz y amor.

Estaba a punto de sacarme otro Actimel de la máquina, no por ganas sino por pura necesidad de coger con dulzura uno de estas ambrosías de baja estofa y con la reverencia con la que se coge un bebe, decirle en voz muy baja “ bien hecho, l caseimunitas”, cuando levitando a dos palmos del suelo y luego de haber palmeteado el aire para compartir la goló de mis cacas con toda la concurrencia que observaba mi salida triunfal a la sala de espera, una voz de aquella grey me retrotajo a la vacuidad terranal. Sus palabras fueron exactamente las siguientes: “ Anda el payo cómo caga”.

Pistoleta de salida para que la concurrencia vitoreara, riera y aplaudiera a quien esto perpetra en forma de trilerismo semántico. Sí, señores y putas, yo he conseguido recibir una ovación por cagar, constituyendo sin lugar a dudas el momento mas estelar de toda mi vida. Ahora ya puedo decir con toda propiedad y argumentos sólidos, que me cago en mi vida.
 
Última edición:
Va ladrillo.

Uno de los acontecimientos mas brillantérrimos de quien esto suscribe, tuvo que ver con el placentero y siempre bienhallado momento en el que sacas lo mejor de ti mismo.

Como antecedente del mismo, sitúo la acción en el piso puteril en el que habitualmente me dejo la panoja y que tiene como pintoresca característica la de desconocer cómo vas acabar la coyunda. Vas con la idea de echar un cohete canónico y acabas en una orgia a ocho; quieres una mamadilla de aliño y acabas con tres bocas sin sitio en mi hipertrofiado pito de once centímetros. Ya he referido de este piso. En el hilo de Bilbado de este foro tienen algún detalle.

Total, que estoy con una garota versando sobre la iconoclastia del arte gótico conceptual, cuando la susodicha para y me habla en el idioma de moda en este estercoleroPL. Honestamente, mi neurona funciona como funciona y yo al escuchar el “gallego”, pienso automáticamente en el apóstol Santiago, en la ruta jacobea y en metafísica Coelhiana. Empero en este caso, debí pensar mejor en el Deportivo de La Coruña ganador de Liga y en el delantero Bebeto y su capacidad de clavar goles, ya que la brasi, luego de estar hurgándome táctilmente el ojo de Sauron, decidió por su cuenta y riesgo arponearme la retaguardia con un descomunal strapon de cinco centímetros. Son las suas costumbres y hay que respetarlas.

En el momento del impacto, sentí unas descomunales ganas de cagar o mas bien de expeler aquel proyectil de lascivia y sumisión, afortunadamente venía cagado de casa y no había troncos en el aserradero, no obstante fui capaz de argüir un argumento estremecedor en forma de perífrasis con reminiscencias lacerantes. “ Hombre, no sé yo...”. Y con esta afirmación henchida de audacia y severidad, la cachorra paulista me saco el dildo y también, todo sea dicho, la leche venenosa por procedimientos mas consuetudinarios.

Bien. Pasan los dias. Dos, tres, cuatro y hasta seis. Y en esos seis días, servidor no consigue eyectar la masa marranoide & marronoidea. La taxanomía de los tres músculo glúteos no hacían otra cosa que proveerme de una anemia zurullesca. Se conoce que ante la presencia de la minipicha de plástico de la brasileña, los cagarros se cagaron nunca mejor dicho, y se debieron hacer fuerte allende de los intestinos.

Voy a casa de la madre que sabía que también era perezosa a la hora de sacar las joyas. Le cojo los Rovi. Apunto, disparo y agua. Bueno mas que agua, lo que se encuentra el balín de glicerina es un tocho de hormigón armado mierdilmente hablando. Es mas, el supositorio se me derrite en las manos.

No obstante, la tortuga asoma la cabeza. Poca cosa. Aprieto como si estuviera haciendo peso muerto en carga máxima. Nada. No sale. Descabezo manualmente el ñordo para ver si se anima el resto del cuerpo moñiguil. Todo en vano.

Me entran ganas de pederme y como quiera que la deyección estaba atascada, el pedo rebota y noto como me hace hinchar aún mas la tripa. Empieza el acojono en fase preliminar y en un alarde de arrojo y seguridad, informo a la concurrencia la tesitura particular con las siguientes palabras: “ Madre, que no puedo cagaL!!!”.

