Cuando se planeta la cuestión vital de una regeneración política, se erecta de entre entre el tumulto de defectos que nos acompañan desde hace siglos, nuestro pecado capital: en España no hay ciudadanos. Hay héroes de guerra, hay santos, hay pintores de muñeca impávida y prodigiosa, hay literatos conmovedores, científicos en escaso número pero indiscutible valía. Hay hoy, también, gracias a las concesiones y exigencias del sistema, votantes, contribuyentes y pensionistas, pero no ciudadanos. Si quieres construir un imperio, tienes de tu parte a los mejores y más corajudos soldados de la Historia. Si quieres llenar los museos y dar lustre a las bibliotecas, cuentas con sobrados recursos para asistirte en el empeño. Pero si lo que quieres es una convivencia civilizada, armoniosa, ni sobresaltos ni asaltos inesperados, lo que más al norte se conoce como "espíritu civico", este es un erial que sólo contiene su insana picaresca, su falta de conciencia social, bajo la bota militar y el yugo del monarca.
Vivimos en una democracia por deseo explícito y dadivoso del Poder. No es derecho conquistado en las revoluciones del XIX como en otros países de Europa. Aquí nos faltaron guillotinas, aquí no hemos decapitado nunca a un rey como si hicieron francos y británicos. Un pueblo que no ha quemado nunca, al menos una vez en su Historia, un Palacio Real, no merece ser considerado adulto. Nos han dejado votar, nos han dejado cacarear excitados y orgullosos porque saben que somos inofensivos, que a la hora de la verdad, agachamos la cabeza y pedimos limosna. En estas últimas centurias es lo que hemos sido, una sociedad de mendigos y trincones, bien aderezados de cainismo, envidia y pordioseros con ínfulas de marqués. Aún perduran las manías del cristiano viejo, aún puede verse la sombra de Rinconete y Cortadillo manejando los hilos.
La culpa no la tiene Rajoy, ni Botin ni los taimados alemanes al servicio de las conspiraciones sionistas. La culpa la tiene el tendero de la esquina y su fiel mal ponderado, el taxista clandestino, el no-ciudadano que ocupa tres plazas con su coche, el abuelo que jalea fanatizado al que le recorta la pensión, los palmeros mediáticos de la casta, los que invierten lo que no tienen en lo que no necesitan para no devolverlo jamás. La culpa la tiene el recelo hacia los libros, el desprecio al ser moral, el complejo como una lepra rabiosa. Y los de arriban lo saben, los de arriba conocen a su rebaño, siempre mordiéndose entre ellos, siempre desconfiando, sobre todo, del borrego de al lado y nunca del cayado del pastor que es el que nos barre las costillas. Les divierte alborotar la manada, soltar el trallazo en una esquina y ver como se revuelven ellos solos. En España no hay ciudadanos, y como no hay ciudadanos, no hay gobierno, ni sistema, ni capacidad de cambiar nada. Aquí lo que hay son curas, casas de putas, bares cada dos pasos y cada cuatro años la "fiesta de la democracia". Hoy a las 22.00, hay derby, empezad la revolución sin mí.
Clásico
Ya veo que vuelve el ataque de los trolls
¿Pero realmente te crees lo que dices? Son igual de malas, da igual que sean públicas o privadas. España es un pais que destaca por la mala gestión y el fraude a todos los niveles.
Veterano
Freak
