Quedarte calvo no mola nada, amigos.
Es un proceso lento, además, en el que vas pasando diferentes etapas, como si de una enfermedad se tratase.
El primero en darte cuenta vas a ser tú. Un día al cortarte el pelo o al peinarte algo no va a cuadrar y vas a pensar "hostias, esto era así?" Pero no le vas a dar mayor importancia porque crees que a lo mejor son cosas tuyas.
Si bien el primero en darse cuenta vas a ser tú, el primero en joderte de verdad va a ser alguien de tu entorno, posiblemente un amigo.
Depende cómo sea el amigo te lo dirá sutil, con sorna o directamente poniéndote en el ojo del huracán.
Ahí te joderas de verdad y pensarás que todo está perdido, que no eran suposiciones tuyas, que realmente te quedas calvo, algo que asocias a la vejez, a la fealdad, al pagafantismo.
En este estadio está norteño, por cierto.
Empezarás a buscar solución porque hasta gente que no te esperas te hará comentarios, como tus padres o incluso algún familiar te hará disparatados comentarios sobre un tío abuelo de tu tatarabuelo que también se quedó calvo y al que te vas pareciendo.
Peinarse es un drama, no encuentras la manera de peinarte como antes porque ya no hay mata buena.
Inspección ocular de almohada, ducha y peine: otro drama.
Tú ya eres un experto en tu frente. Te has aprendido a peinar de manera que los huecos queden más o menos tapados aunque en días de viento o lluvia desearías no haber nacido.
Bien, en este periodo de calma y cuando crees haber podido estabilizar el problema hasta, al menos, las próximas veces que folles, resulta que un día un amigo tuyo te dice " anda franciscano, vete al monasterio" y tú vas y captas lo que dice y tú vas y te intentas mirar en un espejo pero no te llegas así que tiras de cámara de retratos y te calzas una foto aérea en la que, sí, ahí está, pelo clareando por todos los lados en la coronilla, algo en lo que no habías reparado.
El peinarse ya es algo de locos, intentando tapar parches por todos lados, sin éxito.
Los champuses que te ha comprado tu madre solo vale para alegrarte de no ser tú quien está tirando el dinero.
Te imaginas calvo, degradado, como los viejos, como los carapadre, con sus cabezas grasientas y su tira de longaniza peluda que les cubre la nuca y las sienes.
No quieres ser eso porque a ti te gustaba imaginarte como el tio molón y atractivo, el que llevase canas y tupida cabeza, el que volviese locas a las madres de los compañeros de tu hijo a la entrada del colegio.
Veis fotos de hace años y oyes comentarios que te afectan sobremanera sobre qué antes parecías mucho más joven y guapo.
Contrariamente a lo que crees es esa inseguridad que empiezas a desarrollar la que hace de espantamujeres y no tu incipiente calva.
Normal, por otra parte, que estés desarrollando cierta inseguridad ya que llevas meses siendo el centro de los descojones del mundo.
Empiezas a valorar ideas que hasta entonces te parecían imposibles como ponerte una peluca moderna, echarte potingues que te disimulan las carencias o irte a un dudoso médico de turbia mirada a que te ponga los pelos del sobaco en la cabeza, como si fueses una Nancy.
Y hasta aquí yo diría que es el proceso que todo calvo va a pasar, con las particularidades de cada uno.
Habrá quien en este punto se vaya a Turquía, quien no pasaría un control antidopping o quién se deje llevar.
Yo, particularmente, llevaba un tiempo hasta la polla de gastar un tiempo importante en intentar peinarme para dejarme más o menos decente, que por cierto normalmente solo hace los peinados más abstractos pero en absoluto arreglan nada, y en mitad de uno de esos peinajes tiré el peine a tomar por culo, agarré la segadora y me dejé la cabeza como para que aterrizase un Boeing 747 en ella.
Hasta aquí puedo decir que es una mierda este proceso. Ojalá fuese despertarte un día y ser calvo pero ir poco a poco es un poco jodienda. Cada mañana mirarte al espejo y decir ¿Por qué yo, dios mío?
Ahora, lo que pase a partir de aquí depende mucho de cómo te tomes el asunto.
Hay quien se pondrá una gorra que jamás se quite, como el guitarra ese de Amaral, quien se sienta inferior el resto de su vida, quien se ponga como un bestiajo que lo último en lo que van a fijarse sea en su calva y quien lo lleve con normalidad, estilo Varoufakis.
Yo soy de los últimos. Asumo esto como algo irremediable que me ha pasado y quien quiera que mire y quien no pues no. Me da igual si gusta o disgusta.
Cierto es que creo que no me queda espantosa e incluso hay gente que me conoce ya calvo y cuando ve una foto con pelo dice que parezco un anormal con pelo y que mucho mejor calvencia.
Me da lo mismo, la verdad.
Esto no quita para que me gustase tener el pelo que gastaba a los 20 o que cuando veo a gente con pelazo me de cierta envidia.
Nos ha jodido si me gustaría tener pelo, claro, pero chico es que es lo que hay, es que así soy yo, tampoco puedo hacer por tener los ojos de otro color o el culo menos peludo.
Esto es lo que ves y esto es lo que hay PERRAPVTA