Contaba Tirado hace unos días los desvelos de un vecino suyo, muy negro él, por si el barrio se le llenaba de paisanos. Venía a decir, con esa poética tan ornitológica, que una golondrina no hace primavera, ni un negro, en su oscura soledad, crea caos alguno, pero todos a una, como sociedad, eran la peste, la muerte, la enfermedad y la guerra. El fracaso es la sociedad, no el individuo. El español no define a nadie, pero es la sociedad española, el fruto de los españoles en comunidad, lo que define a cada uno de nosotros, nuestra capacidad para apiñarnos en colmenas y tener una convivencia civilizada. Y aquí se demuestra que un alemán, en Namibia o en Baviera, funciona mejor que un español en Soria o en la Patagonia. Luego en sus sótanos se beben los orines menstruales de su santa esposa y se reproducen con sus hijas, pero en ese territorio sagrado que constituye el ESPACIO PÚBLICO su comportamiento no menoscaba los derechos de los demás.
Si hay leyes, las respetan. Si no se puede, no se hace. Ni siquiera es una cuestión moral, es una cuestión mecánica, un acto reflejo. No debaten sobre cuestiones espirituales, lo calculan, sin atender a otos asuntos que los beneficios de cada acción, de cada norma, de cada tabú. En cambio, en los territorios meridionales, todos somos hijos de Solón y Licurgo, las leyes son nuestras y nuestro el derecho de cumplirlas o no según las circunstancias o nuestra conveniencia. Por eso uno sale a la calle, va a un banco, se presenta ante un juez o una oficina de Correos con la sospecha y el espíritu vencido. Todo es posible y si es malo, con el doble de posibilidades. En España uno gasta más energías en evitar el engaño que en crear o producir. Vivimos rodeados de enemigos, vivimos siempre justificados con el "todo el mundo lo hace" o "para que otro se lo lleve me lo llevo yo", alardeando de cada felonía, sacando pecho por cada ventaja ganada con malas artes.
No sé si es cosa de la raza, de las horas de sol, de la pérdida de las colonias o del trauma aún no superado de la invasión musulmana, pero tenemos un grave problema, que no es ni la falta de petroleo ni las llaves de la Moncloa en la manos de Rajoy. El problema es que no sabemos compartir recursos, ni espacio ni podemos confiar en que los demás tenga intención de aprender. El problema es que no somos una sociedad, somos una manada, y a veces funciona y ganamos la Eurocopa y la Copa Davis, y otras no, y de repente nos plantamos en los 6 millones parados mientras la ministra de trabajo alardea en su twiter de tener mucha maña explotando burbujas.
Fátima Báñez, en Twitter: "¡Obtuve 5390 puntos en Bubble Shooter Adventures!" - 20minutos.es