Libros La Calavera de Plata - Hilo Homenaje/Difusion -

Petromocho

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10 Nov 2005
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Bien este Hilo lo dedico a mi novela preferida La calavera de Plata de Julio Albi de la Cuesta; este libro llego a mi de forma casual, un buen dia que acudi a la biblioteca municipal me fije en la estanteria de
novedades y alli estaba este librito, me llamo la tencion por su color rojo intenso, lo abri en una pagina al azar y quede sorprendido por lo que lei, para que os hagais una idea si tuviera que compararlo con alguna novela podria decir que es un cruce entre una de el Capitan Alatriste con un protagonista del estilo de Harry Flashman (pero mas Hijo de puta si cabe..) y pizcas de las aventuras del baron de Munchausen, en serio es un NOVELON de hecho es uno de los pocos libros que una vez leido en la biblioteca me lo compre para tenerlo como libro de cabecera, lo debo haber releido como 5 veces y cada vez que lo he echo no he podido evitar el volver a partirme el culo con algunas de las peripecias de mi amigo Ceballos (tb conocido como De ceballos y Cevallos segun requiera la situacion.. :lol: ) por lo que he visto por ahi al parecer esta basado en hechos reales, tan solo pretendo con este hilo animar a la gente que no conozca este libro a que se acerque a el y lo lea ( se lee rapido ya que engancha y ademas solo son unas 280 pag) desde aqui sobre todo emplazo a Maese Molay a que le eche un vistazo y comente.

Para animar a la gente voy a copiar y pegar una breve reseña del libro que se encuentra en: https://www.bibliolimpo.com/index.php?art=LEMO0511

La calavera de plata Autor: Julio Albi de la Cuesta
Título: La calavera de plata
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Datos edición: Ollero & Ramos, Madrid, 2001, 1ª edición
Encuadernación: Rústica con solapas, 14,1 x 21,4 cm, 279 págs.
Tipo: Nuevo
Ref.: LEMO0511

Precio: 12,60 euros (2096 ptas.)

Argumento: La calavera de plata comienza en el Madrid de la segunda mitad del siglo XVIII, cuando el teniente Cevallos, del regimiento de Dragones Lusitania, recibe el encargo de recoger un legajo comprometedor de un convento de Quito. A partir de ese momento se inicia una historia de monjas, calaveras y aventuras. Durante su estancia en Quito, el teniente se enamorará de una religiosa de pasado nebuloso, sor Leonor de la Cruz... Unos encuentros casuales le llevarán a intentar desvelar el misterioso origen del emblema de su regimiento, privilegio ganado en la sangrienta batalla de Madona del Olmo: las calaveras de plata. Esos encuentros harán que Cevallos -contradictorio testaferro de lucrativos negocios, valedor de honras y linajes y, a la vez, militar del montón- recorra medio mundo, pasando por Brest, Venecia, Praga, Roma, Argel, hasta llegar a un oasis en el Sáhara en un viaje enloquecido. Las calaveras de plata serán testigos de sus estancias en palacios y fondas infectas; de sus visitas a tugurios y casinos, de paseos por zocos y muelles; lugares donde tropezará con aventureros, espías del Gabinete Negro del rey de Francia, asesinos y confidentes, mientras en el camino va perdiendo lo que le queda del alma. Su aventura se habrá ligado tanto a su existencia que le permitirá desentrañar las incógnitas que la vida, o el destino, puso ante sus ojos.

Ahora una sobre el autor (Molay si la imagen que me he echo de usted es correcta el autor y sus libros anteriores deberian animarle a leer esta novela..)

Albi, Julio
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Biografía.


Julio Albi nació en Burgos, en 1948. Es licenciado en Derecho y, desde 1973, miembro de la Carrera Diplomática. Ha servido, en Madrid, en diversos puestos en los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Defensa; en el exterior, en Dakar, Washington, Roma y Nueva Orleáns, y, como embajador de España, en Tegucigalpa y en Quito. En la actualidad, es embajador en Lima.
Es autor de obras sobre el ejército español en América (La defensa de las Indias, 1987, y Banderas olvidadas, 1990) y los tercios de infantería (De Pavía a Rocroi, 1999); coautor de Campañas de la caballería española en el siglo XIX (1985), Un eco de clarines (1992) y La Guardia Real en su historia (2004), y editor de Sitio de Breda (2001) y Diario de una campaña. Gibraltar 1779-1783. Ha escrito un libro de cuentos, Caminantes (1991) y una novela, La calavera de plata (2001).

Títulos publicados en Seix-Barral

-El día de Trafalgar (Otras colecciones)
 
A continuacion transcribo un trozo del libro:

"Aunque, bien pensado, el viaje no habia sido estéril. A cambio de no haberme dado nada, me había despojado de ilusiones. Ahora sabia que los cráneos no escondían ningún misterio, que la casita y el jardín no existían, que nadie tocaría a Haendel para mí, que estamos solos ante la vida y ante la muerte, que nadie lleva flores a las tumbas.

Que Ceballos y de Cevallos, con sus obsesiones respectivas por el dinero y la gloria, estaban en lo cierto, porque eso era lo único real. Que había sido absurdo buscar razones a las madonas y creer en una sombra de mujer. Que había que resignarse a uno mismo. Que no se podia pedir a la vida mas que las migajas que puede dar.

Todo eso me había dado el viaje. Me habia enseñado a desesperar. Ahora, ya podia aguardar a la muerte, la única verdad, con ecuanimidad, sin el miedo de que me fuera a arrebatar algo, porque nada había que perder. La estafa no era la muerte, como muchos creían. Era la vida.

La partida estaba amañanada desde el principio. Tenía sus altibajos, pero al final siempre pintaban calaveras. Lo que sucedia es que, como cualquier buen tahúr que se precie, la vida, de vez en cuando, nos daba cartas buenas, las justas para ganar alguna baza. Con el temporal triunfo nos encelaba para que no nos levantásemos de la mesa, para que siguiésemos jugando, apostando nuestros días uno tras otro, poniendo sobre el tapete nuestras ilusiones, una tras otra. La puñetera, entre mohines melindrosos, se iba quedando con todo, hipocritamente compungida, mientras que, implacable, nos desvalijaba. Cuando notaba la cuerda demasiado tensa, y veía asomar a la desesperación, nos servia un par de naípes y, con ellos, un triunfo fugaz, que nos uncía de nuevo al juego.

La muerte, coronada, claro está, por una calavera mordaz, seguía la partida por encima del hombro de su cómplice, contando entre dientes nuestra progresiva e irremediable ruina, viendo cómo íbamos siendo saqueados. En el momento justo, se levantaba, y usando las mismas palabras que Fermín utilizo en célebre ocasión, en un tugurio de Guayaquil, anunciaba: "Copo", y al igual que mi asistente vasco, ponia abrupto fin a la jugada.

Pero gracias a mi periplo, yo había descubierto las maquinaciones y las triquiñuleas de la impostora. Ahora ya sabía que las cartas estaban marcadas y la partida, perdida de antemano. Seguría jugando, sí, pero a mi guisa, sin creer en el triunfo imposible, apostando el oro falso de mis dias inutiles, la almoneda de aluvión que era yo y , sobre todo, reservándome el derecho de dejar yo la partida cuando quisiese. Esa seria mi victoria, hacer trampa a los tramposos, ganarles por la mano. Y mi carta ganadora, mi triunfo, una pistola.
"
 
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