Una vecina de cháchara con mi señora madre trae una lavativa que le iba muy bien a su difunto marido Anselmo. Pobre Anselmo, seguro que por no aguantar a aquella cacatúa se dejó morir de peritonitis, desde luego a mi no me sirvió de lenitivo evacuatorio.

Llamo a un peseto y a urgencias. Allí me repanchingo y en posición casi horizontal mantengo a raya el movimiento tracto intestinal. Si obstante, me tomo un Actimel de máquina porque si lo dice Coronado con lo que folla, malo no va a ser.

Tres horas de espera y allá que voy a paso de las muñecas de Famosa con una enfermera. Me trae una lavativa. Nah, poca cosa: medio litro de líquido expectorante y una cánula de no menos de 20 centímetros. A continuación una adversativa de destrucción masiva “ pero todo eso me lo tengo que meter”. Y la sanitaria: “ Uy, pues esta es de las pequeñas. Las hay de dos litros”.

Bué, qué le vamos a hacer, perfeccionado a Maquiavelo, el fin justifica el porculeo, vamos allá. Me bajo las bragas y cuando voy a mitad de recorrido, la moza va y me salta: “..PERO, QUÉ HACES?”!!”. No tiene que ver con el tema, pero puede haber algo mas putapénico para un varón heterosexual que enseñarle la polla a una mujer y que esta te diga “ Qué haces?”. Denúnciame, dame una patada en los huevos o cómeme el rabo. Pero decir “ qué haces?”. Le dan ganas a uno de hacerse margarito. En fin, prosigo.

Me dice la sañuda pedorra que me vaya al baño de la sala de espera y que allí me asetee a mi mismo el albañal con aquel torpedo galvanizador de tripas. Procedo sin mayor dificultad, por cuanto mi tráfico anal estaba siendo por los últimos acontecimientos fluido y diversificado.

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No quisiera exagerar, pero hubiera jurado que mis tripas empezaron a pergeñar la banda sonora in crescendo de la película de Tiburón.

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Y justamente al acabar la escena, cuando el escualo abre las fauces, y se prevé una escena estremecedora, ocurrió…

Fue explosivo. Fue un continuo chorro de masa mierdil. Fue un maremagnum de los tres estados de materia sólido, líquido y gaseoso. Fue el Vesubio arrasando Pompeya con lava amarronada. Fue el puto Bing Bang en mi puto culo. Fue señores con toda modestia, la madre de todas las cagaleras que jamás ser pluricelular pudo evacuar en la historia de la humanidad.

Yo llenaba y llenaba la taza y tiraba de la cadena en cuanto la cisterna tenía agua ya que el montón de cagarros me hacía montaña y por poco me rozaba los contramuslos. Y a todo esto, acompañaba la coreografía defecante con aullidos propios del esfuerzo, absolutamente involuntarios pero muy acordes a la tesitura, tal que asín Aaarggghhfffff. En fin, para que luego digan que los hombres con pene no sabemos hacer dos cosas a la vez.

Acabada la jornada de trabajo, me limpio y aprovecho en estos tiempos pandémicos, para alabar una actividad de incuestionable necesidad y de la que poco se ha hablado en los massmedia. Me refiero a las personas que se dedican a reponer los rollos de papel higiénico en los váteres de los hospitales. Si alguno me lee, que sepa que desde aquel día os tengo en mis pensamientos. Nabrazo.

Salgo del váter catárquico y en no siendo persona piadosa, reconozco que pude imaginarme el éxtasis mariano que debió sentir Santa Teresa de Jesús, cuando se orgasmeó con el Josu. Qué sensación de comunión con el universo. Qué manera de flotar sobre el utillaje fitosanitario. Era un ser de luz que irradiaba paz y amor.

Estaba a punto de sacarme otro Actimel de la máquina, no por ganas sino por pura necesidad de coger con dulzura uno de estas ambrosías de baja estofa y con la reverencia con la que se coge un bebe, decirle en voz muy baja “ bien hecho, l caseimunitas”, cuando levitando a dos palmos del suelo y luego de haber palmeteado el aire para compartir la goló de mis cacas con toda la concurrencia que observaba mi salida triunfal a la sala de espera, una voz de aquella grey me retrotajo a la vacuidad terranal. Sus palabras fueron exactamente las siguientes: “ Anda el payo cómo caga”.

