Ayer por la tarde me enteraba del fallecimiento de Malcolm Scarpa, pero me apetecía escribir algo con calma, así que lo he dejado para hoy.
Descubrí a Malcolm en aquellos tiempos, ya lejanos, en los que grababa cada noche Flor de Pasión para salvar después en otra cinta las canciones que molaban. Malcolm era un habitual del programa: Juan de Pablos acostumbraba a pincharlo, al menos, una vez a la semana... y así fue como fui conociendo su, por entonces, todavía breve obra (creo que tenía dos discos editados).
A mi aquello me gustaba cada vez más. Por aquel entonces no podía evitar comparar tanto su voz como sus maneras a la hora de componer con las de Ray Davies. Ahora, pasado el tiempo, tampoco. Vale, veo muchas más influencias que las de Davies en sus canciones, pero esa (tal vez porque físicamente también me recordaba a Ray) será siempre la imagen que me venga a la cabeza cada vez que recuerde a Malcolm: la de nuestro Ray Davies particular. Y no se me puede ocurrir mejor piropo.
Solo lo vi en directo una vez, en aquel antro infecto en el que tan buenos conciertos vimos que era el Planta Baixa de Vigo. Malcolm estaba resfriado y constantemente tiraba de pañuelo (de tela, nada de cleenex de mierda) y tenía un ampli de transistores Dean Markley. Venía en formación de trío, acompañado por un bajista y un batería, y yo recuerdo aquel concierto como mágico y totalmente distinto a los que solíamos ver en aquel local.
Me acuerdo que cuando ya nos íbamos, tras acabar el concierto, un colega se le acercó y le dijo “muy bien, Zappa”, a lo que Malcolm respondió con una carcajada. Y entonces yo le dije “yo te veo mucho más Davies” y la carcajada se volvió aún mayor. Nos lo agradeció y nos fuimos.
Nunca lo volví a ver. Creo que nunca volvió a Vigo. Y creo que esta fue la primera de sus canciones que escuché en aquel programa de radio (aunque no estoy seguro, tal vez fuera “Do the Baccarola”)