Yo, como soy jefe, lo veo diferente.
Gracias a las reuniones por Teams instauradas tras el Covid, las empresas nos ahorramos los desplazamientos de los capullos de los trabajadores de fuera y la pérdida de tiempo y costes que suponen esas reuniones cuando hay gente que vive en otras provincias.
Pero no, los trabajadores necesitan mimos, contacto cara a cara y poder hacer la pelota en persona, que si no se pierde el espíritu de empresa y como por la cam no es posible, se ponen pensados para que al menos, en navidades, hagamos una reunión presencial con cenita y copas. Por la empresa, jefe, para no perder el vínculo.
Y como es imposible dejarles elegir a ellos el tipo de restaurante, acabo eligiendo yo uno y ellos siempre le pone pegas. Que si está muy lejos del hotel, o decorado muy cursi, o no tienen comida vegana, o no me gusta el sushi, o los baños son pequeños o somos unos tocapollas y todo nos parece mal.
Curioso, por no llamarlo de otra manera, cuando algún empleado al que le pago una mierda al que, sin embargo, el restaurante le parece muy vulgar porque no tiene ninguna botella de vino de mas de 100€.
Eso por no hablar del por culo de que cada uno se me acerque a lo largo de la cena a pedirme un aumento de sueldo, porque él lo vale y se sabe imprescindible en la empresa, (que normalmente suele ser al que voy a despedir a los pocos meses porque no vale una mierda), o tener que mediar para que alguno que ya va mamado al final de la cena, no meta la pata con alguna compañera que ya le ha hecho dos cobras en cuatro minutos.
Por eso no elijo ya ningún restaurante que frecuente o que conozca al dueño, mejor uno que si rompen algo o se llevan la cubertería para casa, se quede en el olvido.
Un puto dolor de cabeza, eso son las cenas de empresa vistas desde el lado directivo. Y si, las paga la empresa, cena, hotel, dietas y transporte. Lo que no he pagado nunca son las copas de después, esas que cada uno se pague las suyas a ver si revientan.