Pistoleta de salida para que la concurrencia vitoreara, riera y aplaudiera a quien esto perpetra en forma de trilerismo semántico. Sí, señores y putas, yo he conseguido recibir una ovación por cagar, constituyendo sin lugar a dudas el momento mas estelar de toda mi vida. Ahora ya puedo decir con toda propiedad y argumentos sólidos, que me cago en mi vida.

Magnífico, debes pasarte mas por el jeneral y cagar alli tus post.
De lo mejor que he leido en los ultimos tiempos.
 
Última edición:
Va ladrillo.

Uno de los acontecimientos mas brillantérrimos de quien esto suscribe, tuvo que ver con el placentero y siempre bienhallado momento en el que sacas lo mejor de ti mismo.

Como antecedente del mismo, sitúo la acción en el piso puteril en el que habitualmente me dejo la panoja y que tiene como pintoresca característica la de desconocer cómo vas acabar la coyunda. Vas con la idea de echar un cohete canónico y acabas en una orgia a ocho; quieres una mamadilla de aliño y acabas con tres bocas sin sitio en mi hipertrofiado pito de once centímetros. Ya he referido de este piso. En el hilo de Bilbado de este foro tienen algún detalle.

Total, que estoy con una garota versando sobre la iconoclastia del arte gótico conceptual, cuando la susodicha para y me habla en el idioma de moda en este estercoleroPL. Honestamente, mi neurona funciona como funciona y yo al escuchar el “gallego”, pienso automáticamente en el apóstol Santiago, en la ruta jacobea y en metafísica Coelhiana. Empero en este caso, debí pensar mejor en el Deportivo de La Coruña ganador de Liga y en el delantero Bebeto y su capacidad de clavar goles, ya que la brasi, luego de estar hurgándome táctilmente el ojo de Sauron, decidió por su cuenta y riesgo arponearme la retaguardia con un descomunal strapon de cinco centímetros. Son las suas costumbres y hay que respetarlas.

En el momento del impacto, sentí unas descomunales ganas de cagar o mas bien de expeler aquel proyectil de lascivia y sumisión, afortunadamente venía cagado de casa y no había troncos en el aserradero, no obstante fui capaz de argüir un argumento estremecedor en forma de perífrasis con reminiscencias lacerantes. “ Hombre, no sé yo...”. Y con esta afirmación henchida de audacia y severidad, la cachorra paulista me saco el dildo y también, todo sea dicho, la leche venenosa por procedimientos mas consuetudinarios.

Bien. Pasan los dias. Dos, tres, cuatro y hasta seis. Y en esos seis días, servidor no consigue eyectar la masa marranoide & marronoidea. La taxanomía de los tres músculo glúteos no hacían otra cosa que proveerme de una anemia zurullesca. Se conoce que ante la presencia de la minipicha de plástico de la brasileña, los cagarros se cagaron nunca mejor dicho, y se debieron hacer fuerte allende de los intestinos.

Voy a casa de la madre que sabía que también era perezosa a la hora de sacar las joyas. Le cojo los Rovi. Apunto, disparo y agua. Bueno mas que agua, lo que se encuentra el balín de glicerina es un tocho de hormigón armado mierdilmente hablando. Es mas, el supositorio se me derrite en las manos.

No obstante, la tortuga asoma la cabeza. Poca cosa. Aprieto como si estuviera haciendo peso muerto en carga máxima. Nada. No sale. Descabezo manualmente el ñordo para ver si se anima el resto del cuerpo moñiguil. Todo en vano.

Me entran ganas de pederme y como quiera que la deyección estaba atascada, el pedo rebota y noto como me hace hinchar aún mas la tripa. Empieza el acojono en fase preliminar y en un alarde de arrojo y seguridad, informo a la concurrencia la tesitura particular con las siguientes palabras: “ Madre, que no puedo cagaL!!!”.

Una vecina de cháchara con mi señora madre trae una lavativa que le iba muy bien a su difunto marido Anselmo. Pobre Anselmo, seguro que por no aguantar a aquella cacatúa se dejó morir de peritonitis, desde luego a mi no me sirvió de lenitivo evacuatorio.

Llamo a un peseto y a urgencias. Allí me repanchingo y en posición casi horizontal mantengo a raya el movimiento tracto intestinal. Si obstante, me tomo un Actimel de máquina porque si lo dice Coronado con lo que folla, malo no va a ser.

