Pero GDX, ese es un proceso muy largo, y se le ven los réditos a muy largo plazo. Hoy no interesa eso. Hoy interesa el aquí te pillo y aquí te mato, el lo queremos todo y lo queremos ya; interesa concatenar éxitos fugaces, transitorios, hoy una y mañana otra, sin esfuerzo, sin dolor, sólo placer, éxito y medallas. Y el buen gusto requiere de tiempo, de esfuerzo, de constancia, y eso son valores en desuso, pasados de moda, y, lo que es peor, poco prácticos.
Hoy tener buen gusto es algo que no sirve para los demás. No sirve, así de sencillo. Sirve para uno. Para poder apreciar uno mismo, y sólo uno, qué es lo bueno y qué es lo malo, y deleitarse en lo primero. Gustar por el buen gusto no me abre las piernas de la cachonda esta noche. Me las abrirá dentro de tres meses, y mientras tanto vete tú a saber si la cachonda sigue por aquí, o si no habrá llegado otro que con otros ardides más burdos pero más efectivos me la habrá levantado.
Hoy, además, la gente en general y las mujeres en particular no saben distinguir el buen gusto. El buen gusto para ellas en un tío suele ser una sucesión de lugares comunes del todo a cien, de escenarios vistos hasta la náusea en películas series y revistas, el epítome del buen gusto para la gran mayoría de las mujeres es un jacuzzi, pétalos de rosas flotando sobre el agua y una copa de champagne -qué más da que no le guste, es lo suyo, champagne- en el borde. Eso es el buen gusto. Esa escena. Propónsela a cualquier tía. Serás el tío con mejor gusto y más elegante del orbe. A mí me resulta repugnante.
¿Qué tengo yo o que tienes tú o qué tiene Rubén con tener buen gusto? ¿Acaso nos ha abierto muchas alcobas? No a mí. ¿Acaso Coltrane o su música o hablar de él lo ha hecho? No. ¿El haber visto en directo más de la mitad de la obra de Vermeer lo ha hecho? No. ¿Lo que he leído lo ha hecho? No. ¿Decir que prefiero La fiera de mi niña a cualquier pastiche de hoy día? No. Nada, sirve para mí, para mi placer. No para ligar. ¿Para gustar? Puede. ¿Para gustar lo suficiente? Claramente, no. Serás un buen invitado en las fiestas, una visita agradable, un buen anfitrión, pero nada más.
Bah, el buen gusto para ligar. Bah.