M
Miembro eliminado FLM
Guest
Mi tregua la tuve a principios de 2008.
Estaba recuperandome poco a poco de una dolorosa ruptura, había pasado año y medio desde entonces y ya lo llevaba mejor. Sin embargo, tenía un trabajo que aunque estaba bien pagado, me hacía sentir un cero a la izquierda, un inútil. Me estaba jodiendo la vida y el hastío podía conmigo.
Un día me echaron; indemnización, despido improcedente, derecho a paro. Firmé, no sin quedarme con cierto resquemor. Más tarde me enteré de que todo el grupo lo sabía menos yo.
Discusiones con la familia, porque si bien no me quedaba con el culo al aire, es "indigno" que te echen. Mejor largarse uno, teniendo antes otro sitio donde marchar. En aquella odiosa situación, no tuve fuerzas ni para buscar otro empleo. Tuve una agitada discusión que acabó con malas caras y no hablarnos.
Busqué ayuda psicológica profesional, pero los problemas se solucionan con un tratamiento, no vomitando mierda delante del que toma notas enfrente de ti. Dejé de ir.
Medité, pensé sobre mis problemas, los plasmé por escrito. Me refugié entre mis amigos. Buceé hacia el interior de mi mente. Tomé masajes para relajarme.
Empecé a verlo claro. La solución era luchar.
Continué con la dieta que me impuse a finales de Enero. Tomaba nota de mi peso cada mañana y veía como bajaba semana a semana. Un pequeño triunfo cada día.
Seguí formandome, haciendo cosas, manteniendo mi cabeza ocupada. Aprendiendo.
Encontré un trabajo de mes y medio, sencillo y que no requería pensar. Algo mecánico que no me complicase la vida. Me trataron de torear más de una vez, pero ya tenía los cojones muy negros, me impuse y no se lo permití.
Me dedicaba a tontear con varias chicas, sin ningún tipo de remordimiento. A lo que cayese y con mucho morro. Funcionó.
Mi autoestima se iba recuperando. Empecé a quererme a mi mismo.
El plato fuerte fue en verano, cuando un amigo me convenció para irme con él a Japón un mes entero. Me resultaba una locura pero fui. Me lo pasé como un enano, ligué y saqué un montón de fotos.
Regresé a mi ciudad con las pilas cargadas, dispuesto a comerme el mundo. Aún tardé en encontrar otro curro, pese a la crisis. Y en aquel puesto aprendí a no dejarme pisar.
Ahora estoy en una situación parecida a aquella. Con más moral que entonces, pero falto de un impulso vital que me haga moverme en serio.
Estaba recuperandome poco a poco de una dolorosa ruptura, había pasado año y medio desde entonces y ya lo llevaba mejor. Sin embargo, tenía un trabajo que aunque estaba bien pagado, me hacía sentir un cero a la izquierda, un inútil. Me estaba jodiendo la vida y el hastío podía conmigo.
Un día me echaron; indemnización, despido improcedente, derecho a paro. Firmé, no sin quedarme con cierto resquemor. Más tarde me enteré de que todo el grupo lo sabía menos yo.
Discusiones con la familia, porque si bien no me quedaba con el culo al aire, es "indigno" que te echen. Mejor largarse uno, teniendo antes otro sitio donde marchar. En aquella odiosa situación, no tuve fuerzas ni para buscar otro empleo. Tuve una agitada discusión que acabó con malas caras y no hablarnos.
Busqué ayuda psicológica profesional, pero los problemas se solucionan con un tratamiento, no vomitando mierda delante del que toma notas enfrente de ti. Dejé de ir.
Medité, pensé sobre mis problemas, los plasmé por escrito. Me refugié entre mis amigos. Buceé hacia el interior de mi mente. Tomé masajes para relajarme.
Empecé a verlo claro. La solución era luchar.
Continué con la dieta que me impuse a finales de Enero. Tomaba nota de mi peso cada mañana y veía como bajaba semana a semana. Un pequeño triunfo cada día.
Seguí formandome, haciendo cosas, manteniendo mi cabeza ocupada. Aprendiendo.
Encontré un trabajo de mes y medio, sencillo y que no requería pensar. Algo mecánico que no me complicase la vida. Me trataron de torear más de una vez, pero ya tenía los cojones muy negros, me impuse y no se lo permití.
Me dedicaba a tontear con varias chicas, sin ningún tipo de remordimiento. A lo que cayese y con mucho morro. Funcionó.
Mi autoestima se iba recuperando. Empecé a quererme a mi mismo.
El plato fuerte fue en verano, cuando un amigo me convenció para irme con él a Japón un mes entero. Me resultaba una locura pero fui. Me lo pasé como un enano, ligué y saqué un montón de fotos.
Regresé a mi ciudad con las pilas cargadas, dispuesto a comerme el mundo. Aún tardé en encontrar otro curro, pese a la crisis. Y en aquel puesto aprendí a no dejarme pisar.
Ahora estoy en una situación parecida a aquella. Con más moral que entonces, pero falto de un impulso vital que me haga moverme en serio.