Tres horas de espera y allá que voy a paso de las muñecas de Famosa con una enfermera. Me trae una lavativa. Nah, poca cosa: medio litro de líquido expectorante y una cánula de no menos de 20 centímetros. A continuación una adversativa de destrucción masiva “ pero todo eso me lo tengo que meter”. Y la sanitaria: “ Uy, pues esta es de las pequeñas. Las hay de dos litros”.

Bué, qué le vamos a hacer, perfeccionado a Maquiavelo, el fin justifica el porculeo, vamos allá. Me bajo las bragas y cuando voy a mitad de recorrido, la moza va y me salta: “..PERO, QUÉ HACES?”!!”. No tiene que ver con el tema, pero puede haber algo mas putapénico para un varón heterosexual que enseñarle la polla a una mujer y que esta te diga “ Qué haces?”. Denúnciame, dame una patada en los huevos o cómeme el rabo. Pero decir “ qué haces?”. Le dan ganas a uno de hacerse margarito. En fin, prosigo.

Me dice la sañuda pedorra que me vaya al baño de la sala de espera y que allí me asetee a mi mismo el albañal con aquel torpedo galvanizador de tripas. Procedo sin mayor dificultad, por cuanto mi tráfico anal estaba siendo por los últimos acontecimientos fluido y diversificado.

Entra el chorrito. Aprieto gluteamen. Cierro vía de escape. Y…

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Y justamente al acabar la escena, cuando el escualo abre las fauces, y se prevé una escena estremecedora, ocurrió…

Fue explosivo. Fue un continuo chorro de masa mierdil. Fue un maremagnum de los tres estados de materia sólido, líquido y gaseoso. Fue el Vesubio arrasando Pompeya con lava amarronada. Fue el puto Bing Bang en mi puto culo. Fue señores con toda modestia, la madre de todas las cagaleras que jamás ser pluricelular pudo evacuar en la historia de la humanidad.

Yo llenaba y llenaba la taza y tiraba de la cadena en cuanto la cisterna tenía agua ya que el montón de cagarros me hacía montaña y por poco me rozaba los contramuslos. Y a todo esto, acompañaba la coreografía defecante con aullidos propios del esfuerzo, absolutamente involuntarios pero muy acordes a la tesitura, tal que asín Aaarggghhfffff. En fin, para que luego digan que los hombres con pene no sabemos hacer dos cosas a la vez.

Acabada la jornada de trabajo, me limpio y aprovecho en estos tiempos pandémicos, para alabar una actividad de incuestionable necesidad y de la que poco se ha hablado en los massmedia. Me refiero a las personas que se dedican a reponer los rollos de papel higiénico en los váteres de los hospitales. Si alguno me lee, que sepa que desde aquel día os tengo en mis pensamientos. Nabrazo.

Salgo del váter catárquico y en no siendo persona piadosa, reconozco que pude imaginarme el éxtasis mariano que debió sentir Santa Teresa de Jesús, cuando se orgasmeó con el Josu. Qué sensación de comunión con el universo. Qué manera de flotar sobre el utillaje fitosanitario. Era un ser de luz que irradiaba paz y amor.

Estaba a punto de sacarme otro Actimel de la máquina, no por ganas sino por pura necesidad de coger con dulzura uno de estas ambrosías de baja estofa y con la reverencia con la que se coge un bebe, decirle en voz muy baja “ bien hecho, l caseimunitas”, cuando levitando a dos palmos del suelo y luego de haber palmeteado el aire para compartir la goló de mis cacas con toda la concurrencia que observaba mi salida triunfal a la sala de espera, una voz de aquella grey me retrotajo a la vacuidad terranal. Sus palabras fueron exactamente las siguientes: “ Anda el payo cómo caga”.

Pistoleta de salida para que la concurrencia vitoreara, riera y aplaudiera a quien esto perpetra en forma de trilerismo semántico. Sí, señores y putas, yo he conseguido recibir una ovación por cagar, constituyendo sin lugar a dudas el momento mas estelar de toda mi vida. Ahora ya puedo decir con toda propiedad y argumentos sólidos, que me cago en mi vida.

Absolutamente magnífico.

:bravo:

Impequéibol, maravilloso.
 
Va ladrillo.

