AdaByron1 rebuznó:
Falso, las mujeres siempres hemos impulsado el cambio social, de hecho, los principales avances de la humanidad desde el punto de vista antropológico, han estado protagonizados por demandas de las mujeres (la revolución neolítica es uno de sus mayores exponentes; hoy en día sin duda, lo es la revolución feminista).
Equivoca el concepto de sobreadaptación: LA ADAPTACIÓN implica acción y proactividad. Es el género masculino el inflexible, el de las rigideces, el que más le cuesta adaptarse a los cambios; el de las estructuras arcaicas, jerarquizadas e inflexibles.
Vaya tonterías que hay que leer por parte de una iletrada feminazi. Entonces a qué cojones viene toda esta mierda del maquillaje, el baile de caderas, la caída de pestañas y los tacones altos que veo a diario? Es siempre lo mismo, el arte ancestral de mantener la atención del macho para una vez tenerlo atento, hacer y decidir. El mantener el status quo de siempre para tenerlo controladito. En vuestra memoria ancestral sabéis que los hombres tendemos a dedicar poco tiempo a las hembras. Si el sexo lo tenemos alcanzable y facilón, no perdemos más que los minutos que hacemos durar un polvo. ¿Cuánto tarda el forero medio en hacerse una paja? El sexo es para nosotros tan increíblemente físico que si fuera realmente fácil, natural y masivo no supondría más para nosotros que el tirarnos un pedo, una necesidad física puntual. Quiero, busco, follo y a otra cosa.
Pero la naturaleza quiere que nos cueste, que tengamos que pelearnos, que nos tengamos que partir la cara, que competir. Nos han diseñado para pegarnos, para empujar, para retener, para morder al de al lado. Los hombres, cuando el recurso no es abundante, nos ponemos realmente peleones, agresivos, competitivos. Y la naturaleza sois vosotras. Nosotros somos un experimento, los accesorios de la especie, los circundantes, los del entorno al sistema. Bordeamos al grupo, estamos por fuera. El grupo sois vosotras y las crías. Es por eso que hemos hecho un mundo exterior, porque estamos fuera. La cuestión es que la naturaleza, que es femenina, os programó para descubrir lo simples y físicos que somos con el tema sexual y es por eso que nos lo ponéis difícil y os oponéis a cualquier tipo de giro copernicano en el enfoque del tema. Vosotras tenéis el poder, tenéis coño, como dijo aquella, elegís y no queréis a cualquiera, no os van las camas redondas, queréis saber de quién coño es el retoño que vais a parir, no os vaya a salir medio imbécil y os obligue a dedicarle más tiempo del necesario.
Y entonces inventáis todas esas técnicas clásicas de mierda del mundo taurino, en las que el pañuelo rojo, el desquite, la chicuela y el jolgorio visual van a la par de las embestidas bravas e infructuosas que cual toro, los hombres nos arreciamos contra esa barricada de tela roja retirada y puesta con arte y maestría. Y cuando ya creemos que tenemos el control, nunca llegamos a ver lo controlados que estamos ante nuestros impulsos. Pero eso sí, sois unas revolucionarias de la hostia. Que todo cambie, para que todo siga igual.
¿algun problema con la revolución feminista?
Mira, una verdad incuestionable como la incorporación al mundo laboral de la mujer y la importancia de su independencia económica (cómo os joroba, señor) es fruto de la revolución feminista, te guste o no.
Soplapollez tras soplapollez. Puede que no se os dé bien eso de repartir hostias pero de manipular sabéis un rato largo, las feministas siempre os vanagloriáis de haber conseguido vuestros objetivos sin pegar un solo tiro, como si el mérito fuera exclusivamente vuestro, y no de la pareja de baile.
Imagínate que yo entrara en tu casa a pedirte 100 € y que cuando me los dieses dijera, “mira qué bueno soy (no como tú), he conseguido el dinero sin partirte la cara ni incendiarte la casa, debería servirte de ejemplo… ¿No crees?”, en lugar de agradecerte el gesto altruista e innecesario que acabas de tener conmigo.