Uno de los acontecimientos mas brillantérrimos de quien esto suscribe, tuvo que ver con el placentero y siempre bienhallado momento en el que sacas lo mejor de ti mismo.

Como antecedente del mismo, sitúo la acción en el piso puteril en el que habitualmente me dejo la panoja y que tiene como pintoresca característica la de desconocer cómo vas acabar la coyunda. Vas con la idea de echar un cohete canónico y acabas en una orgia a ocho; quieres una mamadilla de aliño y acabas con tres bocas sin sitio en mi hipertrofiado pito de once centímetros. Ya he referido de este piso. En el hilo de Bilbado de este foro tienen algún detalle.

Total, que estoy con una garota versando sobre la iconoclastia del arte gótico conceptual, cuando la susodicha para y me habla en el idioma de moda en este estercoleroPL. Honestamente, mi neurona funciona como funciona y yo al escuchar el “gallego”, pienso automáticamente en el apóstol Santiago, en la ruta jacobea y en metafísica Coelhiana. Empero en este caso, debí pensar mejor en el Deportivo de La Coruña ganador de Liga y en el delantero Bebeto y su capacidad de clavar goles, ya que la brasi, luego de estar hurgándome táctilmente el ojo de Sauron, decidió por su cuenta y riesgo arponearme la retaguardia con un descomunal strapon de cinco centímetros. Son las suas costumbres y hay que respetarlas.

En el momento del impacto, sentí unas descomunales ganas de cagar o mas bien de expeler aquel proyectil de lascivia y sumisión, afortunadamente venía cagado de casa y no había troncos en el aserradero, no obstante fui capaz de argüir un argumento estremecedor en forma de perífrasis con reminiscencias lacerantes. “ Hombre, no sé yo...”. Y con esta afirmación henchida de audacia y severidad, la cachorra paulista me saco el dildo y también, todo sea dicho, la leche venenosa por procedimientos mas consuetudinarios.

Bien. Pasan los dias. Dos, tres, cuatro y hasta seis. Y en esos seis días, servidor no consigue eyectar la masa marranoide & marronoidea. La taxanomía de los tres músculo glúteos no hacían otra cosa que proveerme de una anemia zurullesca. Se conoce que ante la presencia de la minipicha de plástico de la brasileña, los cagarros se cagaron nunca mejor dicho, y se debieron hacer fuerte allende de los intestinos.

Voy a casa de la madre que sabía que también era perezosa a la hora de sacar las joyas. Le cojo los Rovi. Apunto, disparo y agua. Bueno mas que agua, lo que se encuentra el balín de glicerina es un tocho de hormigón armado mierdilmente hablando. Es mas, el supositorio se me derrite en las manos.

No obstante, la tortuga asoma la cabeza. Poca cosa. Aprieto como si estuviera haciendo peso muerto en carga máxima. Nada. No sale. Descabezo manualmente el ñordo para ver si se anima el resto del cuerpo moñiguil. Todo en vano.

Me entran ganas de pederme y como quiera que la deyección estaba atascada, el pedo rebota y noto como me hace hinchar aún mas la tripa. Empieza el acojono en fase preliminar y en un alarde de arrojo y seguridad, informo a la concurrencia la tesitura particular con las siguientes palabras: “ Madre, que no puedo cagaL!!!”.

Una vecina de cháchara con mi señora madre trae una lavativa que le iba muy bien a su difunto marido Anselmo. Pobre Anselmo, seguro que por no aguantar a aquella cacatúa se dejó morir de peritonitis, desde luego a mi no me sirvió de lenitivo evacuatorio.

Llamo a un peseto y a urgencias. Allí me repanchingo y en posición casi horizontal mantengo a raya el movimiento tracto intestinal. Si obstante, me tomo un Actimel de máquina porque si lo dice Coronado con lo que folla, malo no va a ser.

Tres horas de espera y allá que voy a paso de las muñecas de Famosa con una enfermera. Me trae una lavativa. Nah, poca cosa: medio litro de líquido expectorante y una cánula de no menos de 20 centímetros. A continuación una adversativa de destrucción masiva “ pero todo eso me lo tengo que meter”. Y la sanitaria: “ Uy, pues esta es de las pequeñas. Las hay de dos litros”.

Bué, qué le vamos a hacer, perfeccionado a Maquiavelo, el fin justifica el porculeo, vamos allá. Me bajo las bragas y cuando voy a mitad de recorrido, la moza va y me salta: “..PERO, QUÉ HACES?”!!”. No tiene que ver con el tema, pero puede haber algo mas putapénico para un varón heterosexual que enseñarle la polla a una mujer y que esta te diga “ Qué haces?”. Denúnciame, dame una patada en los huevos o cómeme el rabo. Pero decir “ qué haces?”. Le dan ganas a uno de hacerse margarito. En fin, prosigo.

Me dice la sañuda pedorra que me vaya al baño de la sala de espera y que allí me asetee a mi mismo el albañal con aquel torpedo galvanizador de tripas. Procedo sin mayor dificultad, por cuanto mi tráfico anal estaba siendo por los últimos acontecimientos fluido y diversificado.

Entra el chorrito. Aprieto gluteamen. Cierro vía de escape. Y…

No quisiera exagerar, pero hubiera jurado que mis tripas empezaron a pergeñar la banda sonora in crescendo de la película de Tiburón.

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Y justamente al acabar la escena, cuando el escualo abre las fauces, y se prevé una escena estremecedora, ocurrió…

Fue explosivo. Fue un continuo chorro de masa mierdil. Fue un maremagnum de los tres estados de materia sólido, líquido y gaseoso. Fue el Vesubio arrasando Pompeya con lava amarronada. Fue el puto Bing Bang en mi puto culo. Fue señores con toda modestia, la madre de todas las cagaleras que jamás ser pluricelular pudo evacuar en la historia de la humanidad.

Yo llenaba y llenaba la taza y tiraba de la cadena en cuanto la cisterna tenía agua ya que el montón de cagarros me hacía montaña y por poco me rozaba los contramuslos. Y a todo esto, acompañaba la coreografía defecante con aullidos propios del esfuerzo, absolutamente involuntarios pero muy acordes a la tesitura, tal que asín Aaarggghhfffff. En fin, para que luego digan que los hombres con pene no sabemos hacer dos cosas a la vez.

Acabada la jornada de trabajo, me limpio y aprovecho en estos tiempos pandémicos, para alabar una actividad de incuestionable necesidad y de la que poco se ha hablado en los massmedia. Me refiero a las personas que se dedican a reponer los rollos de papel higiénico en los váteres de los hospitales. Si alguno me lee, que sepa que desde aquel día os tengo en mis pensamientos. Nabrazo.

Salgo del váter catárquico y en no siendo persona piadosa, reconozco que pude imaginarme el éxtasis mariano que debió sentir Santa Teresa de Jesús, cuando se orgasmeó con el Josu. Qué sensación de comunión con el universo. Qué manera de flotar sobre el utillaje fitosanitario. Era un ser de luz que irradiaba paz y amor.

Estaba a punto de sacarme otro Actimel de la máquina, no por ganas sino por pura necesidad de coger con dulzura uno de estas ambrosías de baja estofa y con la reverencia con la que se coge un bebe, decirle en voz muy baja “ bien hecho, l caseimunitas”, cuando levitando a dos palmos del suelo y luego de haber palmeteado el aire para compartir la goló de mis cacas con toda la concurrencia que observaba mi salida triunfal a la sala de espera, una voz de aquella grey me retrotajo a la vacuidad terranal. Sus palabras fueron exactamente las siguientes: “ Anda el payo cómo caga”.

Pistoleta de salida para que la concurrencia vitoreara, riera y aplaudiera a quien esto perpetra en forma de trilerismo semántico. Sí, señores y putas, yo he conseguido recibir una ovación por cagar, constituyendo sin lugar a dudas el momento mas estelar de toda mi vida. Ahora ya puedo decir con toda propiedad y argumentos sólidos, que me cago en mi vida.

@pablo garcia lopez Solicito rango de “Anda el payo cómo caga” para el caballero
 
En un verano de juventud fui con los amigos a un festival veraniego en zona de playa con la idea de follar (poco, mal y de casualidad) y de tener unas vacaciones guays (esto sí puesto que 4 subnormales de 20 años con música y alcohol se lo pasan bien hasta en la sección de ofertas del chárter). El caso es que tras 4 días bebiendo lo que fuese, comiendo poco y lo poco dejaría a las cenas de verruga como alta cocina una mañana que pintaba como todas las demás fuimos a la playa, unas cervezas, risas y de repente sudores fríos y ruido intestinal, encontré un urinario portátil y fue como ver a dios, me senté y solté con temblores en las piernas una cantidad de mierda en 3 texturas que olía a muerte, me limpio con rollo y medio y tiro de la cadena y aquello no traga, tras 3 intentos decido salir y alejarme a paso rápido y ya solo alcance a ver a una guiri salir pegando arcadas y diciendo "it's fucking disgusting".
 