Las mujeres conseguísteis vuestros derechos sólo porque los hombres decidimos dároslos, debería haber cierto mérito en nuestra decisión inequívoca de permitiros una igualdad por la que no habíais hecho
NADA serio por ganaros. En lugar de admitir que los hombres, sin ninguna necesidad, ni presión insoportable, decidimos simplemente por empatía no sólo daros, sino velar por vuestros derechos, os guardáis todo el protagonismo para vosotras mismas, en vuestra vanidosa imaginación es una obra exclusivamente vuestra, de asombrosa ingeniería femenina ("nosotras solucionamos las cosas hablando, no como vosotros que sois unos brutos"). Lo que no parecéis comprender es que si los hombres os hubiésemos dicho: "NO", seguiríais barriendo suelos y cuidando niños, no hubiérais tenido pelotas para coger un arma y ganaros vuestra independencia a hostias. Pero el mundo funciona así hermosa, si no estás dispuesto a matar a quien se ponga en tu camino, entones dependes de él, y de que le salga de los cojones apartarse (y si lo hace, en lugar de sacar pecho, dale las gracias por dejarte pasar).
En las sociedades en las que los hombres les han dicho "NO" a las mujeres, estas siguen siendo putas chachas, no luchan, de vez en cuando berrean un poco, no muy alto, pero no estrellan aviones, ni vuelan edificios repletos de machos dominantes. Se adaptan, sobreviven siendo domesticadas, sin alzar nunca la mano. El feminismo consiguió sus objetivos sin disparar una sola bala porque si hubiese sido necesario hacerlo, aunque sólo se tratase de disparar una única puta y miserable bala, todavía seguiría en la recámara, y vosotras seguiríais sin haber conseguido vuestros jodidos derechos. Fue la voluntad de los hombres de apartarse del camino lo que os permitió llegar a la meta, no ninguna mágica fórmula femenina para conseguir imponerse sin necesidad de la violencia. Eso en este mundo no existe, si frente a ti hay un tipo dispuesto a morir para que tú no pases, tendrás que matarlo o quedarte donde estás, pero no hay atajos ni palabrería del chumino que valga. Todo ese feminismo de boca y sus supuestas “conquistas pacíficas”, los grandes logros de la revolución, no son más que regalos del hombre, los avances de la mujer no se conquistaron, se mendigaron. ¿Qué será de vosotras el día que alguien intente arrebataros esos derechos por los que nunca habéis luchado de veras? ¿Cómo lo impediréis? ¿Hablando? ¿Qué magia, que súplica, os sacará de esa? Si nosotros (los brutos) no estamos allí para defenderos… ¿Quién os protegerá? Vosotras no lo haréis… ¿O sí? ¿Saldréis a la calle dispuestas a matar y morir por vuestra libertad, con la cara pintada de azul, falda y melenas al viento? ¿O volveréis a ser vacas domesticadas y todavía mugiréis de gusto estresadas ante tanta libertad? Pagaría por verlo, por ver ese momento, ese instante, y ver a esas feministas “conquistadoras” agachar la cabeza, arrodillarse, y comenzar a chupar pollas a cambio de seguir viviendo, sin ni quiera plantearse la idea de luchar por seguir en pie, de disparar una mísera puta bala.
A la hora de la verdad cuando os vienen mal dadas agacháis la cabeza y tragáis con todo, y de eso hacéis una virtud femenina, pero yo no veo ninguna virtud, yo sólo veo cobardía y ese alma de puta agradecida que todas lleváis muy adentro. Tened en cuenta que si vivís como niñas malcriadas, si tenéis derechos, no es gracias al feminismo, no es gracias a ninguna de vosotras, es gracias a nosotros, los hombres, que decidimos permitirlo. Y eso, si se piensa detenidamente, es bastante triste por vuestra parte, al menos desde la perspectiva de un hombre.