Va ladrillo.

Uno de los acontecimientos mas brillantérrimos de quien esto suscribe, tuvo que ver con el placentero y siempre bienhallado momento en el que sacas lo mejor de ti mismo.

Como antecedente del mismo, sitúo la acción en el piso puteril en el que habitualmente me dejo la panoja y que tiene como pintoresca característica la de desconocer cómo vas acabar la coyunda. Vas con la idea de echar un cohete canónico y acabas en una orgia a ocho; quieres una mamadilla de aliño y acabas con tres bocas sin sitio en mi hipertrofiado pito de once centímetros. Ya he referido de este piso. En el hilo de Bilbado de este foro tienen algún detalle.

Total, que estoy con una garota versando sobre la iconoclastia del arte gótico conceptual, cuando la susodicha para y me habla en el idioma de moda en este estercoleroPL. Honestamente, mi neurona funciona como funciona y yo al escuchar el “gallego”, pienso automáticamente en el apóstol Santiago, en la ruta jacobea y en metafísica Coelhiana. Empero en este caso, debí pensar mejor en el Deportivo de La Coruña ganador de Liga y en el delantero Bebeto y su capacidad de clavar goles, ya que la brasi, luego de estar hurgándome táctilmente el ojo de Sauron, decidió por su cuenta y riesgo arponearme la retaguardia con un descomunal strapon de cinco centímetros. Son las suas costumbres y hay que respetarlas.

En el momento del impacto, sentí unas descomunales ganas de cagar o mas bien de expeler aquel proyectil de lascivia y sumisión, afortunadamente venía cagado de casa y no había troncos en el aserradero, no obstante fui capaz de argüir un argumento estremecedor en forma de perífrasis con reminiscencias lacerantes. “ Hombre, no sé yo...”. Y con esta afirmación henchida de audacia y severidad, la cachorra paulista me saco el dildo y también, todo sea dicho, la leche venenosa por procedimientos mas consuetudinarios.

Bien. Pasan los dias. Dos, tres, cuatro y hasta seis. Y en esos seis días, servidor no consigue eyectar la masa marranoide & marronoidea. La taxanomía de los tres músculo glúteos no hacían otra cosa que proveerme de una anemia zurullesca. Se conoce que ante la presencia de la minipicha de plástico de la brasileña, los cagarros se cagaron nunca mejor dicho, y se debieron hacer fuerte allende de los intestinos.

Voy a casa de la madre que sabía que también era perezosa a la hora de sacar las joyas. Le cojo los Rovi. Apunto, disparo y agua. Bueno mas que agua, lo que se encuentra el balín de glicerina es un tocho de hormigón armado mierdilmente hablando. Es mas, el supositorio se me derrite en las manos.

No obstante, la tortuga asoma la cabeza. Poca cosa. Aprieto como si estuviera haciendo peso muerto en carga máxima. Nada. No sale. Descabezo manualmente el ñordo para ver si se anima el resto del cuerpo moñiguil. Todo en vano.

Me entran ganas de pederme y como quiera que la deyección estaba atascada, el pedo rebota y noto como me hace hinchar aún mas la tripa. Empieza el acojono en fase preliminar y en un alarde de arrojo y seguridad, informo a la concurrencia la tesitura particular con las siguientes palabras: “ Madre, que no puedo cagaL!!!”.

Una vecina de cháchara con mi señora madre trae una lavativa que le iba muy bien a su difunto marido Anselmo. Pobre Anselmo, seguro que por no aguantar a aquella cacatúa se dejó morir de peritonitis, desde luego a mi no me sirvió de lenitivo evacuatorio.

Llamo a un peseto y a urgencias. Allí me repanchingo y en posición casi horizontal mantengo a raya el movimiento tracto intestinal. Si obstante, me tomo un Actimel de máquina porque si lo dice Coronado con lo que folla, malo no va a ser.

Tres horas de espera y allá que voy a paso de las muñecas de Famosa con una enfermera. Me trae una lavativa. Nah, poca cosa: medio litro de líquido expectorante y una cánula de no menos de 20 centímetros. A continuación una adversativa de destrucción masiva “ pero todo eso me lo tengo que meter”. Y la sanitaria: “ Uy, pues esta es de las pequeñas. Las hay de dos litros”.

Bué, qué le vamos a hacer, perfeccionado a Maquiavelo, el fin justifica el porculeo, vamos allá. Me bajo las bragas y cuando voy a mitad de recorrido, la moza va y me salta: “..PERO, QUÉ HACES?”!!”. No tiene que ver con el tema, pero puede haber algo mas putapénico para un varón heterosexual que enseñarle la polla a una mujer y que esta te diga “ Qué haces?”. Denúnciame, dame una patada en los huevos o cómeme el rabo. Pero decir “ qué haces?”. Le dan ganas a uno de hacerse margarito. En fin, prosigo.

Me dice la sañuda pedorra que me vaya al baño de la sala de espera y que allí me asetee a mi mismo el albañal con aquel torpedo galvanizador de tripas. Procedo sin mayor dificultad, por cuanto mi tráfico anal estaba siendo por los últimos acontecimientos fluido y diversificado.

Entra el chorrito. Aprieto gluteamen. Cierro vía de escape. Y…

No quisiera exagerar, pero hubiera jurado que mis tripas empezaron a pergeñar la banda sonora in crescendo de la película de Tiburón.

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Y justamente al acabar la escena, cuando el escualo abre las fauces, y se prevé una escena estremecedora, ocurrió…

Fue explosivo. Fue un continuo chorro de masa mierdil. Fue un maremagnum de los tres estados de materia sólido, líquido y gaseoso. Fue el Vesubio arrasando Pompeya con lava amarronada. Fue el puto Bing Bang en mi puto culo. Fue señores con toda modestia, la madre de todas las cagaleras que jamás ser pluricelular pudo evacuar en la historia de la humanidad.

Yo llenaba y llenaba la taza y tiraba de la cadena en cuanto la cisterna tenía agua ya que el montón de cagarros me hacía montaña y por poco me rozaba los contramuslos. Y a todo esto, acompañaba la coreografía defecante con aullidos propios del esfuerzo, absolutamente involuntarios pero muy acordes a la tesitura, tal que asín Aaarggghhfffff. En fin, para que luego digan que los hombres con pene no sabemos hacer dos cosas a la vez.

Acabada la jornada de trabajo, me limpio y aprovecho en estos tiempos pandémicos, para alabar una actividad de incuestionable necesidad y de la que poco se ha hablado en los massmedia. Me refiero a las personas que se dedican a reponer los rollos de papel higiénico en los váteres de los hospitales. Si alguno me lee, que sepa que desde aquel día os tengo en mis pensamientos. Nabrazo.

Salgo del váter catárquico y en no siendo persona piadosa, reconozco que pude imaginarme el éxtasis mariano que debió sentir Santa Teresa de Jesús, cuando se orgasmeó con el Josu. Qué sensación de comunión con el universo. Qué manera de flotar sobre el utillaje fitosanitario. Era un ser de luz que irradiaba paz y amor.

Estaba a punto de sacarme otro Actimel de la máquina, no por ganas sino por pura necesidad de coger con dulzura uno de estas ambrosías de baja estofa y con la reverencia con la que se coge un bebe, decirle en voz muy baja “ bien hecho, l caseimunitas”, cuando levitando a dos palmos del suelo y luego de haber palmeteado el aire para compartir la goló de mis cacas con toda la concurrencia que observaba mi salida triunfal a la sala de espera, una voz de aquella grey me retrotajo a la vacuidad terranal. Sus palabras fueron exactamente las siguientes: “ Anda el payo cómo caga”.

Pistoleta de salida para que la concurrencia vitoreara, riera y aplaudiera a quien esto perpetra en forma de trilerismo semántico. Sí, señores y putas, yo he conseguido recibir una ovación por cagar, constituyendo sin lugar a dudas el momento mas estelar de toda mi vida. Ahora ya puedo decir con toda propiedad y argumentos sólidos, que me cago en mi vida.




Meu menino, se você comer brando e cagar duro, é o que você aperta muito quando te fodo por culo.
 
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